Desaparecidos e invisibles. Así calificó recientemente la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH de ONU, la situación de los desaparecidos forzosamente en Colombia y además expresó su “profunda preocupación” por la persistencia del fenómeno de las desapariciones forzadas, no sólo en Colombia, sino en toda Latinoamérica y lamentó que en “la mayoría de los casos” […]
Desaparecidos e invisibles. Así calificó recientemente la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH de ONU, la situación de los desaparecidos forzosamente en Colombia y además expresó su “profunda preocupación” por la persistencia del fenómeno de las desapariciones forzadas, no sólo en Colombia, sino en toda Latinoamérica y lamentó que en “la mayoría de los casos” no se investiguen lo suficiente y deriven en una situación de “impunidad”.
En el departamento del Cesar hasta el año 2005, las cifras de desaparecidos forzosamente, era de 1.902, dato que a la fecha debe ser mayor. Este número que es considerable, ocurrió principalmente por el accionar de los grupos armados ilegales, tanto de guerrilla como de paramilitares, en territorio cesarense.
Según Amnistía Internacional la desaparición forzada constituye una violación de derechos humanos especialmente cruel, que afecta tanto a la persona desaparecida como a su familia y amistades. Es precisamente en este punto donde muchas familias cesarenses hoy, no han podido saber la suerte que corrieron sus seres queridos.
De ahí la importancia que le dio la CIDH, en un comunicado oficial publicado a comienzos de este mes de abril, al finalizar su 147 período de sesiones, al calificar la desaparición forzada como “un problema constante en la región”, que afecta “gravemente” al derecho a la justicia y la reparación de las víctimas, propiciando así, a su entender, la repetición de los crímenes”. Y prende también las alarmas porque uno de los motivos de mayor alarma para esta Comisión es la “invisibilidad” en que permanece esta situación, fruto tanto de “la ausencia o ineficacia” de las políticas públicas de los estados en la materia como, en algunos casos, “de la negación de la existencia del fenómeno”.
Incluso, afirmó que en Colombia el problema persiste marcado por “mecanismos de impunidad” como “la presencia de los victimarios en la región que envían mensajes a las familias para que no denuncien” y por la “continua pérdida de expedientes en las fiscalías”.
En el Cesar es un tema que se ha abordado de manera ‘tibia’, más bien por las ramas’, que requiere del concurso de todos: familiares, victimarios que ya fueron sometidos a la justicia y de las instancias judiciales que investigan las desapariciones, pues sólo así podrán tener paz las familias de los desaparecidos, que en la mayoría de los casos desconocen la suerte corrida por sus seres queridos, que aún esperan e incluso han esperado durante años, unas noticias que quizá nunca lleguen. No saben si su ser querido volverá algún día, por lo que no puede llorarle y hacerse a la pérdida. Sigue la incertidumbre por los desaparecidos.
Desaparecidos e invisibles. Así calificó recientemente la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH de ONU, la situación de los desaparecidos forzosamente en Colombia y además expresó su “profunda preocupación” por la persistencia del fenómeno de las desapariciones forzadas, no sólo en Colombia, sino en toda Latinoamérica y lamentó que en “la mayoría de los casos” […]
Desaparecidos e invisibles. Así calificó recientemente la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH de ONU, la situación de los desaparecidos forzosamente en Colombia y además expresó su “profunda preocupación” por la persistencia del fenómeno de las desapariciones forzadas, no sólo en Colombia, sino en toda Latinoamérica y lamentó que en “la mayoría de los casos” no se investiguen lo suficiente y deriven en una situación de “impunidad”.
En el departamento del Cesar hasta el año 2005, las cifras de desaparecidos forzosamente, era de 1.902, dato que a la fecha debe ser mayor. Este número que es considerable, ocurrió principalmente por el accionar de los grupos armados ilegales, tanto de guerrilla como de paramilitares, en territorio cesarense.
Según Amnistía Internacional la desaparición forzada constituye una violación de derechos humanos especialmente cruel, que afecta tanto a la persona desaparecida como a su familia y amistades. Es precisamente en este punto donde muchas familias cesarenses hoy, no han podido saber la suerte que corrieron sus seres queridos.
De ahí la importancia que le dio la CIDH, en un comunicado oficial publicado a comienzos de este mes de abril, al finalizar su 147 período de sesiones, al calificar la desaparición forzada como “un problema constante en la región”, que afecta “gravemente” al derecho a la justicia y la reparación de las víctimas, propiciando así, a su entender, la repetición de los crímenes”. Y prende también las alarmas porque uno de los motivos de mayor alarma para esta Comisión es la “invisibilidad” en que permanece esta situación, fruto tanto de “la ausencia o ineficacia” de las políticas públicas de los estados en la materia como, en algunos casos, “de la negación de la existencia del fenómeno”.
Incluso, afirmó que en Colombia el problema persiste marcado por “mecanismos de impunidad” como “la presencia de los victimarios en la región que envían mensajes a las familias para que no denuncien” y por la “continua pérdida de expedientes en las fiscalías”.
En el Cesar es un tema que se ha abordado de manera ‘tibia’, más bien por las ramas’, que requiere del concurso de todos: familiares, victimarios que ya fueron sometidos a la justicia y de las instancias judiciales que investigan las desapariciones, pues sólo así podrán tener paz las familias de los desaparecidos, que en la mayoría de los casos desconocen la suerte corrida por sus seres queridos, que aún esperan e incluso han esperado durante años, unas noticias que quizá nunca lleguen. No saben si su ser querido volverá algún día, por lo que no puede llorarle y hacerse a la pérdida. Sigue la incertidumbre por los desaparecidos.