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Columnista - 20 septiembre, 2023

Sufrimiento o esperanza, esa es la opción

La esperanza es esquiva, pocos creen en ella o la han perdido; es más fácil vender un mensaje que enmascare el sufrimiento que uno de esperanza; parece como si la humanidad estuviera domeñada por el masoquismo; a veces surgen destellos de esperanza que se esfuman como una pavesa. 

La esperanza es esquiva, pocos creen en ella o la han perdido; es más fácil vender un mensaje que enmascare el sufrimiento que uno de esperanza; parece como si la humanidad estuviera domeñada por el masoquismo; a veces surgen destellos de esperanza que se esfuman como una pavesa. 

Con Petro la gente salió a la calle a reivindicar sus derechos, pero unos meses antes cuando Petro pedía una relación 55/86 para Senado y Cámara, el elector dejó a un lado sus esperanzas y eligió a sus verdugos. Eso ha impedido que las reformas de la esperanza sean aprobadas. ¿Cómo entiende uno a la gente? Petro sí, pero reformas no. Esto no es saludable ni coherente. 

Ahora nos encontramos frente a una oportunidad reivindicativa para enmendar los errores; sin embargo, nos impulsa la reacción de la cabra que, ante el rugido del tigre, se devuelve a escucharlo de nuevo. Es ahí donde el rebaño es masacrado. Esta vez no elegiremos Congreso, pero sí poderes regionales y locales, última oportunidad que tienen quienes han perdido la esperanza y los verdaderos progresistas de cambiar una historia de dolor y sufrimiento. 

En el caso de la gobernación del Cesar, unos sectores convencionales, disfrazados de cambio, quieren mantenerse en el poder con constreñimiento y diferentes nombres, pero con la misma franquicia que ocultan, no quieren mostrarla porque aún huele a sangre, el Pacto de Chibolo está vigente (este sí diabólico), es como lavar dignidades con hábitos de monjes. 

Pensando en una victoria electoral mecánica sin objetivos claros y filosóficos surgió una propuesta bautizada con el rebuscado nombre de “juntanza”, un espacio para el diálogo y la concertación, pero resultó una encerrona, una “jugadita”; una juntanza con amancebamientos pierde su esencia. Su autor decía que esto no había que mirarlo desde las ideologías sino desde realizaciones concretas. Pura retórica, amigo Arturo Calderón, nada en esta vida se hace sin ideologías, toda acción surge de una idea, otra cosa es que quieran macartizar el tema; ideología es la ciencia de las ideas. 

La forma como desde la izquierda se miran los problemas y sus soluciones difiere de la forma como los mira la derecha. Por ejemplo, la derecha cree en un estado feudal, la izquierda dice que la tierra debe tener una función social, no hay términos medios. Parecen sutilezas, pero tiene mucho fondo.

Para que haya juntanza se requieren unos postulados mínimos donde puedan interceptar los principios fundamentales de los grupos o partidos a juntarse. Si eso no se da, entonces lo que tendríamos sería una alianza electoral en contra de alguien en la cual algunos intervinientes cederían sus aspiraciones en favor de otro. Así es difícil izar una bandera porque esto sería una colcha de retazos; este fue un proceso distractor. 

Como esta estrategia no tuvo ecos, sus proponentes ya cayeron en la candidatura donde querían estar, pero necesitaban maquillar su transferencia. Esta es una de las cosas por las cuales la gente pierde las esperanzas, no ve coherencia ni norte en sus dirigentes, pero confundido y coaccionado acude a las urnas donde prolonga su sufrimiento.

Por el lado de las alcaldías también se intentó la “juntanza” sin éxito, pero ya comenzó la absorción de algunas candidaturas, aunque se puede adherir si existen compatibilidades básicas. Un candidato que ha venido jugando a los carritos chocones es Álvaro Portilla: primero aspiró al senado avalado por el partido Dignidad de Robledo (anti-Petro), después se estrelló buscando aval con el Pacto Histórico donde pernoctó, luego se hizo avalar por un partido de garaje, pero su publicidad sugería ser parte del P.H. del que había renunciado, llevándo consigo a algunos amorfos ideológicamente y por eso coqueteaba con Alexandra Pineda para distraerlos.

Hoy lo veo adhiriendo a Katia Ospino a quien algunos la consideran una alternativa contra los detentadores del poder regional. De aquí sale ganando Katia, un río no se afecta con las cañadas que le lleguen; pierde Portilla su credibilidad y esta no tiene afluentes. Moraleja: los principios no se negocian.

Por Luis Napoleón de Armas P.

