“Estas señales seguirán a los que creen…” San Marcos 16,17 Se puede saber lo que cree una persona por las señales que le siguen. Si las señales que le siguen no son buenas, entonces, hay que cambiar lo que se cree. Si se cree en lo verdadero, lo honesto, lo justo, lo puro, lo amable, […]
“Estas señales seguirán a los que creen…” San Marcos 16,17
Se puede saber lo que cree una persona por las señales que le siguen. Si las señales que le siguen no son buenas, entonces, hay que cambiar lo que se cree.
Si se cree en lo verdadero, lo honesto, lo justo, lo puro, lo amable, lo que es de buen nombre, lo virtuoso, lo digno de alabanza… señales de bien nos seguirán. Si creemos en lo equivocado, también las consecuencias se verán.
Jesús enseñó acerca de los resultados de creer bien o mal, a través de la parábola de los Talentos. Allí midió la capacidad de creer de tres personas, quienes recibieron cinco, tres y un talento respectivamente. El primero multiplicó y administró luego cinco más. El segundo, creció y administró luego cuatro talentos; pero el que recibió uno lo devolvió tal como lo había recibido. Simplemente no creyó como los otros dos. No asumió ningún riesgo, no quiso cambiar. No vio la oportunidad de crecimiento que tenía frente a él.
Mientras los dos primeros creyeron que su Señor les había dado la oportunidad de avanzar, el último personaje se justificó basado en sus creencias. Creía que su Señor era duro e intransigente. Los unos avanzaron; el otro fracasó y se le llamó: “Siervo malo y negligente”. Lo que él creía le hizo esconder su talento. Su excusa fue: “Yo sabía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual, tuve miedo y fui y escondí en tierra tu talento”. Su error no fue vivir una mala vida como el Hijo Pródigo que tomó el dinero de su padre y lo malgastó en fiestas y diversión; sino que no creyó y no hizo nada con lo recibido. Tuvo temor y no cambió.
Queridos amigos: ¿Cuántos de nosotros actuamos igual? Las creencias negativas nos impiden avanzar. Se nos pasan los años y seguimos igual, no avanzamos, no cambiamos. ¿Cuántas veces por creer algo equivocado en la vida, escondemos los talentos? Si no nos gustan las señales que nos siguen, cambiemos lo que creemos. Reflexionemos: Qué y en quién creemos.
Dios nos ha confiado talentos, representados en bienes, habilidades, dones y oportunidades de crecimiento. Lo que creamos de Dios y la relación que tengamos con él, nos hará victoriosos y dignos de alabanza: “Bien, buen sirvo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu Señor”. Dios no es duro, Dios es bueno y su misericordia es para siempre.
La vida nos ofrece infinitas oportunidades para crecer, para avanzar y mejorar cada día nuestra existencia. Un día no muy lejano, el autor, dueño de la vida, regresará y nos pedirá cuentas. Su intención no fue enseñar sobre el dinero, sino sobre la capacidad de creer y confiar de cada persona. ¡Depositemos en Dios nuestra confianza!
Ese día, tendremos dos opciones: Daremos un parte positivo de victoria o presentaremos excusas de fracaso por causa de nuestras creencias equivocadas. ¡No escondamos los talentos recibidos, multipliquémoslos! Recordemos que las señales seguirán a los que creen.
Un fraterno abrazo en Cristo.
“Estas señales seguirán a los que creen…” San Marcos 16,17 Se puede saber lo que cree una persona por las señales que le siguen. Si las señales que le siguen no son buenas, entonces, hay que cambiar lo que se cree. Si se cree en lo verdadero, lo honesto, lo justo, lo puro, lo amable, […]
“Estas señales seguirán a los que creen…” San Marcos 16,17
Se puede saber lo que cree una persona por las señales que le siguen. Si las señales que le siguen no son buenas, entonces, hay que cambiar lo que se cree.
Si se cree en lo verdadero, lo honesto, lo justo, lo puro, lo amable, lo que es de buen nombre, lo virtuoso, lo digno de alabanza… señales de bien nos seguirán. Si creemos en lo equivocado, también las consecuencias se verán.
Jesús enseñó acerca de los resultados de creer bien o mal, a través de la parábola de los Talentos. Allí midió la capacidad de creer de tres personas, quienes recibieron cinco, tres y un talento respectivamente. El primero multiplicó y administró luego cinco más. El segundo, creció y administró luego cuatro talentos; pero el que recibió uno lo devolvió tal como lo había recibido. Simplemente no creyó como los otros dos. No asumió ningún riesgo, no quiso cambiar. No vio la oportunidad de crecimiento que tenía frente a él.
Mientras los dos primeros creyeron que su Señor les había dado la oportunidad de avanzar, el último personaje se justificó basado en sus creencias. Creía que su Señor era duro e intransigente. Los unos avanzaron; el otro fracasó y se le llamó: “Siervo malo y negligente”. Lo que él creía le hizo esconder su talento. Su excusa fue: “Yo sabía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual, tuve miedo y fui y escondí en tierra tu talento”. Su error no fue vivir una mala vida como el Hijo Pródigo que tomó el dinero de su padre y lo malgastó en fiestas y diversión; sino que no creyó y no hizo nada con lo recibido. Tuvo temor y no cambió.
Queridos amigos: ¿Cuántos de nosotros actuamos igual? Las creencias negativas nos impiden avanzar. Se nos pasan los años y seguimos igual, no avanzamos, no cambiamos. ¿Cuántas veces por creer algo equivocado en la vida, escondemos los talentos? Si no nos gustan las señales que nos siguen, cambiemos lo que creemos. Reflexionemos: Qué y en quién creemos.
Dios nos ha confiado talentos, representados en bienes, habilidades, dones y oportunidades de crecimiento. Lo que creamos de Dios y la relación que tengamos con él, nos hará victoriosos y dignos de alabanza: “Bien, buen sirvo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu Señor”. Dios no es duro, Dios es bueno y su misericordia es para siempre.
La vida nos ofrece infinitas oportunidades para crecer, para avanzar y mejorar cada día nuestra existencia. Un día no muy lejano, el autor, dueño de la vida, regresará y nos pedirá cuentas. Su intención no fue enseñar sobre el dinero, sino sobre la capacidad de creer y confiar de cada persona. ¡Depositemos en Dios nuestra confianza!
Ese día, tendremos dos opciones: Daremos un parte positivo de victoria o presentaremos excusas de fracaso por causa de nuestras creencias equivocadas. ¡No escondamos los talentos recibidos, multipliquémoslos! Recordemos que las señales seguirán a los que creen.
Un fraterno abrazo en Cristo.