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Columnista - 29 febrero, 2024

Sigo con mi cantaleta

Hace muchos años, quizás más de 30, tuve la satisfacción de atender al fogoso, buen parlamentario e importante líder del partido Conservador Roberto Gerlein, que no sé a qué vino y Don Manuel Germán me lo endonó para que le mostrara la ciudad. Salimos en mi camioneta y a medida que avanzábamos él se sorprendía […]

Hace muchos años, quizás más de 30, tuve la satisfacción de atender al fogoso, buen parlamentario e importante líder del partido Conservador Roberto Gerlein, que no sé a qué vino y Don Manuel Germán me lo endonó para que le mostrara la ciudad. Salimos en mi camioneta y a medida que avanzábamos él se sorprendía de los corpulentos y frondosos árboles que adornaban las calles y avenidas, pero también de lo ancho y recto de ellas y además, fue lo que más le gustó, de lo limpio que se mostraban y me dijo: José Manuel, qué maravilla, ojalá logren mantener esos árboles, ellos se ponen viejos y se enferman y hay que atenderlos como si fueran unas personas y en cuanto al aseo y la limpieza también, pues observo que no hay tantos restaurantes, ni edificios o  centros comerciales que se encargan de producir mucha basura que botan y derraman en las calles; estoy fascinado, tienen una ciudad muy bonita y en pleno desarrollo.

Tenía razón el doctor Gerlein, gozábamos del privilegio de ser la ciudad más arborizada del país y la más aseada, pero fue profético, los árboles, especialmente los cauchos de la Simón Bolívar se mueren de viejos y de falta de atención, lo mismo los algarrobillos de la 44, nuestros emblemáticos mangos de todas partes están llenos de comején y pajaritos, las Rosas Habanas de la Novena desaparecieron y así en todas partes reina el machete, la tijera y hasta las motosierras y en pleno verano y con fenómeno de El Niño a bordo destruyen la arborización con sus podas a veces y masacres la mayoría produciendo enorme cantidad de basura que botan en cualquier parte y las autoridades ni siquiera producen un decreto fijando sanciones o fijan avisos en los lugares preferidos para botar la basura y cuanto chéchere hay que digan “prohibido botar basura” con el monto de la respectiva sanción.

Hoy la ciudad está convertida en un basurero público y en una escombrera: basura de todas las clases por todas partes, especialmente en los bulevares y escombros a diestra y siniestra, pues los restaurantes botan la basura en bolsas muy delgadas, que los perros, por cientos en la calle y los indigentes y drogadictos que no sabemos de dónde salen tantos, hurgan en busca de sobras alimenticias y si uno les dice algo ponen el grito en el cielo porque se les está persiguiendo y lo mismo pasa con los que se creen los dueños de los árboles que tienen al frente o en lo bulevares, a quienes si se les llama la atención se quieren comer a uno sin contemplaciones y acaban con la amistad de muchos años, pero yo soy terco y por el bienestar de la ciudad, sigo con mi cantaleta aunque me quede sin amigos y de pronto hasta sin algunos familiares.

Felicitaciones, Alianza, están demostrando que tienen mucho coraje y calidad y con su gran desempeño no queda otro camino que ir a verlos al Armando Maestre y pedirle a la afición e hinchas que los acompañen siempre en todos los partidos. Les deseo muchos triunfos en el futuro.    

José M. Aponte M.

Columnista
29 febrero, 2024

Sigo con mi cantaleta

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José M. Aponte Martínez

Hace muchos años, quizás más de 30, tuve la satisfacción de atender al fogoso, buen parlamentario e importante líder del partido Conservador Roberto Gerlein, que no sé a qué vino y Don Manuel Germán me lo endonó para que le mostrara la ciudad. Salimos en mi camioneta y a medida que avanzábamos él se sorprendía […]


Hace muchos años, quizás más de 30, tuve la satisfacción de atender al fogoso, buen parlamentario e importante líder del partido Conservador Roberto Gerlein, que no sé a qué vino y Don Manuel Germán me lo endonó para que le mostrara la ciudad. Salimos en mi camioneta y a medida que avanzábamos él se sorprendía de los corpulentos y frondosos árboles que adornaban las calles y avenidas, pero también de lo ancho y recto de ellas y además, fue lo que más le gustó, de lo limpio que se mostraban y me dijo: José Manuel, qué maravilla, ojalá logren mantener esos árboles, ellos se ponen viejos y se enferman y hay que atenderlos como si fueran unas personas y en cuanto al aseo y la limpieza también, pues observo que no hay tantos restaurantes, ni edificios o  centros comerciales que se encargan de producir mucha basura que botan y derraman en las calles; estoy fascinado, tienen una ciudad muy bonita y en pleno desarrollo.

Tenía razón el doctor Gerlein, gozábamos del privilegio de ser la ciudad más arborizada del país y la más aseada, pero fue profético, los árboles, especialmente los cauchos de la Simón Bolívar se mueren de viejos y de falta de atención, lo mismo los algarrobillos de la 44, nuestros emblemáticos mangos de todas partes están llenos de comején y pajaritos, las Rosas Habanas de la Novena desaparecieron y así en todas partes reina el machete, la tijera y hasta las motosierras y en pleno verano y con fenómeno de El Niño a bordo destruyen la arborización con sus podas a veces y masacres la mayoría produciendo enorme cantidad de basura que botan en cualquier parte y las autoridades ni siquiera producen un decreto fijando sanciones o fijan avisos en los lugares preferidos para botar la basura y cuanto chéchere hay que digan “prohibido botar basura” con el monto de la respectiva sanción.

Hoy la ciudad está convertida en un basurero público y en una escombrera: basura de todas las clases por todas partes, especialmente en los bulevares y escombros a diestra y siniestra, pues los restaurantes botan la basura en bolsas muy delgadas, que los perros, por cientos en la calle y los indigentes y drogadictos que no sabemos de dónde salen tantos, hurgan en busca de sobras alimenticias y si uno les dice algo ponen el grito en el cielo porque se les está persiguiendo y lo mismo pasa con los que se creen los dueños de los árboles que tienen al frente o en lo bulevares, a quienes si se les llama la atención se quieren comer a uno sin contemplaciones y acaban con la amistad de muchos años, pero yo soy terco y por el bienestar de la ciudad, sigo con mi cantaleta aunque me quede sin amigos y de pronto hasta sin algunos familiares.

Felicitaciones, Alianza, están demostrando que tienen mucho coraje y calidad y con su gran desempeño no queda otro camino que ir a verlos al Armando Maestre y pedirle a la afición e hinchas que los acompañen siempre en todos los partidos. Les deseo muchos triunfos en el futuro.    

José M. Aponte M.