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Columnista - 10 enero, 2014

Se la fumó Uruguay

Por Sergio Barranco La Suiza de América, es así como fue apodada la República Oriental del Uruguay, cuando disfrutó de la bonanza económica, resultado de la Segunda Guerra Mundial que predispuso su industrialización, sumando los logros arquitectónicos como el edificio más grande en Latinoamérica en 1925 “Palacio Salvo” y la excelente colocación del peso uruguayo […]

Por Sergio Barranco

La Suiza de América, es así como fue apodada la República Oriental del Uruguay, cuando disfrutó de la bonanza económica, resultado de la Segunda Guerra Mundial que predispuso su industrialización, sumando los logros arquitectónicos como el edificio más grande en Latinoamérica en 1925 “Palacio Salvo” y la excelente colocación del peso uruguayo frente al dólar. Sin embargo no todo fue felicidad para este pequeño país, el cual afrontó una crisis bancaria que motivó revueltas y saqueos, acompañando de respuestas desalentadoras como la negativa del Fondo Monetario Internacional (FMI) de no prestar ni un dólar a Uruguay, implorando ayuda a los EE.UU con préstamos de corto plazo. Con esta introducción quiero mostrar que es una nación de contrastes, que siempre han deseado ser imponentes, protagonistas y vanguardistas, es por ello, que esta puede ser una buena justificación a la decisión de convertirse en el primer país de Latinoamérica en legalizar la cadena de fabricación, venta y consumo de la marihuana.

Empecemos indicando que la marihuana siempre ha sido criminalizada, no obstante su consumo ha estado presente, siendo esta la más apetecida en el mundo, de acuerdo a informes recientes de la ONU, por lo tanto es necesario advertir de las implicaciones que sobrevendrán, comenzando por la salud pública, al exponer a los ciudadanos a sus efectos potenciales degenerativos, convirtiéndose en un pueblo cliente y el Gobierno es un expendedor, otra sería, el impacto que tendría en el mercado, al incitar a países productores como el nuestro, a su elaboración, debido a la demanda de esta gustosa sustancia, sobre todo porque fabricamos los narcóticos más ansiados en Europa y Norteamérica, cada uno con denominación de origen el “Santa Marta Golden”, cultivado en la Sierra Nevada, y “Corinto” en Cauca.

Esta noticia motivó a que en el primer encuentro de campesinos de coca, marihuana y amapola que tuvo lugar en la ciudad de Bogotá, con alrededor de 150 delegados, se sacaran conclusiones de modificar el Estatuto Nacional de Estupefacientes como política de guerra a una de regulación en materia de plantaciones y consumo, no los culpo es lo más coherente frente a la barbaridad que hizo Uruguay, el nuevo consumidor y no sé si financiadores de las FARC, basándome que en nuestro país, estos son los mayores manufactureros de la marihuana, mientras tanto se sigue la lucha de añadas con un Plan Colombia y la firme determinación de penalizar la dosis personal desestimada varias veces por la Corte Constitucional, de manera que temo que el cometido que hemos tenido de terminar con el tráfico ilegal de drogas sea infructuoso, y una labor que ha tenido destacados resultados sea inútil, de tal manera que esta decisión en países vecinos ojalá y no seduzca, pues sería una incertidumbre nuestro destino siendo los únicos que condenan esta conducta y otros tratándonos de persuadir lo que para ellos sería un negocio rentable argumentándose en ideas liberales sucias.

Por último, hay que señalar lo desfavorable, que es la aprobación de comerciar la marihuana, sin prever los costos para atender aquellos desahuciados por las secuelas de su adicción, siendo el mismo Estado responsable y tener el deber de sanearlo, al igual que el uso de prácticas anti competitivas ya no de carteles sino empresas formales, así como lo ha hecho la industria del alcohol y el tabaco.

Columnista
10 enero, 2014

Se la fumó Uruguay

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Sergio Barranco

Por Sergio Barranco La Suiza de América, es así como fue apodada la República Oriental del Uruguay, cuando disfrutó de la bonanza económica, resultado de la Segunda Guerra Mundial que predispuso su industrialización, sumando los logros arquitectónicos como el edificio más grande en Latinoamérica en 1925 “Palacio Salvo” y la excelente colocación del peso uruguayo […]


Por Sergio Barranco

La Suiza de América, es así como fue apodada la República Oriental del Uruguay, cuando disfrutó de la bonanza económica, resultado de la Segunda Guerra Mundial que predispuso su industrialización, sumando los logros arquitectónicos como el edificio más grande en Latinoamérica en 1925 “Palacio Salvo” y la excelente colocación del peso uruguayo frente al dólar. Sin embargo no todo fue felicidad para este pequeño país, el cual afrontó una crisis bancaria que motivó revueltas y saqueos, acompañando de respuestas desalentadoras como la negativa del Fondo Monetario Internacional (FMI) de no prestar ni un dólar a Uruguay, implorando ayuda a los EE.UU con préstamos de corto plazo. Con esta introducción quiero mostrar que es una nación de contrastes, que siempre han deseado ser imponentes, protagonistas y vanguardistas, es por ello, que esta puede ser una buena justificación a la decisión de convertirse en el primer país de Latinoamérica en legalizar la cadena de fabricación, venta y consumo de la marihuana.

Empecemos indicando que la marihuana siempre ha sido criminalizada, no obstante su consumo ha estado presente, siendo esta la más apetecida en el mundo, de acuerdo a informes recientes de la ONU, por lo tanto es necesario advertir de las implicaciones que sobrevendrán, comenzando por la salud pública, al exponer a los ciudadanos a sus efectos potenciales degenerativos, convirtiéndose en un pueblo cliente y el Gobierno es un expendedor, otra sería, el impacto que tendría en el mercado, al incitar a países productores como el nuestro, a su elaboración, debido a la demanda de esta gustosa sustancia, sobre todo porque fabricamos los narcóticos más ansiados en Europa y Norteamérica, cada uno con denominación de origen el “Santa Marta Golden”, cultivado en la Sierra Nevada, y “Corinto” en Cauca.

Esta noticia motivó a que en el primer encuentro de campesinos de coca, marihuana y amapola que tuvo lugar en la ciudad de Bogotá, con alrededor de 150 delegados, se sacaran conclusiones de modificar el Estatuto Nacional de Estupefacientes como política de guerra a una de regulación en materia de plantaciones y consumo, no los culpo es lo más coherente frente a la barbaridad que hizo Uruguay, el nuevo consumidor y no sé si financiadores de las FARC, basándome que en nuestro país, estos son los mayores manufactureros de la marihuana, mientras tanto se sigue la lucha de añadas con un Plan Colombia y la firme determinación de penalizar la dosis personal desestimada varias veces por la Corte Constitucional, de manera que temo que el cometido que hemos tenido de terminar con el tráfico ilegal de drogas sea infructuoso, y una labor que ha tenido destacados resultados sea inútil, de tal manera que esta decisión en países vecinos ojalá y no seduzca, pues sería una incertidumbre nuestro destino siendo los únicos que condenan esta conducta y otros tratándonos de persuadir lo que para ellos sería un negocio rentable argumentándose en ideas liberales sucias.

Por último, hay que señalar lo desfavorable, que es la aprobación de comerciar la marihuana, sin prever los costos para atender aquellos desahuciados por las secuelas de su adicción, siendo el mismo Estado responsable y tener el deber de sanearlo, al igual que el uso de prácticas anti competitivas ya no de carteles sino empresas formales, así como lo ha hecho la industria del alcohol y el tabaco.