Iba en su silla de ruedas detrás del féretro. Su fortaleza se desplegó y fue más grande que el temor de los hijos de decirle que su esposa había muerto; la reacción era impredecible dado que hace solo unos meses sufrió una isquemia. Marceliano, “Kiko” Ferreira Paz, dio muestra de aceptación de lo inevitable, de caballerosidad, de lucidez increíble y de enjundia, ejemplo no sólo para Jarol y Grethel, sino para los que lo acompañábamos en el adolorido momento de despedir a quien amó por encima de todo.