El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo es una publicación anual realizada por la FAO, el FIDA, la OMS, el PMA y UNICEF.
El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo es una publicación anual realizada por la FAO, el FIDA, la OMS, el PMA y UNICEF. Hace un seguimiento de los progresos relacionados con la erradicación del hambre y la mejora de la seguridad alimentaria y la nutrición. También ofrece un análisis de los desafíos a los que nos enfrentamos para lograr la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible. El informe está dirigido a responsables de las políticas, organizaciones internacionales, instituciones académicas y el público general.
Entre las recomendaciones sobresale una clave inherente a que los gobiernos deben comenzar a replantearse cómo pueden reasignar sus actuales presupuestos públicos para hacerlos más eficaces en función del costo y más eficientes a la hora de reducir el costo de los alimentos nutritivos e incrementar la disponibilidad y la asequibilidad de las dietas saludables, de manera sostenible y sin dejar a nadie atrás.
Los datos más recientes disponibles sugieren que el número de personas que no se pueden permitir una dieta saludable a nivel mundial aumentó en 112 millones (hasta alcanzar casi los 3.100 millones), lo cual refleja las repercusiones del incremento de los precios de los alimentos al consumidor durante la pandemia.
La guerra en curso en Ucrania está perturbando las cadenas de suministro y afectando aún más a los precios de los cereales, los fertilizantes y la energía. En la primera mitad de 2022, esto dio lugar a incrementos adicionales de los precios de los alimentos. Al mismo tiempo, fenómenos climáticos extremos más frecuentes y graves están perturbando las cadenas de suministro, especialmente en los países de ingresos bajos.
Los encargados de formular políticas en los países de ingresos bajos y, tal vez, en algunos países de ingresos medianos bajos, deberán superar dos desafíos. En primer lugar, deberán alcanzar acuerdos en la adaptación del apoyo a la alimentación y la agricultura con miras a lograr varios objetivos inclusivos de transformación agrícola en consonancia con el objetivo de reducir el costo y aumentar la asequibilidad de las dietas saludables.
En segundo lugar, teniendo en cuenta sus bajos presupuestos, también tendrán que movilizar una financiación significativa para acelerar la prestación de apoyo relacionado con servicios generales para subsanar eficazmente las deficiencias de productividad en la producción de alimentos nutritivos. A este respecto, el apoyo a la inversión pública internacional (por ejemplo, de las instituciones financieras internacionales, los bancos regionales de desarrollo y el Programa mundial de agricultura y seguridad alimentaria) será esencial para facilitar la transición hacia un mayor apoyo relacionado con servicios generales, en especial en los países de ingresos bajos.
El informe debería disipar cualquier duda que quede de que el mundo está retrocediendo en sus esfuerzos por acabar con el hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición en todas sus formas. Actualmente, solo estamos a siete años de 2030, pero la distancia para alcanzar muchas de las metas del ODS #2 es mayor cada año.
En Suramérica, Venezuela tuvo la mayor prevalencia de subalimentación (22,9 %), que equivale a 6,5 millones de personas, seguida de Ecuador, con el 15,4 % (2,7 millones), y Bolivia, con el 13,9 % (1,6 millones). Mientras que, en Colombia, Paraguay, Perú y Surinam la prevalencia superó el 8 %. Para nuestro país esto significó un incremento de 2 puntos porcentuales, lo que quiere decir que 1,1 millones de personas más se encuentran en condiciones de subalimentación.
Superar el hambre en el mundo es una tarea incesante de las organizaciones encargadas. El desafío ambiental tiene un aliado en la tecnología, pero la irracionalidad del ser humano que crea guerras, supone un obstáculo muy complicado para el logro de los objetivos planteados para 2030.
En ese escenario Colombia está llamada a ser despensa de alimentos para el mundo, para darle alcance a ese objetivo primero debe resolver los compromisos de la Reforma Rural Integral contemplada en el primer punto del Acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera firmado entre el gobierno nacional y las FARC en 2016. Ese es el introito para poder influir en la seguridad alimentaria de Colombia y del mundo.
