Hay que alegrarse con la buena noticia que nos ha dado el gobernador Luis Alberto Monsalvo del rescate feliz de $110.000 millones que dormían en los vericuetos kafkianos de las finanzas públicas; exactamente en la tesorería del FONPET-Fondo de Pensiones Territoriales-, a pesar de las innumerables necesidades básicas que pueden ser satisfechas con ellos.
Una medianoche de la década del setenta, sentimos en el techo un espeluznante estropicio, como si hubiese caído sobre la casa otra casa tirada de mala gana para hacer una de dos pisos a las malas.