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Columnista - 15 octubre, 2022

Ser alcalde de Valledupar, horno crematorio

“El político piensa en la próxima elección; el estadista, en la próxima generación”. Esta famosa frase se la atribuyen a Otto Von Bismarck, político alemán de finales del siglo XIX. Winston Churchill cincuenta años después refrendó la frase diciendo: “El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las […]

“El político piensa en la próxima elección; el estadista, en la próxima generación”. Esta famosa frase se la atribuyen a Otto Von Bismarck, político alemán de finales del siglo XIX. Winston Churchill cincuenta años después refrendó la frase diciendo: “El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones” Dos hombres trascendentales de la historia de la humanidad que supieron responder con actitud y liderazgo los momentos difíciles que afrontaron. Ambos tuvieron razón y la tendrán por lo que resta de la existencia.  

Cualquier líder y todos los equipos, organizaciones y naciones tienen éxito a largo plazo debido al apoyo estratégico y la supervisión experta que reciben que los mantienen a ellos y a sus organizaciones en el camino correcto. La gobernanza, que incluye juntas, sistemas de monitoreo y mecanismos de señalización como códigos de conducta, asegura el éxito de las visiones de liderazgo y el potencial organizacional a largo plazo.

Quedan 14 meses para que finalice el gobierno del alcalde de Valledupar, Mello Castro. No es mucho lo que se sabe acerca del avance del plan de desarrollo, aunque desde el Concejo Municipal algunos de sus miembros han manifestado que han cumplido el rol de sus funciones realizando control político a cada una de las dependencias o secretarías del ejecutivo, en aras de verificar el estado de avance del plan de desarrollo. 

Es habitual por norma y metodología que las administraciones públicas se dedican a diseñar e implantar planes, programas y proyectos con el objetivo de mejorar la vida de la población. Sin embargo, los indicadores socioeconómicos que constituyen un instrumento de característica específica, observable y medible hacen sobresalir o hundir al gobernante. Esto sucede con el alcalde Mello Castro, pese a que el plan de desarrollo muestre avances porcentuales de cumplimiento el impacto no se nota en la ciudad. Por esta razón es importante medir el impacto. 

La evaluación del impacto sigue siendo una asignatura pendiente en general del sector público, porque las inversiones y el agotamiento del presupuesto no significan la mayoría de las veces, mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes. No se sabe si lo que se hace se está haciendo bien. En el caso de Valledupar, el resultado determina que sus exalcaldes, han sido intrascendentes después de 1995. En la etapa posterior, no volvieron a ser elegidos en ningún otro cargo de elección popular, ese pasaporte al ostracismo lo pagaron por su ineficacia gubernamental, significando un alto costo de atraso para Valledupar y la consideración de mi parte, que ser alcalde de Valledupar se ha convertido en un horno crematorio. 

La aparición y madurez de fragilidades urbanas de Valledupar, relacionadas con el rápido crecimiento colisionan con los desafíos de las ciudades inherentes al crecimiento demográfico, el cambio de su estructura, el cambio climático acelerado, la creciente desigualdad y la habitabilidad deficiente. Estas fragilidades desembocan en desconfianza institucional, informalidad laboral, desempleo, inseguridad, discontinuidad en la prestación de los servicios públicos y en deterioro de la malla vial.  Solucionar estos problemas en cuatro años es prácticamente una causa milagrosa, insistir en esta proeza garantiza pasaporte al fracaso, porque las ciudades no se detienen son sistemas en constante evolución.

Están asomando varios candidatos que aspiran a suceder a Mello Castro. El siguiente tiene el reto de entender la complejidad de los problemas y las limitaciones de tiempo y presupuestal, por eso proponer un Plan Estratégico de largo plazo, (20 o 30 años), que identifique las potencialidades, limitaciones y tendencias, en el marco de la génesis de una nueva cultura política con acciones concretas de forma sostenible, viable y eficiente, para pensar en las generaciones futuras y con el fin de despegarle la etiqueta de horno crematorio a la alcaldía de Valledupar.

