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Columnista - 26 diciembre, 2013

Simplemente Gracias, Diomedes Díaz

Pensar en morir o en la muerte es perder el tiempo y dejar pasar cada instante dejando de vivir.  Dejar de existir no está en los planes mentales de nadie, aunque morir es un capítulo irrenunciable de la vida. El pasado 22 de diciembre, no será una fecha desapercibida, como tampoco lo es el 26 […]

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Pensar en morir o en la muerte es perder el tiempo y dejar pasar cada instante dejando de vivir.  Dejar de existir no está en los planes mentales de nadie, aunque morir es un capítulo irrenunciable de la vida. El pasado 22 de diciembre, no será una fecha desapercibida, como tampoco lo es el 26 de mayo, para gran parte de la población colombiana.

“El Cacique” Diomedes Díaz, ídolo de las multitudes, el artista más grande que ha parido nuestro folclor, dejó este mundo de manera silenciosa, en la intimidad de su existencia, sin perder su esencia y estilo característico: con su última pincelada: La Vida del Artista.

Esta opinión está cargada de tristeza, debo admitir que en cada frase recordaba la imagen de un ser musicalmente inmortal, pero físicamente vencido en la disputa de los que aman la vida.

Diomedes Díaz, figura musical que siempre admiré, por su talento natural para cantar, nobleza de estirpe campesina y calidades humanas. Aceptar cada designio es una compleja realidad, no obstante, los seres dotados con esas cualidades deberían gozar de lo intangible que supone la eternidad.

Dios nos brinda talentos para su buena administración, Diomedes Díaz, superdotado del arte, bien supo distinguir semejante regalo, lo hizo talento, para interpretar, repentizar y construir melodías, entregando obras musicales a su fanaticada. Tus seguidores con tu partida quedamos tristes, el folclor con un inmenso vacío, porque “no nace ni se cría otro Diomedes Díaz”.

Hacer música es exclusivo de los dotados con ese talento, especialmente cuando las partituras no son propias del conocimiento consagrado en lo académico, sino resultado del manantial natural que emana letras, melodías y composición, para bautizarse luego como canciones. ¡Qué grande fuiste Diomedes Díaz!

Desde Carrizal, cerca de La Junta: “tierra de poetas” con enjundia y disposición, inspirado en las bondades de la naturaleza y las cotidianidades de la vida, forjaste un estilo propio para cantar que germinaba en tu alma, llevando motivos de alegría al pueblo, tu fanaticada. “Cacique de La Junta” tu obra musical, es inmortal, propósito que los seres humanos pretendemos, pero que solo es factible en lo intangible que supone la eternidad.

La fortuna, el amor y el desamor de las mujeres, musas inspiradoras de tu ingenio y los excesos se constituyeron en placeres que silenciosamente terminan perjudicando. Sin embargo, el carácter y los talantes particulares deben ser linderos inexpugnables. Es el momento para decirle a todos los que despotrican de la vida del ser humano que recuerden a Jesucristo cuando dijo: Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.

De igual manera este verso de la canción la Vida del artista: “Una noche yo pensaba en la vida de los artistas, que algunos la creen bonita y es lo suficiente amarga”. Estos modelos y formas de vida no son ejemplarizantes, pero nos sirven a todos para tenerlo presente.

No he querido transitar por connotaciones que develen intenciones emocionales básicas que expresan los homenajes o reconocimientos, pues cada jornada sería insuficiente.

Diomedes Díaz, lamentable es tu partida hacia lo intangible, te faltó tiempo para cumplir más años, aún considero que este viaje fue prematuro.

Tu obra musical “Cacique de La Junta” es desde tu partida un compendio resistente, imperecedero,  inmarcesible, irrepetible, constituido en escuela con ritmos y sonidos con impronta propia. Porque fuiste un gran Colombiano, por  todas sus calidades y cualidades tanto humanas como musicales, simplemente, muchas gracias Diomedes Díaz.

