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Columnista - 3 septiembre, 2012

Se abre un nuevo espacio de paz

Por: JACOBO SOLANO CERCHIARO* En Colombia cada vez que se habla de paz, todos abrigamos la esperanza de convivir en un país donde quepamos todos, sin diferencias y con un presupuesto enfocado a elevar la calidad de vida de sus habitantes. Pero la situación no es así de fácil, hay muchos intereses en juego. No […]

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Por: JACOBO SOLANO CERCHIARO*

En Colombia cada vez que se habla de paz, todos abrigamos la esperanza de convivir en un país donde quepamos todos, sin diferencias y con un presupuesto enfocado a elevar la calidad de vida de sus habitantes. Pero la situación no es así de fácil, hay muchos intereses en juego. No se trata de pesimismo u optimismo, es indudable que la apuesta de Santos, al jugársela en un proceso con una guerrilla que perdió el rumbo hace mucho tiempo y carece de ideales, es arrojada y puede constituirse en un punto de quiebre de su gobierno, bastante desdibujado por estos días.
El escenario de hoy es muy distinto a todos los procesos anteriores por varios factores: la guerrilla está muy diezmada por todo lo que significó la presión militar de los 8 años del gobierno Uribe, sus líderes más radicales cayeron abatidos y la negociación puede fluir mejor; la presión internacional para llegar a acuerdos es mucho mayor con Chávez, Fidel y Correa que ya se pronunciaron a favor de una salida negociada urgente, que le vendría muy bien al continente; las leyes de tierras y victimas están en marcha lenta pero ahí van; aunque muchos no lo quieran reconocer los paramilitares ya no son obstáculo; y algo primordial: el gobierno tiene voluntad política y el marco jurídico para la paz permite pensar en un final feliz. Sin embargo, no todo en el horizonte está despejado, los sectores de ultra derecha, a los cuales les conviene la guerra, harán todo lo posible por torpedear el acercamiento. Concertar con una guerrilla inmersa en el negocio del narcotráfico y poca credibilidad, es muy complicado, además, se habla de fraccionamiento, el bloque sur no participaría, no tienen disposición de renunciar al trafico de drogas que les genera muchas ganancias. Negociar la paz, a cualquier precio, podría incurrir en un nuevo exterminio como ocurrió con la Unión Patriótica; y por último, la justicia internacional está ahí, en espera para actuar, lo que preocupa mucho a los grandes jefes.
La paz debe ser consecuente con la realidad del país, y la sociedad no puede quedar excluida, no debe haber impunidad, hay muchas víctimas que reclamarán justicia, los delitos de lesa humanidad tendrán que ser juzgados y no va a ser muy fácil ver a ‘Timochenco’ o a otros líderes en el Congreso, así muchos sectores de la extrema izquierda lo sueñen. El gobierno Santos se juega una carta bastante complicada, porque si le “suena la flauta” como literalmente dijo en Barranquilla, puede pasar a la historia como el Presidente que le devolvió la reconciliación a los colombianos, pero si la guerrilla sale con una de esas, a las que nos tiene acostumbrados, se habrá cerrado un capítulo importante para llegar a algún entendimiento civilizado y no habrá otra opción que la militar y la reelección se vendría al piso, tomando fuerza como en el 2001 una opción de mano dura representada en candidato del ex presidente Uribe, que llegaría fortalecido a dos años de la elección presidencial. Ojalá, por el bien de Colombia, esta nueva intención de paz prospere, creo que Santos le está apuntando a desmovilizar una gran parte de las Farc y el Eln, lo que sería considerado un triunfo, ya que  combatir a los pequeños grupos que persistan en la guerra, sería una tarea más fácil.
Esta columna se va de vacaciones y regresa la tercera semana de septiembre, muchas gracias a los lectores por seguir mis opiniones.
*Twitter: @JACOBOSOLANOC

Columnista
3 septiembre, 2012

Se abre un nuevo espacio de paz

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jacobo Solano Cerchiaro

Por: JACOBO SOLANO CERCHIARO* En Colombia cada vez que se habla de paz, todos abrigamos la esperanza de convivir en un país donde quepamos todos, sin diferencias y con un presupuesto enfocado a elevar la calidad de vida de sus habitantes. Pero la situación no es así de fácil, hay muchos intereses en juego. No […]


Por: JACOBO SOLANO CERCHIARO*

En Colombia cada vez que se habla de paz, todos abrigamos la esperanza de convivir en un país donde quepamos todos, sin diferencias y con un presupuesto enfocado a elevar la calidad de vida de sus habitantes. Pero la situación no es así de fácil, hay muchos intereses en juego. No se trata de pesimismo u optimismo, es indudable que la apuesta de Santos, al jugársela en un proceso con una guerrilla que perdió el rumbo hace mucho tiempo y carece de ideales, es arrojada y puede constituirse en un punto de quiebre de su gobierno, bastante desdibujado por estos días.
El escenario de hoy es muy distinto a todos los procesos anteriores por varios factores: la guerrilla está muy diezmada por todo lo que significó la presión militar de los 8 años del gobierno Uribe, sus líderes más radicales cayeron abatidos y la negociación puede fluir mejor; la presión internacional para llegar a acuerdos es mucho mayor con Chávez, Fidel y Correa que ya se pronunciaron a favor de una salida negociada urgente, que le vendría muy bien al continente; las leyes de tierras y victimas están en marcha lenta pero ahí van; aunque muchos no lo quieran reconocer los paramilitares ya no son obstáculo; y algo primordial: el gobierno tiene voluntad política y el marco jurídico para la paz permite pensar en un final feliz. Sin embargo, no todo en el horizonte está despejado, los sectores de ultra derecha, a los cuales les conviene la guerra, harán todo lo posible por torpedear el acercamiento. Concertar con una guerrilla inmersa en el negocio del narcotráfico y poca credibilidad, es muy complicado, además, se habla de fraccionamiento, el bloque sur no participaría, no tienen disposición de renunciar al trafico de drogas que les genera muchas ganancias. Negociar la paz, a cualquier precio, podría incurrir en un nuevo exterminio como ocurrió con la Unión Patriótica; y por último, la justicia internacional está ahí, en espera para actuar, lo que preocupa mucho a los grandes jefes.
La paz debe ser consecuente con la realidad del país, y la sociedad no puede quedar excluida, no debe haber impunidad, hay muchas víctimas que reclamarán justicia, los delitos de lesa humanidad tendrán que ser juzgados y no va a ser muy fácil ver a ‘Timochenco’ o a otros líderes en el Congreso, así muchos sectores de la extrema izquierda lo sueñen. El gobierno Santos se juega una carta bastante complicada, porque si le “suena la flauta” como literalmente dijo en Barranquilla, puede pasar a la historia como el Presidente que le devolvió la reconciliación a los colombianos, pero si la guerrilla sale con una de esas, a las que nos tiene acostumbrados, se habrá cerrado un capítulo importante para llegar a algún entendimiento civilizado y no habrá otra opción que la militar y la reelección se vendría al piso, tomando fuerza como en el 2001 una opción de mano dura representada en candidato del ex presidente Uribe, que llegaría fortalecido a dos años de la elección presidencial. Ojalá, por el bien de Colombia, esta nueva intención de paz prospere, creo que Santos le está apuntando a desmovilizar una gran parte de las Farc y el Eln, lo que sería considerado un triunfo, ya que  combatir a los pequeños grupos que persistan en la guerra, sería una tarea más fácil.
Esta columna se va de vacaciones y regresa la tercera semana de septiembre, muchas gracias a los lectores por seguir mis opiniones.
*Twitter: @JACOBOSOLANOC