El hábito sino se resiste al poco tiempo se vuelve una necesidad, el hábito de estar mintiendo, haciéndole el sesgo a los impuestos, fraude a los servicios públicos o extrapolando falsas promesas, que a la postre resultan lapidarias, en la dinámica de todos los partidos políticos, que mueren al final, al devorar sus propias mentiras.