 

Columnista
26 diciembre, 2013

Simplemente Gracias, Diomedes Díaz

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Elquis Diaz

Pensar en morir o en la muerte es perder el tiempo y dejar pasar cada instante dejando de vivir.  Dejar de existir no está en los planes mentales de nadie, aunque morir es un capítulo irrenunciable de la vida. El pasado 22 de diciembre, no será una fecha desapercibida, como tampoco lo es el 26 […]


Pensar en morir o en la muerte es perder el tiempo y dejar pasar cada instante dejando de vivir.  Dejar de existir no está en los planes mentales de nadie, aunque morir es un capítulo irrenunciable de la vida. El pasado 22 de diciembre, no será una fecha desapercibida, como tampoco lo es el 26 de mayo, para gran parte de la población colombiana.

“El Cacique” Diomedes Díaz, ídolo de las multitudes, el artista más grande que ha parido nuestro folclor, dejó este mundo de manera silenciosa, en la intimidad de su existencia, sin perder su esencia y estilo característico: con su última pincelada: La Vida del Artista.

Esta opinión está cargada de tristeza, debo admitir que en cada frase recordaba la imagen de un ser musicalmente inmortal, pero físicamente vencido en la disputa de los que aman la vida.

Diomedes Díaz, figura musical que siempre admiré, por su talento natural para cantar, nobleza de estirpe campesina y calidades humanas. Aceptar cada designio es una compleja realidad, no obstante, los seres dotados con esas cualidades deberían gozar de lo intangible que supone la eternidad.

Dios nos brinda talentos para su buena administración, Diomedes Díaz, superdotado del arte, bien supo distinguir semejante regalo, lo hizo talento, para interpretar, repentizar y construir melodías, entregando obras musicales a su fanaticada. Tus seguidores con tu partida quedamos tristes, el folclor con un inmenso vacío, porque “no nace ni se cría otro Diomedes Díaz”.

Hacer música es exclusivo de los dotados con ese talento, especialmente cuando las partituras no son propias del conocimiento consagrado en lo académico, sino resultado del manantial natural que emana letras, melodías y composición, para bautizarse luego como canciones. ¡Qué grande fuiste Diomedes Díaz!

Desde Carrizal, cerca de La Junta: “tierra de poetas” con enjundia y disposición, inspirado en las bondades de la naturaleza y las cotidianidades de la vida, forjaste un estilo propio para cantar que germinaba en tu alma, llevando motivos de alegría al pueblo, tu fanaticada. “Cacique de La Junta” tu obra musical, es inmortal, propósito que los seres humanos pretendemos, pero que solo es factible en lo intangible que supone la eternidad.

La fortuna, el amor y el desamor de las mujeres, musas inspiradoras de tu ingenio y los excesos se constituyeron en placeres que silenciosamente terminan perjudicando. Sin embargo, el carácter y los talantes particulares deben ser linderos inexpugnables. Es el momento para decirle a todos los que despotrican de la vida del ser humano que recuerden a Jesucristo cuando dijo: Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.

De igual manera este verso de la canción la Vida del artista: “Una noche yo pensaba en la vida de los artistas, que algunos la creen bonita y es lo suficiente amarga”. Estos modelos y formas de vida no son ejemplarizantes, pero nos sirven a todos para tenerlo presente.

No he querido transitar por connotaciones que develen intenciones emocionales básicas que expresan los homenajes o reconocimientos, pues cada jornada sería insuficiente.

Diomedes Díaz, lamentable es tu partida hacia lo intangible, te faltó tiempo para cumplir más años, aún considero que este viaje fue prematuro.

Tu obra musical “Cacique de La Junta” es desde tu partida un compendio resistente, imperecedero,  inmarcesible, irrepetible, constituido en escuela con ritmos y sonidos con impronta propia. Porque fuiste un gran Colombiano, por  todas sus calidades y cualidades tanto humanas como musicales, simplemente, muchas gracias Diomedes Díaz.