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Columnista - 21 abril, 2024

Sembrando futuro

Hay varios componentes que deben tener en cuenta nuestros mandatarios para promover este desarrollo sostenible...

Aquí, en el Cesar, el campo no es solo tierra; es tradición, es futuro y es la esperanza de una vida mejor para muchas familias. Pero para que esto sea realidad, necesitamos que los que gobiernan pongan el desarrollo del campo en el corazón de sus planes de desarrollo municipal. Y no se trata solo de decirlo, sino de hacerlo con acciones que de verdad hagan la diferencia.

Por ley, hay varios componentes que deben tener en cuenta nuestros mandatarios para promover este desarrollo sostenible: desde los Consejos Municipales de Desarrollo Rural (CMDR), pasando por los Programas Agropecuarios Municipales (PAM), hasta los Planes Departamentales de Extensión Agropecuaria (PDEA) y los Planes Integrales de Desarrollo Agropecuario, Rural y de Tierras (PIDARET). Todos estos son herramientas clave que, si se usan bien, pueden cambiar el juego para nuestro campo.

Si estos planes se quedan solo en el papel y no se ejecutan con ganas y eficiencia, las consecuencias pueden ser graves. A nivel social, podríamos ver cómo nuestras comunidades rurales siguen rezagadas, sin acceso a las oportunidades que pueden mejorar su calidad de vida y sin brindarnos a todos nuestra soberanía alimentaria.
Fiscalmente, un campo abandonado significa menos ingresos para el municipio y por ende, menos recursos para invertir en el bienestar de todos. Y jurídicamente, olvidarse de estos compromisos puede llevar a sanciones y problemas legales que nadie quiere.
¿Qué necesitamos? Que nuestros líderes locales le metan el alma y el corazón al desarrollo de nuestro campo. Que no solo incluyan estos componentes en sus planes porque la ley los obliga, sino porque entienden que es lo mejor para sus municipios. Que vean el campo como una inversión en nuestro futuro, no como una carga.

Es hora que los mandatarios demuestren con acciones concretas su compromiso con el campo. Que trabajen mano a mano con las comunidades rurales, escuchando sus necesidades y apoyándolas para que juntos podamos construir un Cesar más próspero y sostenible.

Es el momento de actuar, de invertir, de aprovechar y creer en el potencial de nuestra región y nuestra gente. Por un futuro mejor para todos, hagamos del desarrollo sostenible del sector agropecuario y rural una realidad. ¡Recordemos que el carbón se acaba, es ahora o nunca!

RICARDO REYES

Columnista
21 abril, 2024

Sembrando futuro

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Ricardo Reyes

Hay varios componentes que deben tener en cuenta nuestros mandatarios para promover este desarrollo sostenible...


Aquí, en el Cesar, el campo no es solo tierra; es tradición, es futuro y es la esperanza de una vida mejor para muchas familias. Pero para que esto sea realidad, necesitamos que los que gobiernan pongan el desarrollo del campo en el corazón de sus planes de desarrollo municipal. Y no se trata solo de decirlo, sino de hacerlo con acciones que de verdad hagan la diferencia.

Por ley, hay varios componentes que deben tener en cuenta nuestros mandatarios para promover este desarrollo sostenible: desde los Consejos Municipales de Desarrollo Rural (CMDR), pasando por los Programas Agropecuarios Municipales (PAM), hasta los Planes Departamentales de Extensión Agropecuaria (PDEA) y los Planes Integrales de Desarrollo Agropecuario, Rural y de Tierras (PIDARET). Todos estos son herramientas clave que, si se usan bien, pueden cambiar el juego para nuestro campo.

Si estos planes se quedan solo en el papel y no se ejecutan con ganas y eficiencia, las consecuencias pueden ser graves. A nivel social, podríamos ver cómo nuestras comunidades rurales siguen rezagadas, sin acceso a las oportunidades que pueden mejorar su calidad de vida y sin brindarnos a todos nuestra soberanía alimentaria.
Fiscalmente, un campo abandonado significa menos ingresos para el municipio y por ende, menos recursos para invertir en el bienestar de todos. Y jurídicamente, olvidarse de estos compromisos puede llevar a sanciones y problemas legales que nadie quiere.
¿Qué necesitamos? Que nuestros líderes locales le metan el alma y el corazón al desarrollo de nuestro campo. Que no solo incluyan estos componentes en sus planes porque la ley los obliga, sino porque entienden que es lo mejor para sus municipios. Que vean el campo como una inversión en nuestro futuro, no como una carga.

Es hora que los mandatarios demuestren con acciones concretas su compromiso con el campo. Que trabajen mano a mano con las comunidades rurales, escuchando sus necesidades y apoyándolas para que juntos podamos construir un Cesar más próspero y sostenible.

Es el momento de actuar, de invertir, de aprovechar y creer en el potencial de nuestra región y nuestra gente. Por un futuro mejor para todos, hagamos del desarrollo sostenible del sector agropecuario y rural una realidad. ¡Recordemos que el carbón se acaba, es ahora o nunca!

RICARDO REYES