Leía al caricaturista Deivi Safady Pupo diciendo en twitter que: “el Departamento del Cesar necesita un cambio, pero que los que se autoproclaman como la ‘nueva opción’ han sido aliados en algún momento de los mismos con las mismas, entonces ¿cuál cambio?”, coincidiendo con lo que la actualidad política nos ofrece en materia de déficit […]
Leía al caricaturista Deivi Safady Pupo diciendo en twitter que: “el Departamento del Cesar necesita un cambio, pero que los que se autoproclaman como la ‘nueva opción’ han sido aliados en algún momento de los mismos con las mismas, entonces ¿cuál cambio?”, coincidiendo con lo que la actualidad política nos ofrece en materia de déficit de liderazgo y peor aún, siendo testigos áticos del faraónico conjuro de las escaramuzas independentistas, frente al encargo de funciones que por suspensión del gobernador debe proveer el Gobierno nacional.
Entiendo la queja del dibujante, toda vez que el noble ejercicio de la actividad política se degradó a la puja de bucaneros por su parte del botín conseguido en las urnas. Los ideales se acabaron. Los partidos son simples fábricas de avales, a la doctrina partidista la aniquilaron los fantasmas que producen réditos electorales. La dinámica de la política es un baile, los acuerdos programáticos dejan de serlo para convertirse en negociaciones económicas, el control político se deformó en extorsión, el pragmatismo del olfato político se trasformó en una descarada ausencia de escrúpulos, en la que todo se vale.
Aunque debemos ser justos y no culpar del todo a los políticos, porque como en las mejores familias, así como hay muy malos también hay buenos. Entonces como electores, debemos propiciar la oportunidad democrática para que estos aparezcan con decoro en la arena electoral. En este momento la discusión enfrenta un círculo vicioso, así como el del huevo y la gallina, no se sabe quién fue primero, si el político mañoso que utiliza en causa propia el mandato que democráticamente le damos con el voto o el confundido pueblo, que descalifica al dirigente cuando no tiene una gran bolsa, graduando de prócer al ignorante ambicioso que logra acumular fortuna a cualquier costo.
Siendo consecuentes, en este último caso no podemos quejarnos porque nos dejamos impresionar por la riqueza ajena, dejando de lado los atributos de un buen líder e ignorando las condiciones particulares de una propuesta política, que al menos previamente a la elección piensa en el bienestar colectivo. Apocalíptico futuro. Con una puesta en escena por cómodas opiniones, las cuales definen la política como el arte de lo posible, esperando al bus ganador para subirse, así después duren cuatro años amalayando una oportunidad de reivindicación. Son los que festejan el día de elecciones, vanagloriándose de nunca perder, pero perdiendo siempre.
Entonces, si queremos tener alguna oportunidad de cambio debemos seguir luchando por lo ‘imposible’. Necesitamos eso sí, líderes políticos que con su comportamiento promuevan la fe en una actividad noble desde su concepción filosófica; que interpreten en su discurso los sueños del colectivo; que realmente sean los voceros de la comunidad y no vulgares ventrílocuos de un estómago hambriento, además comprometidos en mantener la inmadurez política del elector, para perpetuarse generacionalmente en el poder. El pueblo está cansado, aunque sin figuras renovadoras seguirá en la inercia de elegir a los mismos con las mismas, pero si un nuevo liderazgo capitaliza la frustración generalizada mostrando una cara diferente, muy seguramente vamos a sentir el brazo amigo del Estado que, con el alivio de nuestras necesidades nos enseñará a elegir, para que los políticos dejen de ser una manada de lobos alrededor de un hueso. Un abrazo.
Leía al caricaturista Deivi Safady Pupo diciendo en twitter que: “el Departamento del Cesar necesita un cambio, pero que los que se autoproclaman como la ‘nueva opción’ han sido aliados en algún momento de los mismos con las mismas, entonces ¿cuál cambio?”, coincidiendo con lo que la actualidad política nos ofrece en materia de déficit […]
Leía al caricaturista Deivi Safady Pupo diciendo en twitter que: “el Departamento del Cesar necesita un cambio, pero que los que se autoproclaman como la ‘nueva opción’ han sido aliados en algún momento de los mismos con las mismas, entonces ¿cuál cambio?”, coincidiendo con lo que la actualidad política nos ofrece en materia de déficit de liderazgo y peor aún, siendo testigos áticos del faraónico conjuro de las escaramuzas independentistas, frente al encargo de funciones que por suspensión del gobernador debe proveer el Gobierno nacional.
Entiendo la queja del dibujante, toda vez que el noble ejercicio de la actividad política se degradó a la puja de bucaneros por su parte del botín conseguido en las urnas. Los ideales se acabaron. Los partidos son simples fábricas de avales, a la doctrina partidista la aniquilaron los fantasmas que producen réditos electorales. La dinámica de la política es un baile, los acuerdos programáticos dejan de serlo para convertirse en negociaciones económicas, el control político se deformó en extorsión, el pragmatismo del olfato político se trasformó en una descarada ausencia de escrúpulos, en la que todo se vale.
Aunque debemos ser justos y no culpar del todo a los políticos, porque como en las mejores familias, así como hay muy malos también hay buenos. Entonces como electores, debemos propiciar la oportunidad democrática para que estos aparezcan con decoro en la arena electoral. En este momento la discusión enfrenta un círculo vicioso, así como el del huevo y la gallina, no se sabe quién fue primero, si el político mañoso que utiliza en causa propia el mandato que democráticamente le damos con el voto o el confundido pueblo, que descalifica al dirigente cuando no tiene una gran bolsa, graduando de prócer al ignorante ambicioso que logra acumular fortuna a cualquier costo.
Siendo consecuentes, en este último caso no podemos quejarnos porque nos dejamos impresionar por la riqueza ajena, dejando de lado los atributos de un buen líder e ignorando las condiciones particulares de una propuesta política, que al menos previamente a la elección piensa en el bienestar colectivo. Apocalíptico futuro. Con una puesta en escena por cómodas opiniones, las cuales definen la política como el arte de lo posible, esperando al bus ganador para subirse, así después duren cuatro años amalayando una oportunidad de reivindicación. Son los que festejan el día de elecciones, vanagloriándose de nunca perder, pero perdiendo siempre.
Entonces, si queremos tener alguna oportunidad de cambio debemos seguir luchando por lo ‘imposible’. Necesitamos eso sí, líderes políticos que con su comportamiento promuevan la fe en una actividad noble desde su concepción filosófica; que interpreten en su discurso los sueños del colectivo; que realmente sean los voceros de la comunidad y no vulgares ventrílocuos de un estómago hambriento, además comprometidos en mantener la inmadurez política del elector, para perpetuarse generacionalmente en el poder. El pueblo está cansado, aunque sin figuras renovadoras seguirá en la inercia de elegir a los mismos con las mismas, pero si un nuevo liderazgo capitaliza la frustración generalizada mostrando una cara diferente, muy seguramente vamos a sentir el brazo amigo del Estado que, con el alivio de nuestras necesidades nos enseñará a elegir, para que los políticos dejen de ser una manada de lobos alrededor de un hueso. Un abrazo.