Columnista
15 octubre, 2022

Ser alcalde de Valledupar, horno crematorio

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Elquis Diaz

“El político piensa en la próxima elección; el estadista, en la próxima generación”. Esta famosa frase se la atribuyen a Otto Von Bismarck, político alemán de finales del siglo XIX. Winston Churchill cincuenta años después refrendó la frase diciendo: “El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las […]


“El político piensa en la próxima elección; el estadista, en la próxima generación”. Esta famosa frase se la atribuyen a Otto Von Bismarck, político alemán de finales del siglo XIX. Winston Churchill cincuenta años después refrendó la frase diciendo: “El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones” Dos hombres trascendentales de la historia de la humanidad que supieron responder con actitud y liderazgo los momentos difíciles que afrontaron. Ambos tuvieron razón y la tendrán por lo que resta de la existencia.  

Cualquier líder y todos los equipos, organizaciones y naciones tienen éxito a largo plazo debido al apoyo estratégico y la supervisión experta que reciben que los mantienen a ellos y a sus organizaciones en el camino correcto. La gobernanza, que incluye juntas, sistemas de monitoreo y mecanismos de señalización como códigos de conducta, asegura el éxito de las visiones de liderazgo y el potencial organizacional a largo plazo.

Quedan 14 meses para que finalice el gobierno del alcalde de Valledupar, Mello Castro. No es mucho lo que se sabe acerca del avance del plan de desarrollo, aunque desde el Concejo Municipal algunos de sus miembros han manifestado que han cumplido el rol de sus funciones realizando control político a cada una de las dependencias o secretarías del ejecutivo, en aras de verificar el estado de avance del plan de desarrollo. 

Es habitual por norma y metodología que las administraciones públicas se dedican a diseñar e implantar planes, programas y proyectos con el objetivo de mejorar la vida de la población. Sin embargo, los indicadores socioeconómicos que constituyen un instrumento de característica específica, observable y medible hacen sobresalir o hundir al gobernante. Esto sucede con el alcalde Mello Castro, pese a que el plan de desarrollo muestre avances porcentuales de cumplimiento el impacto no se nota en la ciudad. Por esta razón es importante medir el impacto. 

La evaluación del impacto sigue siendo una asignatura pendiente en general del sector público, porque las inversiones y el agotamiento del presupuesto no significan la mayoría de las veces, mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes. No se sabe si lo que se hace se está haciendo bien. En el caso de Valledupar, el resultado determina que sus exalcaldes, han sido intrascendentes después de 1995. En la etapa posterior, no volvieron a ser elegidos en ningún otro cargo de elección popular, ese pasaporte al ostracismo lo pagaron por su ineficacia gubernamental, significando un alto costo de atraso para Valledupar y la consideración de mi parte, que ser alcalde de Valledupar se ha convertido en un horno crematorio. 

La aparición y madurez de fragilidades urbanas de Valledupar, relacionadas con el rápido crecimiento colisionan con los desafíos de las ciudades inherentes al crecimiento demográfico, el cambio de su estructura, el cambio climático acelerado, la creciente desigualdad y la habitabilidad deficiente. Estas fragilidades desembocan en desconfianza institucional, informalidad laboral, desempleo, inseguridad, discontinuidad en la prestación de los servicios públicos y en deterioro de la malla vial.  Solucionar estos problemas en cuatro años es prácticamente una causa milagrosa, insistir en esta proeza garantiza pasaporte al fracaso, porque las ciudades no se detienen son sistemas en constante evolución.

Están asomando varios candidatos que aspiran a suceder a Mello Castro. El siguiente tiene el reto de entender la complejidad de los problemas y las limitaciones de tiempo y presupuestal, por eso proponer un Plan Estratégico de largo plazo, (20 o 30 años), que identifique las potencialidades, limitaciones y tendencias, en el marco de la génesis de una nueva cultura política con acciones concretas de forma sostenible, viable y eficiente, para pensar en las generaciones futuras y con el fin de despegarle la etiqueta de horno crematorio a la alcaldía de Valledupar.