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Columnista - 25 mayo, 2014

Sueños y cantos

También se extraña aquello que solo imaginaste. Un compositor lírico, de los cafetales de Villanueva, sueña un día que una tarde de verano una garza blanca y de ojos de plata se posa sobre una roca ordinaria y poco a poco va apareciendo en el viento una hermosa canción de quimeras que describía toda la […]

También se extraña aquello que solo imaginaste.

Un compositor lírico, de los cafetales de Villanueva, sueña un día que una tarde de verano una garza blanca y de ojos de plata se posa sobre una roca ordinaria y poco a poco va apareciendo en el viento una hermosa canción de quimeras que describía toda la felicidad imaginable, distinguió sorprendido que claramente era su voz la que cantaba. A los pocos días el compositor, aún conmovido por lo que había sentido,  terminó de escribir una canción conforme la escuchó en aquella aparición premonitoria.

Tiempo después, una joven mujer, que no podía saber que aquella canción derivó de un sueño, creyó ciertamente que por todo lo que describía y el romanticismo que expresaba solo podía haber sido escrita para ella y nadie más, presentía también, que por alguna razón el autor tal vez sabía mucho de su vida. Meses más tarde conoce al autor, quien ya era famoso por otras canciones que había escrito.

Fue en una parranda en Valledupar, y en el instante en que él comienza a interpretar su famosa canción, entre los asistentes intempestivamente  la descubre a ella como una aparición proverbial, al verla sintió un estremecimiento desconocido y entonces recordó que a su aparición le faltaba una parte y era que en su sueño la garza se iba convirtiendo en una chica muy linda, de cabellos sueltos, sonrisa plácida y mirada serena que él no había visto jamás – había explicado poco antes que mientras duró el sueño la había amado sin saber quién era- también recordó que en su visión, mientras el sol se ocultaba, la roca lentamente se transformaba en un hombre que con su guitarra tarareaba una canción nueva y espléndida que iba naciendo cuando el sol ya moría, mientras cantaba se sorprendió al comprobar que lo que estaba viviendo en ese momento era exactamente lo que había soñado meses antes.

Así, bajo ese frenesí alucinante y con el corazón en llamas, le siguió cantando –mucho antes de que se inventaran las mentiras- otras canciones que había escrito sin saber que también eran para ella.

Minutos después, sin proponérselo se encontraron a solas, él le contó confidencias de su visión y ella sonreída y ardiendo despacio se sintió iluminada como quien descubre un nuevo cielo bajo una luz sobrecogedora, ya al atardecer, mientras el sol se desvanecía a lo lejos un nuevo amor nacía y él sintió que la amaba tal como lo sintió en el sueño, pero esta vez -a diferencia del sueño- sería para siempre.

[email protected]

Columnista
25 mayo, 2014

Sueños y cantos

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Leonardo Maya Amaya

También se extraña aquello que solo imaginaste. Un compositor lírico, de los cafetales de Villanueva, sueña un día que una tarde de verano una garza blanca y de ojos de plata se posa sobre una roca ordinaria y poco a poco va apareciendo en el viento una hermosa canción de quimeras que describía toda la […]


También se extraña aquello que solo imaginaste.

Un compositor lírico, de los cafetales de Villanueva, sueña un día que una tarde de verano una garza blanca y de ojos de plata se posa sobre una roca ordinaria y poco a poco va apareciendo en el viento una hermosa canción de quimeras que describía toda la felicidad imaginable, distinguió sorprendido que claramente era su voz la que cantaba. A los pocos días el compositor, aún conmovido por lo que había sentido,  terminó de escribir una canción conforme la escuchó en aquella aparición premonitoria.

Tiempo después, una joven mujer, que no podía saber que aquella canción derivó de un sueño, creyó ciertamente que por todo lo que describía y el romanticismo que expresaba solo podía haber sido escrita para ella y nadie más, presentía también, que por alguna razón el autor tal vez sabía mucho de su vida. Meses más tarde conoce al autor, quien ya era famoso por otras canciones que había escrito.

Fue en una parranda en Valledupar, y en el instante en que él comienza a interpretar su famosa canción, entre los asistentes intempestivamente  la descubre a ella como una aparición proverbial, al verla sintió un estremecimiento desconocido y entonces recordó que a su aparición le faltaba una parte y era que en su sueño la garza se iba convirtiendo en una chica muy linda, de cabellos sueltos, sonrisa plácida y mirada serena que él no había visto jamás – había explicado poco antes que mientras duró el sueño la había amado sin saber quién era- también recordó que en su visión, mientras el sol se ocultaba, la roca lentamente se transformaba en un hombre que con su guitarra tarareaba una canción nueva y espléndida que iba naciendo cuando el sol ya moría, mientras cantaba se sorprendió al comprobar que lo que estaba viviendo en ese momento era exactamente lo que había soñado meses antes.

Así, bajo ese frenesí alucinante y con el corazón en llamas, le siguió cantando –mucho antes de que se inventaran las mentiras- otras canciones que había escrito sin saber que también eran para ella.

Minutos después, sin proponérselo se encontraron a solas, él le contó confidencias de su visión y ella sonreída y ardiendo despacio se sintió iluminada como quien descubre un nuevo cielo bajo una luz sobrecogedora, ya al atardecer, mientras el sol se desvanecía a lo lejos un nuevo amor nacía y él sintió que la amaba tal como lo sintió en el sueño, pero esta vez -a diferencia del sueño- sería para siempre.

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