Columnista
20 septiembre, 2023

Sufrimiento o esperanza, esa es la opción

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

La esperanza es esquiva, pocos creen en ella o la han perdido; es más fácil vender un mensaje que enmascare el sufrimiento que uno de esperanza; parece como si la humanidad estuviera domeñada por el masoquismo; a veces surgen destellos de esperanza que se esfuman como una pavesa. 


La esperanza es esquiva, pocos creen en ella o la han perdido; es más fácil vender un mensaje que enmascare el sufrimiento que uno de esperanza; parece como si la humanidad estuviera domeñada por el masoquismo; a veces surgen destellos de esperanza que se esfuman como una pavesa. 

Con Petro la gente salió a la calle a reivindicar sus derechos, pero unos meses antes cuando Petro pedía una relación 55/86 para Senado y Cámara, el elector dejó a un lado sus esperanzas y eligió a sus verdugos. Eso ha impedido que las reformas de la esperanza sean aprobadas. ¿Cómo entiende uno a la gente? Petro sí, pero reformas no. Esto no es saludable ni coherente. 

Ahora nos encontramos frente a una oportunidad reivindicativa para enmendar los errores; sin embargo, nos impulsa la reacción de la cabra que, ante el rugido del tigre, se devuelve a escucharlo de nuevo. Es ahí donde el rebaño es masacrado. Esta vez no elegiremos Congreso, pero sí poderes regionales y locales, última oportunidad que tienen quienes han perdido la esperanza y los verdaderos progresistas de cambiar una historia de dolor y sufrimiento. 

En el caso de la gobernación del Cesar, unos sectores convencionales, disfrazados de cambio, quieren mantenerse en el poder con constreñimiento y diferentes nombres, pero con la misma franquicia que ocultan, no quieren mostrarla porque aún huele a sangre, el Pacto de Chibolo está vigente (este sí diabólico), es como lavar dignidades con hábitos de monjes. 

Pensando en una victoria electoral mecánica sin objetivos claros y filosóficos surgió una propuesta bautizada con el rebuscado nombre de “juntanza”, un espacio para el diálogo y la concertación, pero resultó una encerrona, una “jugadita”; una juntanza con amancebamientos pierde su esencia. Su autor decía que esto no había que mirarlo desde las ideologías sino desde realizaciones concretas. Pura retórica, amigo Arturo Calderón, nada en esta vida se hace sin ideologías, toda acción surge de una idea, otra cosa es que quieran macartizar el tema; ideología es la ciencia de las ideas. 

La forma como desde la izquierda se miran los problemas y sus soluciones difiere de la forma como los mira la derecha. Por ejemplo, la derecha cree en un estado feudal, la izquierda dice que la tierra debe tener una función social, no hay términos medios. Parecen sutilezas, pero tiene mucho fondo.

Para que haya juntanza se requieren unos postulados mínimos donde puedan interceptar los principios fundamentales de los grupos o partidos a juntarse. Si eso no se da, entonces lo que tendríamos sería una alianza electoral en contra de alguien en la cual algunos intervinientes cederían sus aspiraciones en favor de otro. Así es difícil izar una bandera porque esto sería una colcha de retazos; este fue un proceso distractor. 

Como esta estrategia no tuvo ecos, sus proponentes ya cayeron en la candidatura donde querían estar, pero necesitaban maquillar su transferencia. Esta es una de las cosas por las cuales la gente pierde las esperanzas, no ve coherencia ni norte en sus dirigentes, pero confundido y coaccionado acude a las urnas donde prolonga su sufrimiento.

Por el lado de las alcaldías también se intentó la “juntanza” sin éxito, pero ya comenzó la absorción de algunas candidaturas, aunque se puede adherir si existen compatibilidades básicas. Un candidato que ha venido jugando a los carritos chocones es Álvaro Portilla: primero aspiró al senado avalado por el partido Dignidad de Robledo (anti-Petro), después se estrelló buscando aval con el Pacto Histórico donde pernoctó, luego se hizo avalar por un partido de garaje, pero su publicidad sugería ser parte del P.H. del que había renunciado, llevándo consigo a algunos amorfos ideológicamente y por eso coqueteaba con Alexandra Pineda para distraerlos.

Hoy lo veo adhiriendo a Katia Ospino a quien algunos la consideran una alternativa contra los detentadores del poder regional. De aquí sale ganando Katia, un río no se afecta con las cañadas que le lleguen; pierde Portilla su credibilidad y esta no tiene afluentes. Moraleja: los principios no se negocian.

Por Luis Napoleón de Armas P.