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Judicial - 5 mayo, 2014

Se suicidó investigador de la Policía

Albeiro Hamir Baraja Páez, intendente del Servicio de Inteligencia de la Policía Nacional, SIPOL, recién trasladado del interior del país al Cesar, puso fin a su vida propinándose un impacto de bala en la cabeza utilizando su arma de dotación.

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Albeiro Hamir Baraja Páez, intendente del Servicio de Inteligencia de la Policía Nacional, SIPOL, recién trasladado del interior del país al Cesar, puso fin a su vida propinándose un impacto de bala en la cabeza utilizando su arma de dotación.

Los motivos que al parecer tendría el uniformado para acabar con sus días, habrían sido por asuntos pasionales.

El infortunado caso ocurrió en una vivienda cercana al Comando de la institución policial, donde vivía pensionado, luego de haber sostenido una acalorada discusión al parecer con su compañera sentimental.

Baraja Páez, de 42 años, quien en medio del intercambio de palabras, agarró la pistola calibre nueve milímetros y se propinó un balazo en la sien derecha, que le produjo la muerte en el acto, según informaron las autoridades.

El suicidio se registró a las 2:30 de la tarde de este lunes, en la calle 25 con carrera 7-31 del barrio Cinco de Noviembre, al suroriente de Valledupar, donde vivía pensionado.

“Hacia el mediodía llegó y se encerró; luego llegó una mujer le abrí la puerta y se trasladó hasta su habitación. Yo me acosté, porque estaba cansada y escuché como si estuvieran discutiendo y luego sonó como si algo hubiera estallado, pero no parecía que fuera un disparo y posteriormente, la mujer salió del cuarto gritando que él se había matado. En verdad, yo no escuché nada y me doy cuenta al salir de la habitación para verificar lo sucedido y observé a Albeiro Hamir en el suelo”, explicó un testigo que reside en ese inmueble.

El uniformado habitaba esta casa desde hacía dos meses, fecha en que fue trasladado a esta capital, él tomaba los alimentos en otra parte y cuando estaba de servicio, venía a hacer su siesta el mediodía.

Algunos de sus compañeros de trabajo que se acercaron a la escena del suceso, destacaron su ejercicio profesional y el empeño en las investigaciones de los casos que les asignaban y expresaron su extrañeza por la fatal decisión.

Por Abdel Martínez Pérez

[email protected]

Judicial
5 mayo, 2014

Se suicidó investigador de la Policía

Albeiro Hamir Baraja Páez, intendente del Servicio de Inteligencia de la Policía Nacional, SIPOL, recién trasladado del interior del país al Cesar, puso fin a su vida propinándose un impacto de bala en la cabeza utilizando su arma de dotación.


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Albeiro Hamir Baraja Páez, intendente del Servicio de Inteligencia de la Policía Nacional, SIPOL, recién trasladado del interior del país al Cesar, puso fin a su vida propinándose un impacto de bala en la cabeza utilizando su arma de dotación.

Los motivos que al parecer tendría el uniformado para acabar con sus días, habrían sido por asuntos pasionales.

El infortunado caso ocurrió en una vivienda cercana al Comando de la institución policial, donde vivía pensionado, luego de haber sostenido una acalorada discusión al parecer con su compañera sentimental.

Baraja Páez, de 42 años, quien en medio del intercambio de palabras, agarró la pistola calibre nueve milímetros y se propinó un balazo en la sien derecha, que le produjo la muerte en el acto, según informaron las autoridades.

El suicidio se registró a las 2:30 de la tarde de este lunes, en la calle 25 con carrera 7-31 del barrio Cinco de Noviembre, al suroriente de Valledupar, donde vivía pensionado.

“Hacia el mediodía llegó y se encerró; luego llegó una mujer le abrí la puerta y se trasladó hasta su habitación. Yo me acosté, porque estaba cansada y escuché como si estuvieran discutiendo y luego sonó como si algo hubiera estallado, pero no parecía que fuera un disparo y posteriormente, la mujer salió del cuarto gritando que él se había matado. En verdad, yo no escuché nada y me doy cuenta al salir de la habitación para verificar lo sucedido y observé a Albeiro Hamir en el suelo”, explicó un testigo que reside en ese inmueble.

El uniformado habitaba esta casa desde hacía dos meses, fecha en que fue trasladado a esta capital, él tomaba los alimentos en otra parte y cuando estaba de servicio, venía a hacer su siesta el mediodía.

Algunos de sus compañeros de trabajo que se acercaron a la escena del suceso, destacaron su ejercicio profesional y el empeño en las investigaciones de los casos que les asignaban y expresaron su extrañeza por la fatal decisión.

Por Abdel Martínez Pérez

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