José Manuel Aponte Martínez En mi niñez la lectura preferida eran los paquitos, en mi juventud las novelitas de vaquero y mi autor predilecto Silver Kane, del cual mi entrañable e inolvidable amigo el doctor Milton Habib Molina tenía la colección completa; ya radicado en esta ciudad como empleado del poder judicial por espacio de […]
José Manuel Aponte Martínez
En mi niñez la lectura preferida eran los paquitos, en mi juventud las novelitas de vaquero y mi autor predilecto Silver Kane, del cual mi entrañable e inolvidable amigo el doctor Milton Habib Molina tenía la colección completa; ya radicado en esta ciudad como empleado del poder judicial por espacio de casi 11 años, leía vainas de derecho y después me acostumbré a leer de todo, especialmente criollismo de amigos e hice de libros de cabecera a Aníbal Martínez Zuleta, Camilo Namén, Rafael Escalona, La Cacica y García Márquez; pero principalmente a Martínez Zuleta con Escollos y Croniquillas de El País Vallenato y las Memorias de Namén, los leo y los releo, con el primero aprendo y con el segundo me esgajo de la risa, me divierto y me relajo.
Antes de ayer, me encontré con Aníbal y lo releí y encontré algo que me llegó como anillo al dedo, pues tenía ganas de escribir de nuevo sobre ese personaje: “José Antonio Murgas Aponte nacido en La Paz y criado en San Diego fue un portentoso estudiante y un profesional de calidades sobresalientes de los pocos que dominaban los áridos temas económicos, los laberintos de la filosofía y, a abastanza, conocía los temas literarios e históricos. Oculta en sí un magnífico poeta que pronto sorprenderá por su fecundidad y lirismo. Murgas no solo era brillante y capaz sino que a ello aunaba una desbordante simpatía y un incansable activismo; era el hombre querido, culto, afable, servicial y su liderazgo era merecido y ganado en la plaza pública, donde es un orador de recursos incalculables”. Ese era el Toño Murgas que fungía como parlamentario antes del 66 o 67 y después llegó a todas las dignidades que la democracia y el gobierno le da a un hombre: senador, representante, gobernador, ministro y embajador y eso jamás lo afectó ni le llenó la cabeza de humo, siempre la humildad fue su gran tesoro y además fue el gestor y creador de este pujante departamento del Cesar.
Carajo, casi, casi agoto el tema y no digo lo que voy a decir: cada vez que paso por la Gobernación me da torzón y me revuelco al ver “muy tiesos y muy majos” a Pedro Castro Monsalvo, “el hombre más grande que el Valle ha tenido”; Alfonso López Michelsen, exgobernador y expresidente y Luis Carlos Galán, engrandecido con su muerte, pero no está el busto de Toño Murgas el creador de este departamento. Ya eso lo he solicitado varias veces a muchos gobernadores, especialmente a Franco Ovalle y Meza Araujo de origen sandieganos y no fue posible. ¿Será que con Elvia Milena, sandiegana de quien tengo las mejores referencias y espero una gran administración, lo conseguiré? ¿Será que ahora sí pego?. Yo creo que sí, que por fin le vamos a reconocer a Toño Murgas su gran obra y tendrá la dicha de verlo y gozarlo en sus casi 100 años, pero lúcido “querido, culto, afable, amable y servicial”.
Sino lo logro, estoy seguro que sí, acudiré a la Asamblea para que mi diputado el Popo Barros presente el Proyecto de Ordenanza que ordene que a Toño Murgas se le erija un busto al lado de Castro, López y Galán. Solo cuesta 20 millones de pesos, pues ya lo averigüé con nuestros escultores.
Felicitaciones a mi equipo el más grande que Colombia ha tenido en toda su historia: Millonarios, sobre él escribiré próximamente.
¿Quién es el director del Bienestar Familiar que no ha mandado a pintar las culatas de ese edificio que está sucio y horrible y afea la cuadra donde está construido?
