El joven albañil habría sido raptado y asesinado por los paramilitares para entregárselo al batallón La Popa en el 2002.
Todos caminaban alrededor del puente ‘Callao’ sin saber puntualmente a cuál de los grupos armados buscaban. El superior, el entonces comandante del Batallón La Popa, Publio Hernán Mejía, solo gritaba a los soldados «busquen bien, busquen bien»” porque supuestamente había recibido una información sobre la presencia del enemigo en la vía que de Valledupar conduce a Bosconia.
En el registro del área encontraron una vivienda donde los habitantes les manifestaron que recientemente habían escuchado disparos. Al caminar unos pasos más, un grupo del pelotón Espoleta, al mando del subteniente Nelson Javier Llanos Quiñónez, encontró un resultado. Se trataba del cuerpo sin vida de un hombre muerto que tenía un bolso con explosivos y una pistola.
“Cuando yo llegué ahí me informaron que había una baja (…) que estaba debajo del puente, que lo habían encontrado que estaba en camuflado y que tenía unos explosivos (…) tenía un brazalete del ELN. En ese momento mi coronel me da la orden: «recójalo, súbalo al carro, llévelo a Valledupar» (…), él arrancó y se fue (sic)”, contó Nelson Javier Llanos Quiñónez en una versión voluntaria ante la JEP entregada el 29 de agosto de 2018.
El subteniente Llanos que se había separado con otro grupo del mismo pelotón de manera inmediata sospechó que se trataba de un falso resultado, pues días anteriores en hechos similares había recogido otros cadáveres.
Entonces, consciente de que era parte de un montaje quiso negarse a firmar el informe de patrullaje del operativo realizado aquella noche del 20 de agosto del año 2002.
“Yo ya sabía que habíamos ido a recoger otro muerto. (…) Yo ahí en ese momento recogí un muerto más y le recogí un muerto a mi comandante (…). Pero yo sí busqué al comandante del batallón (…), en algún momento lo encontré y le dije: «mi coronel, yo no tengo porqué hacer ese informe, anoche no hubo combate, anoche no se disparó». La respuesta que recibí prácticamente fue la misma que en el caso anterior: «hermano son bandidos y se tienen que morir»”, agregó Llanos Quiñónez en la versión libre.
Así que en el informe reportaron que en el operativo incautaron 10 tacos de dinamita, una pistola 9 milímetro, 4 minas de fabricación casera y 2 libras de anfor, según lo averiguado por Fiscalía 65 Especializada UNDH-DIH.
Aunque Llanos Quiñónez apenas era consciente sobre lo que sucedía, en el grupo sí había quienes tenían la certeza. Es el caso del entonces oficial de operaciones Heber Gómez Naranjo, quien alcanzó a llegar al puente y evidenció cómo Mejía impartía órdenes.
Según indicó Gómez en versión libre, la víctima había sido equipada con explosivos con el fin de simular que se disponía a atentar contra el puente y había sido dejada en el lugar por integrantes de los paramilitares que se encargaron de colocar los distintivos del ELN.
“En estos hechos, la coordinación para las muertes ilegítimas fue adelantada directamente por Mejía Gutiérrez, quien, mediante comunicación telefónica o a través de información suministrada por Padilla Espitia, recibía confirmación de la hora, número de víctimas y lugar al que debía acudir la tropa para encontrar los cuerpos que pertenecían a personas previamente retenidas y asesinadas por los paramilitares”, consideró la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP, en un auto.
De hecho, el mismo Mejía Gutiérrez dio la orden personalmente a Llanos Quiñónez de alistar el pelotón Espoleta y embarcarse en un vehículo para seguirlo a él que iba en una camioneta.
Y aunque Mejía Gutiérrez, en una versión libre que entregó ante la JEP el 22 de julio de 2019, reconoció que estuvo en el operativo, aseguró que sí obedeció a una información que recibió sobre un atentado en el puente.
“Moví un grupo especial que teníamos agregado del Batallón de ingenieros grupo MARTE (…). Volar el puente Callao significaba incomunicar a todo el departamento del Cesar con la Costa Atlántica sobre la vía Bosconia a Santa Marta, ante la información que me dieron que encontraron explosivos me desplacé con el grupo Marte (…). Por eso estuve allí con ese grupo (sic)”, acotó el excoronel.
No obstante, aquella teoría sería alejada de la realidad una vez reconocieron el cuerpo de la víctima como Saulo José Posada Rada, quien era un albañil que residía en Valledupar.
La tía y su abuelo desmintieron que perteneciera a un grupo al margen de la ley al declarar en un proceso que llevó la justicia ordinaria. Además, el abuelo aseguró que la última vez que había visto a Saulo se encontraba en el mercado de la ciudad.
