El presidente Santos no tiene por donde ser socialista ni mucho menos comunista. Son acusaciones que lanzan los del Centro Democrático (CD) para sacudirse porque Juan Manuel le hizo mamola a su mentor Álvaro Uribe en cuanto a la repartición de la “mermelada”, que ahora consume a gusto con sus “amigos”. Son muchos los congresistas […]
El presidente Santos no tiene por donde ser socialista ni mucho menos comunista. Son acusaciones que lanzan los del Centro Democrático (CD) para sacudirse porque Juan Manuel le hizo mamola a su mentor Álvaro Uribe en cuanto a la repartición de la “mermelada”, que ahora consume a gusto con sus “amigos”.
Son muchos los congresistas del CD y los anti mamertos de este país que vienen acuñando esa imputación para minimizar la gran tragedia que vive Colombia en su deteriorada democracia y tratan de desestabilizar al presidente Santos.
Sin embargo, muchos “amigotes” vallenatos, costeños e interioranos siguen campantes ocupando cargos burocráticos en Bogotá y el exterior, lo que indica que todo es un “pataleo” de distracción, mientras el país se hunde en el desespero de políticos y delincuentes que se roban la plata de la salud, de la educación y para la construcción de las obras con los mentados diezmos que ahora son del 30 %; las mafias de la contratación se hurtan la alimentación de los estudiantes en complicidad de alcaldes, gobernadores y agentes del Estado, y en La Guajira se mueren de hambre y sed los niños: Qué horror.
Entretanto, los colombianos siguen distraídos viendo en una esquina el rifirrafe de un sistema de Gobierno ambivalente en definiciones democráticas que se escuda en un proceso de paz con las Farc y el Eln, que seguramente terminarán firmando unos acuerdos. Pero al mismo tiempo los acorralan francotiradores de las Bacrim en varios rincones del país, asesinando policías.
Nuestro sistema de gobierno vive en sobresaltos, nadie le para bolas al hundimiento político en que es sometida una nación que está a punto de explotar por la misma insostenibilidad de las instituciones que vienen siendo corroídas por gobernantes impropios de una democracia que procura más para los bolsillos de ellos, sus familias y “amigotes”, que para los electores o para la sociedad que espera el cumplimiento de sus deberes.
Los políticos de este país solo buscan al elector en elecciones y los 1.460 días restantes el ciudadano queda dando tumbos para conseguir un empleo, para pertenecer a un régimen de salud y pensión y para ser beneficiario de cualquier opción del Estado. Además, se le vuelve una bola de chicago las alzas en aseo, medicamentos, energía eléctrica, agua potable, estudios para los hijos y para conseguir su merecido bienestar.
Pero todo ese alud terminará encolerizando a los 48 millones de colombianos que esperan tener más soluciones para ellos y sus familias, mientras de Valledupar a Leticia y de Riohacha a Putumayo los ríos de dinero circulan en cajas de cartones para gobernantes que son ahora más millonarios, mientras los pobres son cada día más pobres.
Cuesta pensar, entonces, que los del CD tilden a Juan Manuel Santos de subversivo porque negocia con las Farc y el Eln una paz que seguramente resolverá parte del problema colombiano, porque quedan otros actores que ensangrientan al país en un Estado en donde el pueblo mira perplejo quién se atreve ir primero, para citar aquí a la señora del cuento de Gabriel García Márquez, la que logró esparcir el rumor de que algo iba a pasar, como seguramente tendrá que ocurrir en Colombia.
Lo otro es que muchos señalan hoy al expresidente Uribe de paramilitar porque negoció con ellos la paz, pero él niega vehementemente tamaña acusación, entonces: ¿En qué país vivimos? Hasta la próxima semana, con el tema ‘La vieja Sara’ y su sobrino Simón.
El presidente Santos no tiene por donde ser socialista ni mucho menos comunista. Son acusaciones que lanzan los del Centro Democrático (CD) para sacudirse porque Juan Manuel le hizo mamola a su mentor Álvaro Uribe en cuanto a la repartición de la “mermelada”, que ahora consume a gusto con sus “amigos”. Son muchos los congresistas […]
El presidente Santos no tiene por donde ser socialista ni mucho menos comunista. Son acusaciones que lanzan los del Centro Democrático (CD) para sacudirse porque Juan Manuel le hizo mamola a su mentor Álvaro Uribe en cuanto a la repartición de la “mermelada”, que ahora consume a gusto con sus “amigos”.
Son muchos los congresistas del CD y los anti mamertos de este país que vienen acuñando esa imputación para minimizar la gran tragedia que vive Colombia en su deteriorada democracia y tratan de desestabilizar al presidente Santos.
Sin embargo, muchos “amigotes” vallenatos, costeños e interioranos siguen campantes ocupando cargos burocráticos en Bogotá y el exterior, lo que indica que todo es un “pataleo” de distracción, mientras el país se hunde en el desespero de políticos y delincuentes que se roban la plata de la salud, de la educación y para la construcción de las obras con los mentados diezmos que ahora son del 30 %; las mafias de la contratación se hurtan la alimentación de los estudiantes en complicidad de alcaldes, gobernadores y agentes del Estado, y en La Guajira se mueren de hambre y sed los niños: Qué horror.
Entretanto, los colombianos siguen distraídos viendo en una esquina el rifirrafe de un sistema de Gobierno ambivalente en definiciones democráticas que se escuda en un proceso de paz con las Farc y el Eln, que seguramente terminarán firmando unos acuerdos. Pero al mismo tiempo los acorralan francotiradores de las Bacrim en varios rincones del país, asesinando policías.
Nuestro sistema de gobierno vive en sobresaltos, nadie le para bolas al hundimiento político en que es sometida una nación que está a punto de explotar por la misma insostenibilidad de las instituciones que vienen siendo corroídas por gobernantes impropios de una democracia que procura más para los bolsillos de ellos, sus familias y “amigotes”, que para los electores o para la sociedad que espera el cumplimiento de sus deberes.
Los políticos de este país solo buscan al elector en elecciones y los 1.460 días restantes el ciudadano queda dando tumbos para conseguir un empleo, para pertenecer a un régimen de salud y pensión y para ser beneficiario de cualquier opción del Estado. Además, se le vuelve una bola de chicago las alzas en aseo, medicamentos, energía eléctrica, agua potable, estudios para los hijos y para conseguir su merecido bienestar.
Pero todo ese alud terminará encolerizando a los 48 millones de colombianos que esperan tener más soluciones para ellos y sus familias, mientras de Valledupar a Leticia y de Riohacha a Putumayo los ríos de dinero circulan en cajas de cartones para gobernantes que son ahora más millonarios, mientras los pobres son cada día más pobres.
Cuesta pensar, entonces, que los del CD tilden a Juan Manuel Santos de subversivo porque negocia con las Farc y el Eln una paz que seguramente resolverá parte del problema colombiano, porque quedan otros actores que ensangrientan al país en un Estado en donde el pueblo mira perplejo quién se atreve ir primero, para citar aquí a la señora del cuento de Gabriel García Márquez, la que logró esparcir el rumor de que algo iba a pasar, como seguramente tendrá que ocurrir en Colombia.
Lo otro es que muchos señalan hoy al expresidente Uribe de paramilitar porque negoció con ellos la paz, pero él niega vehementemente tamaña acusación, entonces: ¿En qué país vivimos? Hasta la próxima semana, con el tema ‘La vieja Sara’ y su sobrino Simón.