José Manuel Aponte Martínez En mi niñez la lectura preferida eran los paquitos, en mi juventud las novelitas de vaquero y mi autor predilecto Silver Kane, del cual mi entrañable e inolvidable amigo el doctor Milton Habib Molina tenía la colección completa; ya radicado en esta ciudad como empleado del poder judicial por espacio de […]
José Manuel Aponte Martínez
En mi niñez la lectura preferida eran los paquitos, en mi juventud las novelitas de vaquero y mi autor predilecto Silver Kane, del cual mi entrañable e inolvidable amigo el doctor Milton Habib Molina tenía la colección completa; ya radicado en esta ciudad como empleado del poder judicial por espacio de casi 11 años, leía vainas de derecho y después me acostumbré a leer de todo, especialmente criollismo de amigos e hice de libros de cabecera a Aníbal Martínez Zuleta, Camilo Namén, Rafael Escalona, La Cacica y García Márquez; pero principalmente a Martínez Zuleta con Escollos y Croniquillas de El País Vallenato y las Memorias de Namén, los leo y los releo, con el primero aprendo y con el segundo me esgajo de la risa, me divierto y me relajo.
Antes de ayer, me encontré con Aníbal y lo releí y encontré algo que me llegó como anillo al dedo, pues tenía ganas de escribir de nuevo sobre ese personaje: “José Antonio Murgas Aponte nacido en La Paz y criado en San Diego fue un portentoso estudiante y un profesional de calidades sobresalientes de los pocos que dominaban los áridos temas económicos, los laberintos de la filosofía y, a abastanza, conocía los temas literarios e históricos. Oculta en sí un magnífico poeta que pronto sorprenderá por su fecundidad y lirismo. Murgas no solo era brillante y capaz sino que a ello aunaba una desbordante simpatía y un incansable activismo; era el hombre querido, culto, afable, servicial y su liderazgo era merecido y ganado en la plaza pública, donde es un orador de recursos incalculables”. Ese era el Toño Murgas que fungía como parlamentario antes del 66 o 67 y después llegó a todas las dignidades que la democracia y el gobierno le da a un hombre: senador, representante, gobernador, ministro y embajador y eso jamás lo afectó ni le llenó la cabeza de humo, siempre la humildad fue su gran tesoro y además fue el gestor y creador de este pujante departamento del Cesar.
Carajo, casi, casi agoto el tema y no digo lo que voy a decir: cada vez que paso por la Gobernación me da torzón y me revuelco al ver “muy tiesos y muy majos” a Pedro Castro Monsalvo, “el hombre más grande que el Valle ha tenido”; Alfonso López Michelsen, exgobernador y expresidente y Luis Carlos Galán, engrandecido con su muerte, pero no está el busto de Toño Murgas el creador de este departamento. Ya eso lo he solicitado varias veces a muchos gobernadores, especialmente a Franco Ovalle y Meza Araujo de origen sandieganos y no fue posible. ¿Será que con Elvia Milena, sandiegana de quien tengo las mejores referencias y espero una gran administración, lo conseguiré? ¿Será que ahora sí pego?. Yo creo que sí, que por fin le vamos a reconocer a Toño Murgas su gran obra y tendrá la dicha de verlo y gozarlo en sus casi 100 años, pero lúcido “querido, culto, afable, amable y servicial”.
Sino lo logro, estoy seguro que sí, acudiré a la Asamblea para que mi diputado el Popo Barros presente el Proyecto de Ordenanza que ordene que a Toño Murgas se le erija un busto al lado de Castro, López y Galán. Solo cuesta 20 millones de pesos, pues ya lo averigüé con nuestros escultores.
Felicitaciones a mi equipo el más grande que Colombia ha tenido en toda su historia: Millonarios, sobre él escribiré próximamente.
¿Quién es el director del Bienestar Familiar que no ha mandado a pintar las culatas de ese edificio que está sucio y horrible y afea la cuadra donde está construido?