Por Marllelys Salinas / EL PILÓN
El joven albañil habría sido raptado y asesinado por los paramilitares para entregárselo al batallón La Popa en el 2002.
Todos caminaban alrededor del puente ‘Callao’ sin saber puntualmente a cuál de los grupos armados buscaban. El superior, el entonces comandante del Batallón La Popa, Publio Hernán Mejía, solo gritaba a los soldados «busquen bien, busquen bien»” porque supuestamente había recibido una información sobre la presencia del enemigo en la vía que de Valledupar conduce a Bosconia.
En el registro del área encontraron una vivienda donde los habitantes les manifestaron que recientemente habían escuchado disparos. Al caminar unos pasos más, un grupo del pelotón Espoleta, al mando del subteniente Nelson Javier Llanos Quiñónez, encontró un resultado. Se trataba del cuerpo sin vida de un hombre muerto que tenía un bolso con explosivos y una pistola.
“Cuando yo llegué ahí me informaron que había una baja (…) que estaba debajo del puente, que lo habían encontrado que estaba en camuflado y que tenía unos explosivos (…) tenía un brazalete del ELN. En ese momento mi coronel me da la orden: «recójalo, súbalo al carro, llévelo a Valledupar» (…), él arrancó y se fue (sic)”, contó Nelson Javier Llanos Quiñónez en una versión voluntaria ante la JEP entregada el 29 de agosto de 2018.
El subteniente Llanos que se había separado con otro grupo del mismo pelotón de manera inmediata sospechó que se trataba de un falso resultado, pues días anteriores en hechos similares había recogido otros cadáveres.
Entonces, consciente de que era parte de un montaje quiso negarse a firmar el informe de patrullaje del operativo realizado aquella noche del 20 de agosto del año 2002.
“Yo ya sabía que habíamos ido a recoger otro muerto. (…) Yo ahí en ese momento recogí un muerto más y le recogí un muerto a mi comandante (…). Pero yo sí busqué al comandante del batallón (…), en algún momento lo encontré y le dije: «mi coronel, yo no tengo porqué hacer ese informe, anoche no hubo combate, anoche no se disparó». La respuesta que recibí prácticamente fue la misma que en el caso anterior: «hermano son bandidos y se tienen que morir»”, agregó Llanos Quiñónez en la versión libre.
Así que en el informe reportaron que en el operativo incautaron 10 tacos de dinamita, una pistola 9 milímetro, 4 minas de fabricación casera y 2 libras de anfor, según lo averiguado por Fiscalía 65 Especializada UNDH-DIH.
Aunque Llanos Quiñónez apenas era consciente sobre lo que sucedía, en el grupo sí había quienes tenían la certeza. Es el caso del entonces oficial de operaciones Heber Gómez Naranjo, quien alcanzó a llegar al puente y evidenció cómo Mejía impartía órdenes.
Según indicó Gómez en versión libre, la víctima había sido equipada con explosivos con el fin de simular que se disponía a atentar contra el puente y había sido dejada en el lugar por integrantes de los paramilitares que se encargaron de colocar los distintivos del ELN.
“En estos hechos, la coordinación para las muertes ilegítimas fue adelantada directamente por Mejía Gutiérrez, quien, mediante comunicación telefónica o a través de información suministrada por Padilla Espitia, recibía confirmación de la hora, número de víctimas y lugar al que debía acudir la tropa para encontrar los cuerpos que pertenecían a personas previamente retenidas y asesinadas por los paramilitares”, consideró la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP, en un auto.
De hecho, el mismo Mejía Gutiérrez dio la orden personalmente a Llanos Quiñónez de alistar el pelotón Espoleta y embarcarse en un vehículo para seguirlo a él que iba en una camioneta.
Y aunque Mejía Gutiérrez, en una versión libre que entregó ante la JEP el 22 de julio de 2019, reconoció que estuvo en el operativo, aseguró que sí obedeció a una información que recibió sobre un atentado en el puente.
“Moví un grupo especial que teníamos agregado del Batallón de ingenieros grupo MARTE (…). Volar el puente Callao significaba incomunicar a todo el departamento del Cesar con la Costa Atlántica sobre la vía Bosconia a Santa Marta, ante la información que me dieron que encontraron explosivos me desplacé con el grupo Marte (…). Por eso estuve allí con ese grupo (sic)”, acotó el excoronel.
No obstante, aquella teoría sería alejada de la realidad una vez reconocieron el cuerpo de la víctima como Saulo José Posada Rada, quien era un albañil que residía en Valledupar.
La tía y su abuelo desmintieron que perteneciera a un grupo al margen de la ley al declarar en un proceso que llevó la justicia ordinaria. Además, el abuelo aseguró que la última vez que había visto a Saulo se encontraba en el mercado de la ciudad.
Por Marllelys Salinas / EL PILÓN