Por Luis Elquis Díaz
El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo es una publicación anual realizada por la FAO, el FIDA, la OMS, el PMA y UNICEF.
El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo es una publicación anual realizada por la FAO, el FIDA, la OMS, el PMA y UNICEF. Hace un seguimiento de los progresos relacionados con la erradicación del hambre y la mejora de la seguridad alimentaria y la nutrición. También ofrece un análisis de los desafíos a los que nos enfrentamos para lograr la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible. El informe está dirigido a responsables de las políticas, organizaciones internacionales, instituciones académicas y el público general.
Entre las recomendaciones sobresale una clave inherente a que los gobiernos deben comenzar a replantearse cómo pueden reasignar sus actuales presupuestos públicos para hacerlos más eficaces en función del costo y más eficientes a la hora de reducir el costo de los alimentos nutritivos e incrementar la disponibilidad y la asequibilidad de las dietas saludables, de manera sostenible y sin dejar a nadie atrás.
Los datos más recientes disponibles sugieren que el número de personas que no se pueden permitir una dieta saludable a nivel mundial aumentó en 112 millones (hasta alcanzar casi los 3.100 millones), lo cual refleja las repercusiones del incremento de los precios de los alimentos al consumidor durante la pandemia.
La guerra en curso en Ucrania está perturbando las cadenas de suministro y afectando aún más a los precios de los cereales, los fertilizantes y la energía. En la primera mitad de 2022, esto dio lugar a incrementos adicionales de los precios de los alimentos. Al mismo tiempo, fenómenos climáticos extremos más frecuentes y graves están perturbando las cadenas de suministro, especialmente en los países de ingresos bajos.
Los encargados de formular políticas en los países de ingresos bajos y, tal vez, en algunos países de ingresos medianos bajos, deberán superar dos desafíos. En primer lugar, deberán alcanzar acuerdos en la adaptación del apoyo a la alimentación y la agricultura con miras a lograr varios objetivos inclusivos de transformación agrícola en consonancia con el objetivo de reducir el costo y aumentar la asequibilidad de las dietas saludables.
En segundo lugar, teniendo en cuenta sus bajos presupuestos, también tendrán que movilizar una financiación significativa para acelerar la prestación de apoyo relacionado con servicios generales para subsanar eficazmente las deficiencias de productividad en la producción de alimentos nutritivos. A este respecto, el apoyo a la inversión pública internacional (por ejemplo, de las instituciones financieras internacionales, los bancos regionales de desarrollo y el Programa mundial de agricultura y seguridad alimentaria) será esencial para facilitar la transición hacia un mayor apoyo relacionado con servicios generales, en especial en los países de ingresos bajos.
El informe debería disipar cualquier duda que quede de que el mundo está retrocediendo en sus esfuerzos por acabar con el hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrición en todas sus formas. Actualmente, solo estamos a siete años de 2030, pero la distancia para alcanzar muchas de las metas del ODS #2 es mayor cada año.
En Suramérica, Venezuela tuvo la mayor prevalencia de subalimentación (22,9 %), que equivale a 6,5 millones de personas, seguida de Ecuador, con el 15,4 % (2,7 millones), y Bolivia, con el 13,9 % (1,6 millones). Mientras que, en Colombia, Paraguay, Perú y Surinam la prevalencia superó el 8 %. Para nuestro país esto significó un incremento de 2 puntos porcentuales, lo que quiere decir que 1,1 millones de personas más se encuentran en condiciones de subalimentación.
Superar el hambre en el mundo es una tarea incesante de las organizaciones encargadas. El desafío ambiental tiene un aliado en la tecnología, pero la irracionalidad del ser humano que crea guerras, supone un obstáculo muy complicado para el logro de los objetivos planteados para 2030.
En ese escenario Colombia está llamada a ser despensa de alimentos para el mundo, para darle alcance a ese objetivo primero debe resolver los compromisos de la Reforma Rural Integral contemplada en el primer punto del Acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera firmado entre el gobierno nacional y las FARC en 2016. Ese es el introito para poder influir en la seguridad alimentaria de Colombia y del mundo.
Por Luis Elquis Díaz