Si hay una necesidad o proyecto urgente de resolver y no están los recursos, pedir un crédito es una opción. Lo anterior, per se, demanda fortalecer las finanzas municipales.
En las páginas de la edición de este lunes 12 de febrero se publicó un informe sobre los recursos de regalías que tendrán las instituciones del departamento del Cesar para promover el desarrollo y el cierre de brechas en el territorio. La producción y explotación de carbón, principalmente en el corredor minero, y petróleo en el sur, aportan millonarios recursos al departamento y la Nación.
Son 1,15 billones para el bienio 2023-2024, que aunque es una cifra gigante, son recursos limitados frente a las necesidades de este territorio de 1,3 millones de habitantes. Por eso, la primera recomendación para los mandatarios (gobernadora del Cesar y alcaldes) es saber priorizar las obras en los planes de desarrollo que recién están en construcción.
El dinero público es finito, y debe estar enfocado únicamente a resolver necesidades, las principales, y no a caprichos del mandatario de turno. Lo segundo es invertir con transparencia para que las obras tengan el impacto necesario. Nuestra política, marcada por los favores y la burocracia, a veces premia el pago de favores y desprecia la meritocracia. Si un mandatario quiere dejar una huella y transformar su municipio debe fallarle a aquellos que están detrás del interés personal, y responder a las demandas colectivas.
Por otro lado, entendiendo que la destinación es limitada, los alcaldes y la gobernadora deben gestionar, hablarle a la Nación, generar confianza y generar proyectos. Porque no es recomendable viajar a Bogotá y visitar los ministros con las manos vacías. Hay que llegar con proyectos que puedan ser financiados, que tengan estudios y diseños técnicos debidamente formados y estructurados. Pero la gran dificultad es que se tienen ideas y conceptos, en ocasiones verbales, pero de proyectos técnicos documentados muy pocos.
También está el endeudamiento, polémico pero a veces necesario, si a la hora de gastar recursos que se tienen hay que tener cuidado, mucho más cuando esos recursos provienen de un crédito que se deberá pagar en años y con intereses. Si hay una necesidad o proyecto urgente de resolver y no están los recursos, pedir un crédito es una opción. Lo anterior, per se, demanda fortalecer las finanzas municipales.
En una reciente publicación, Cesore habló sobre el Plan B para el futuro del departamento sin minería: una inversión de un monto considerable a partir de un préstamo del Banco Mundial, en cabeza del Ministerio de Minas y Energía y avalado por el Ministerio de Hacienda. El objetivo del crédito sería reactivar la economía del Cesar “y darle aliento por lo menos, a lo que el Gobierno llama el Corredor de Vida, que es una manera eufemística de llamar a los municipios del corredor minero que se están desangrando por falta de recursos fiscales y actividad económica”.
En esa apuesta entraría el Gobierno nacional con la gestión ante el Banco Mundial, y los alcaldes con la presentación de proyectos que impacten las necesidades básicas y generen condiciones para el desarrollo del territorio.
Esa es la tarea, trabajar y trabajar en pos del desarrollo y lograr la cofinanciación: que pongan plata las entidades territoriales junto a la Nación y otras fuentes -entre ellas también las privadas- que aseguren su ejecución y sostenibilidad.
Si hay una necesidad o proyecto urgente de resolver y no están los recursos, pedir un crédito es una opción. Lo anterior, per se, demanda fortalecer las finanzas municipales.
En las páginas de la edición de este lunes 12 de febrero se publicó un informe sobre los recursos de regalías que tendrán las instituciones del departamento del Cesar para promover el desarrollo y el cierre de brechas en el territorio. La producción y explotación de carbón, principalmente en el corredor minero, y petróleo en el sur, aportan millonarios recursos al departamento y la Nación.
Son 1,15 billones para el bienio 2023-2024, que aunque es una cifra gigante, son recursos limitados frente a las necesidades de este territorio de 1,3 millones de habitantes. Por eso, la primera recomendación para los mandatarios (gobernadora del Cesar y alcaldes) es saber priorizar las obras en los planes de desarrollo que recién están en construcción.
El dinero público es finito, y debe estar enfocado únicamente a resolver necesidades, las principales, y no a caprichos del mandatario de turno. Lo segundo es invertir con transparencia para que las obras tengan el impacto necesario. Nuestra política, marcada por los favores y la burocracia, a veces premia el pago de favores y desprecia la meritocracia. Si un mandatario quiere dejar una huella y transformar su municipio debe fallarle a aquellos que están detrás del interés personal, y responder a las demandas colectivas.
Por otro lado, entendiendo que la destinación es limitada, los alcaldes y la gobernadora deben gestionar, hablarle a la Nación, generar confianza y generar proyectos. Porque no es recomendable viajar a Bogotá y visitar los ministros con las manos vacías. Hay que llegar con proyectos que puedan ser financiados, que tengan estudios y diseños técnicos debidamente formados y estructurados. Pero la gran dificultad es que se tienen ideas y conceptos, en ocasiones verbales, pero de proyectos técnicos documentados muy pocos.
También está el endeudamiento, polémico pero a veces necesario, si a la hora de gastar recursos que se tienen hay que tener cuidado, mucho más cuando esos recursos provienen de un crédito que se deberá pagar en años y con intereses. Si hay una necesidad o proyecto urgente de resolver y no están los recursos, pedir un crédito es una opción. Lo anterior, per se, demanda fortalecer las finanzas municipales.
En una reciente publicación, Cesore habló sobre el Plan B para el futuro del departamento sin minería: una inversión de un monto considerable a partir de un préstamo del Banco Mundial, en cabeza del Ministerio de Minas y Energía y avalado por el Ministerio de Hacienda. El objetivo del crédito sería reactivar la economía del Cesar “y darle aliento por lo menos, a lo que el Gobierno llama el Corredor de Vida, que es una manera eufemística de llamar a los municipios del corredor minero que se están desangrando por falta de recursos fiscales y actividad económica”.
En esa apuesta entraría el Gobierno nacional con la gestión ante el Banco Mundial, y los alcaldes con la presentación de proyectos que impacten las necesidades básicas y generen condiciones para el desarrollo del territorio.
Esa es la tarea, trabajar y trabajar en pos del desarrollo y lograr la cofinanciación: que pongan plata las entidades territoriales junto a la Nación y otras fuentes -entre ellas también las privadas- que aseguren su ejecución y sostenibilidad.