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Columnista - 5 enero, 2020

Sonido y Ruido

Al iniciar este 2020, resolví escribir suave, agradable, cerrando los ojos para mirar lo invisible, para escuchar el sonido, ese que armoniza con el universo. El mismo de la Música Barroca y los Cantos Gregorianos que resultan hermanos con los intermitentes de la naturaleza, las olas del mar, el de las ranas en el bosque, […]

Al iniciar este 2020, resolví escribir suave, agradable, cerrando los ojos para mirar lo invisible, para escuchar el sonido, ese que armoniza con el universo.

El mismo de la Música Barroca y los Cantos Gregorianos que resultan hermanos con los intermitentes de la naturaleza, las olas del mar, el de las ranas en el bosque, los grillos y la lluvia tal y como se da en un concierto de música, de la de verdad, lo que por cierto no es la sumatoria de una serie de instrumentos de cuerda, viento o percusión sino la forma como se integran las partes en ese todo produciendo la sinfonía instrumental.

Pero hoy, en los centros urbanos, aun el más pequeño de ellos está sometido a la dictadura del ruido porque existen muchos buses, motos y automóviles y se da una competencia infernal entre equipos de sonido o “picós” con los parlantes ubicados en las calles, vomitando bagreñatos, que para los que no lo sepan es el extracto mediocre y re destilado de lo es dizque música vallenata. ¡Qué horror!

La música también puede convertirse en ruido, como el rock, que no solo vibra a ciento veinte ciclos por segundo, lo que sumado al alto volumen al que la reproducen rompe no solo la armonía sino los tímpanos, afectando al cerebro exactamente en la zona en donde se encuentra la capacidad de análisis y crítica. Es decir embrutecen.

Hoy cuando el tráfago citadino aliena, lo que toca es mirar para el lado de la naturaleza y buscar muchos de los valores primitivos que hemos desechado o que a decir verdad muchas personas ni siquiera han llegado a conocer.

Se ha dicho que andamos demasiado ocupados para escuchar el silencio y es allí en donde está la verdad de nuestro ser interno.

Se afirma que desde el punto de vista de la energía y del sonido las enfermedades no son otra cosa que ruido y desorden armónico.

La música barroca o una similar nos ayudan en los procesos de meditación y ella potencia la estabilización cerebral y emocional reforzando al sistema inmunológico en la medida que ayuda a obtener la armonía espiritual.

Entonces ahora si podemos ir entendiendo el por qué este país anda medio loco; la razón fundamental es el ruido.

A escuchar música barroca. Toca.

Columnista
5 enero, 2020

Sonido y Ruido

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jaime García Chadid.

Al iniciar este 2020, resolví escribir suave, agradable, cerrando los ojos para mirar lo invisible, para escuchar el sonido, ese que armoniza con el universo. El mismo de la Música Barroca y los Cantos Gregorianos que resultan hermanos con los intermitentes de la naturaleza, las olas del mar, el de las ranas en el bosque, […]


Al iniciar este 2020, resolví escribir suave, agradable, cerrando los ojos para mirar lo invisible, para escuchar el sonido, ese que armoniza con el universo.

El mismo de la Música Barroca y los Cantos Gregorianos que resultan hermanos con los intermitentes de la naturaleza, las olas del mar, el de las ranas en el bosque, los grillos y la lluvia tal y como se da en un concierto de música, de la de verdad, lo que por cierto no es la sumatoria de una serie de instrumentos de cuerda, viento o percusión sino la forma como se integran las partes en ese todo produciendo la sinfonía instrumental.

Pero hoy, en los centros urbanos, aun el más pequeño de ellos está sometido a la dictadura del ruido porque existen muchos buses, motos y automóviles y se da una competencia infernal entre equipos de sonido o “picós” con los parlantes ubicados en las calles, vomitando bagreñatos, que para los que no lo sepan es el extracto mediocre y re destilado de lo es dizque música vallenata. ¡Qué horror!

La música también puede convertirse en ruido, como el rock, que no solo vibra a ciento veinte ciclos por segundo, lo que sumado al alto volumen al que la reproducen rompe no solo la armonía sino los tímpanos, afectando al cerebro exactamente en la zona en donde se encuentra la capacidad de análisis y crítica. Es decir embrutecen.

Hoy cuando el tráfago citadino aliena, lo que toca es mirar para el lado de la naturaleza y buscar muchos de los valores primitivos que hemos desechado o que a decir verdad muchas personas ni siquiera han llegado a conocer.

Se ha dicho que andamos demasiado ocupados para escuchar el silencio y es allí en donde está la verdad de nuestro ser interno.

Se afirma que desde el punto de vista de la energía y del sonido las enfermedades no son otra cosa que ruido y desorden armónico.

La música barroca o una similar nos ayudan en los procesos de meditación y ella potencia la estabilización cerebral y emocional reforzando al sistema inmunológico en la medida que ayuda a obtener la armonía espiritual.

Entonces ahora si podemos ir entendiendo el por qué este país anda medio loco; la razón fundamental es el ruido.

A escuchar música barroca. Toca.