Iba en su silla de ruedas detrás del féretro. Su fortaleza se desplegó y fue más grande que el temor de los hijos de decirle que su esposa había muerto; la reacción era impredecible dado que hace solo unos meses sufrió una isquemia. Marceliano, “Kiko” Ferreira Paz, dio muestra de aceptación de lo inevitable, de caballerosidad, de lucidez increíble y de enjundia, ejemplo no sólo para Jarol y Grethel, sino para los que lo acompañábamos en el adolorido momento de despedir a quien amó por encima de todo.
La calidad de vida no se mide por el consumo Per cápita, estoy segura (en medio de mis escaseces) ¡es por el acendrado sentido del humor que ejercemos como muralla ante todas las adversidades!
La defensa del idioma muchas veces se vuelve un mecanismo arbitrario para establecer dominio sobre el comportamiento de los seres humanos; un instrumento para que unos pocos puedan imponerse, generando discriminación y exclusión social.