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Columnista - 18 enero, 2022

Secuestraron la esperanza

Sin que realmente tenga yo capacidad para hacerlo, simplemente me relajé y lo tomé como un caso más donde el ser humano se deja confundir por la efímera prosperidad individual que el inequitativo sistema político actual cede a cambio de la complicidad y el silencio,

Un amigo muy convencido de sus decisiones, retadoramente me dijo que él había escogido el camino adecuado, refiriéndose a su apoyo político para algunos candidatos al Senado de la República y a la Cámara de Representantes, todos cuestionados por su deficiente desempeño. 

Su vehemencia tristemente me llevó a confirmar las tantas ocasiones que el dinero fácil disfraza, con tiernos pétalos de rosas, la ruta al infortunio, inducida por el simplista e inconmovible adoctrinamiento de la comodidad particular. Aunque parezca increíble de inmediato lo justifiqué.

Sin que realmente tenga yo capacidad para hacerlo, simplemente me relajé y lo tomé como un caso más donde el ser humano se deja confundir por la efímera prosperidad individual que el inequitativo sistema político actual cede a cambio de la complicidad y el silencio, y sobre la que edificará todo tipo de sofismas defendidos por las mismas víctimas, ciegas y sordas, al tiempo que promueve la autonomía intelectual como condición esencial de una elección de servidores públicos en plena libertad.

En este decorado se han llenado y se siguen llenando salones de eventos a escuchar sandeces, al que asisten casi obligados algunos funcionarios públicos, incluso acompañados por familiares para defender su actual vinculación laboral, otros buscan allí la tan anhelada oportunidad truncada por la ‘rosca’ de siempre, los contratistas insisten en su relación empresarial con el Estado, los periodistas independientes afanosamente también concurren buscando su temporada alta electoral y si al espeluznante escenario le hiciera falta algo, no falta un autodenominado experto en estrategia política, muy tieso y muy majo, dando cátedra de lo que muy pocas veces sabe. En fin, es el vivo registro de la clientela, como ventajoso elemento para lograr el triunfo en las urnas.

Mientras tanto, el panal que cada cuatro años presentan como la panacea de la gestión legislativa, confunde psicológicamente a las abejas que se envenenan con su propia miel. Por ejemplo, insistentemente se escucha que el problema no está en la deficiente gestión sino en la estrategia comunicacional del congresista, que el paisanaje es superior al sepulcral silencio congresional de los titulares, que los padres de la patria deben ser tramitadores de proyectos de inversión social y no reales voceros del pueblo, hasta ahora mudos frente a las perniciosas iniciativas del indolente gobierno Nacional. 

Pero lo más perjudicial de todo será cuando habilidosamente logran convencernos que nuestra estabilidad económica particular es el fin de la misión oficial y no la implementación de efectivas políticas públicas, como solución a las necesidades básicas colectivas. Ese egocentrismo secuestra la esperanza. En ese momento deponemos los ideales, nos volvemos incrédulos frente a alternativas políticas independientes a las maquinarias de siempre, descalificamos cualquier iniciativa que no esté soportadas en la economía, como si nuestra voz no fuera testimonio de esa insolvencia, nos convertimos en una alcancía con forma de rockola humana que hablamos de acuerdo al tipo de moneda que nos echen.      

Llegó el momento de proceder. Confío en que democráticamente liberaremos la ilusión en un gran cataclismo político, que ponga en sitios de decisión a ciudadanos comprometidos con el bienestar general, de lo contrario nos tocará esperar a que el desgaste de los abusadores regímenes haga lo propio, confiados en lo que cualquier día me dijo en su sabiduría mi amigo arhuaco Cesar Izquierdo, ‘Checha’, “la chicharra tiene su época, pero con el tiempo ella misma se explota”. Un abrazo. –

Por Antonio María Araújo Calderón

Columnista
18 enero, 2022

Secuestraron la esperanza

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Antonio María Araujo

Sin que realmente tenga yo capacidad para hacerlo, simplemente me relajé y lo tomé como un caso más donde el ser humano se deja confundir por la efímera prosperidad individual que el inequitativo sistema político actual cede a cambio de la complicidad y el silencio,


Un amigo muy convencido de sus decisiones, retadoramente me dijo que él había escogido el camino adecuado, refiriéndose a su apoyo político para algunos candidatos al Senado de la República y a la Cámara de Representantes, todos cuestionados por su deficiente desempeño. 

Su vehemencia tristemente me llevó a confirmar las tantas ocasiones que el dinero fácil disfraza, con tiernos pétalos de rosas, la ruta al infortunio, inducida por el simplista e inconmovible adoctrinamiento de la comodidad particular. Aunque parezca increíble de inmediato lo justifiqué.

Sin que realmente tenga yo capacidad para hacerlo, simplemente me relajé y lo tomé como un caso más donde el ser humano se deja confundir por la efímera prosperidad individual que el inequitativo sistema político actual cede a cambio de la complicidad y el silencio, y sobre la que edificará todo tipo de sofismas defendidos por las mismas víctimas, ciegas y sordas, al tiempo que promueve la autonomía intelectual como condición esencial de una elección de servidores públicos en plena libertad.

En este decorado se han llenado y se siguen llenando salones de eventos a escuchar sandeces, al que asisten casi obligados algunos funcionarios públicos, incluso acompañados por familiares para defender su actual vinculación laboral, otros buscan allí la tan anhelada oportunidad truncada por la ‘rosca’ de siempre, los contratistas insisten en su relación empresarial con el Estado, los periodistas independientes afanosamente también concurren buscando su temporada alta electoral y si al espeluznante escenario le hiciera falta algo, no falta un autodenominado experto en estrategia política, muy tieso y muy majo, dando cátedra de lo que muy pocas veces sabe. En fin, es el vivo registro de la clientela, como ventajoso elemento para lograr el triunfo en las urnas.

Mientras tanto, el panal que cada cuatro años presentan como la panacea de la gestión legislativa, confunde psicológicamente a las abejas que se envenenan con su propia miel. Por ejemplo, insistentemente se escucha que el problema no está en la deficiente gestión sino en la estrategia comunicacional del congresista, que el paisanaje es superior al sepulcral silencio congresional de los titulares, que los padres de la patria deben ser tramitadores de proyectos de inversión social y no reales voceros del pueblo, hasta ahora mudos frente a las perniciosas iniciativas del indolente gobierno Nacional. 

Pero lo más perjudicial de todo será cuando habilidosamente logran convencernos que nuestra estabilidad económica particular es el fin de la misión oficial y no la implementación de efectivas políticas públicas, como solución a las necesidades básicas colectivas. Ese egocentrismo secuestra la esperanza. En ese momento deponemos los ideales, nos volvemos incrédulos frente a alternativas políticas independientes a las maquinarias de siempre, descalificamos cualquier iniciativa que no esté soportadas en la economía, como si nuestra voz no fuera testimonio de esa insolvencia, nos convertimos en una alcancía con forma de rockola humana que hablamos de acuerdo al tipo de moneda que nos echen.      

Llegó el momento de proceder. Confío en que democráticamente liberaremos la ilusión en un gran cataclismo político, que ponga en sitios de decisión a ciudadanos comprometidos con el bienestar general, de lo contrario nos tocará esperar a que el desgaste de los abusadores regímenes haga lo propio, confiados en lo que cualquier día me dijo en su sabiduría mi amigo arhuaco Cesar Izquierdo, ‘Checha’, “la chicharra tiene su época, pero con el tiempo ella misma se explota”. Un abrazo. –

Por Antonio María Araújo Calderón