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Columnista - 26 noviembre, 2022

Soberanía alimentaria

Según las estadísticas oficiales, un colombiano consume en promedio al año 42 kilogramos (kg) de arroz, 61 kg de papa, 33,2 kg de pollo y 17 de carne bovina, 40 kg de aceites vegetales, 334 huevos, 141 litros de leche y 20 kilos de pan. Les quedo debiendo el consumo per cápita de la yuca […]

Boton Wpp

Según las estadísticas oficiales, un colombiano consume en promedio al año 42 kilogramos (kg) de arroz, 61 kg de papa, 33,2 kg de pollo y 17 de carne bovina, 40 kg de aceites vegetales, 334 huevos, 141 litros de leche y 20 kilos de pan. Les quedo debiendo el consumo per cápita de la yuca con suero ‘salao’.

Para garantizarle estos alimentos básicos a 50 millones de colombianos, los productores del campo deben levantarse todos los días del año a producir alrededor de 4 millones de toneladas de plátano y 2 millones de yuca, 1,6 millones de toneladas de pollo, 900 mil de carnes bovina y 500 mil de cerdos; más de 7.000 millones de litros de leche, unos 16.000 millones de huevos, alrededor de 2 millones de toneladas de arroz, 2,7 millones de papas 6 millones de maíces, 1.3 millones de trigo y dos millones de toneladas de soya. Para cocinar esos alimentos se requieren 1.7 millones de toneladas de aceite de palma.

Desafortunadamente, gran parte de estos alimentos y materias primas -alrededor de unos 14 millones de toneladas-, deben traerse anualmente de otros paises, porque el Estado no ha brindado las garantías fundamentales a los empresarios del campo para producirlos de manera competitiva acá en Colombia. La especial protección que debe brindar el Estado en la producción de alimentos, construcción de vías terciarias e infraestructura de riego, adecuación de terrenos, acceso a créditos de fomento y promoción de investigación y transferencia de tecnologías, y que está estipulado en el artículo 65 de la Constitución Política de Colombia, es un saludo a la bandera. Si en este país, el poder judicial hubiese ejercido vigilancia y exigido cumplimiento a lo ordenado en nuestra constitución, hace rato, estuviéramos explotando los 39 millones de hectáreas que tenemos aptas para el desarrollo agrícola del país, y no las 5.3 millones de hectáreas que explotamos hoy con ineficiencia. Un indicador vergonzoso de la gestión pública que hace honor a la improvisación, ineficiencia y la falta de planeación.

El tema es bastante preocupante. Un país que no tenga soberanía alimentaria no podrá garantizar la seguridad alimentaria a su población, es muy frágil a las distorsiones de los precios del mercado internacional, a la volatilidad del dólar y tendrá dificultades para contrarrestar la inflación, generar riqueza y empleos productivos. Claramente, la soberanía alimentaria en nuestro territorio es factible si comenzamos por cambiar el modelo productivo costoso e ineficiente que tenemos.  Si el gobierno quiere sustituir la renta petrolera por la renta agrícola, le toca reducir el “costo país”, proveer “bienes públicos” y garantizar el “crédito de fomento”. El desarrollo agropecuario se impulsa es con buen presupuesto. Nuestra querida y muy inteligente ministra de Agricultura y Desarrollo Rural, Cecilia López, sabe perfectamente que estos tres factores son determinantes para lograr un desarrollo agrícola, pecuario, pesquero y forestal, productivo, rentable y competitivo. Sin la ayuda de sus colegas de las carteras de Hacienda, Transporte, Comunicaciones, Comercio y Ambiente, no hay nada que hacer. Lo demás es pura carreta.

La altillanura, la región Caribe y el Urabá tienen todas las condiciones climáticas y de suelos para brindarle soberanía alimentaria al país. Solo falta la voluntad política.

Consultor en crédito de fomento agropecuario.

Columnista
26 noviembre, 2022

Soberanía alimentaria

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Indalecio Dangond Baquero

Según las estadísticas oficiales, un colombiano consume en promedio al año 42 kilogramos (kg) de arroz, 61 kg de papa, 33,2 kg de pollo y 17 de carne bovina, 40 kg de aceites vegetales, 334 huevos, 141 litros de leche y 20 kilos de pan. Les quedo debiendo el consumo per cápita de la yuca […]


Según las estadísticas oficiales, un colombiano consume en promedio al año 42 kilogramos (kg) de arroz, 61 kg de papa, 33,2 kg de pollo y 17 de carne bovina, 40 kg de aceites vegetales, 334 huevos, 141 litros de leche y 20 kilos de pan. Les quedo debiendo el consumo per cápita de la yuca con suero ‘salao’.

Para garantizarle estos alimentos básicos a 50 millones de colombianos, los productores del campo deben levantarse todos los días del año a producir alrededor de 4 millones de toneladas de plátano y 2 millones de yuca, 1,6 millones de toneladas de pollo, 900 mil de carnes bovina y 500 mil de cerdos; más de 7.000 millones de litros de leche, unos 16.000 millones de huevos, alrededor de 2 millones de toneladas de arroz, 2,7 millones de papas 6 millones de maíces, 1.3 millones de trigo y dos millones de toneladas de soya. Para cocinar esos alimentos se requieren 1.7 millones de toneladas de aceite de palma.

Desafortunadamente, gran parte de estos alimentos y materias primas -alrededor de unos 14 millones de toneladas-, deben traerse anualmente de otros paises, porque el Estado no ha brindado las garantías fundamentales a los empresarios del campo para producirlos de manera competitiva acá en Colombia. La especial protección que debe brindar el Estado en la producción de alimentos, construcción de vías terciarias e infraestructura de riego, adecuación de terrenos, acceso a créditos de fomento y promoción de investigación y transferencia de tecnologías, y que está estipulado en el artículo 65 de la Constitución Política de Colombia, es un saludo a la bandera. Si en este país, el poder judicial hubiese ejercido vigilancia y exigido cumplimiento a lo ordenado en nuestra constitución, hace rato, estuviéramos explotando los 39 millones de hectáreas que tenemos aptas para el desarrollo agrícola del país, y no las 5.3 millones de hectáreas que explotamos hoy con ineficiencia. Un indicador vergonzoso de la gestión pública que hace honor a la improvisación, ineficiencia y la falta de planeación.

El tema es bastante preocupante. Un país que no tenga soberanía alimentaria no podrá garantizar la seguridad alimentaria a su población, es muy frágil a las distorsiones de los precios del mercado internacional, a la volatilidad del dólar y tendrá dificultades para contrarrestar la inflación, generar riqueza y empleos productivos. Claramente, la soberanía alimentaria en nuestro territorio es factible si comenzamos por cambiar el modelo productivo costoso e ineficiente que tenemos.  Si el gobierno quiere sustituir la renta petrolera por la renta agrícola, le toca reducir el “costo país”, proveer “bienes públicos” y garantizar el “crédito de fomento”. El desarrollo agropecuario se impulsa es con buen presupuesto. Nuestra querida y muy inteligente ministra de Agricultura y Desarrollo Rural, Cecilia López, sabe perfectamente que estos tres factores son determinantes para lograr un desarrollo agrícola, pecuario, pesquero y forestal, productivo, rentable y competitivo. Sin la ayuda de sus colegas de las carteras de Hacienda, Transporte, Comunicaciones, Comercio y Ambiente, no hay nada que hacer. Lo demás es pura carreta.

La altillanura, la región Caribe y el Urabá tienen todas las condiciones climáticas y de suelos para brindarle soberanía alimentaria al país. Solo falta la voluntad política.

Consultor en crédito de fomento agropecuario.