“… Señor, te hemos esperado; tu nombre y tu memoria son el deseo de nuestra alma”. Isaías 26,8. Isaías expresa el enamoramiento que sentía por la presencia de Dios; abre su corazón con espontaneidad y frescura para expresar su amor. La pasión por la presencia de Dios abrazaba su corazón. Lo interpreto como la seguridad […]
“… Señor, te hemos esperado; tu nombre y tu memoria son el deseo de nuestra alma”. Isaías 26,8.
Isaías expresa el enamoramiento que sentía por la presencia de Dios; abre su corazón con espontaneidad y frescura para expresar su amor. La pasión por la presencia de Dios abrazaba su corazón. Lo interpreto como la seguridad de llegar a un lugar de insatisfacción, donde nunca más estaremos satisfechos y solo estaremos satisfechos con una satisfacción que no puede ser satisfecha.
Esa satisfacción viene de llevar una vida recta y justa procurando elevar la calidad de nuestras relaciones, servicios y productos. Es un reposo interno por saber que estoy completo en Dios. Es esa paz interior que surge de la aceptación que Dios puede llenarlo todo y que seremos felices en la medida en que tengamos hambre y sed de justicia, porque seremos saciados.
¿Qué nos lleva a estar insatisfechos? ¿Será porque la calidad de las relaciones, servicios y productos han disminuido? La satisfacción es cuestión de calidad no de cantidad. La clave de la satisfacción personal radica en profundizar la participación por medio del compromiso con la mayor calidad, no en ampliar la cantidad de la participación. Lo mismo ocurre en materia de relaciones, si estamos insatisfechos es porque nos hemos ampliado tanto que casi desaparecemos del radar de nuestras amistades y seres queridos.
Salomón escribió: “El hombre que tiene amigos, ha de mostrarse amigo”. En estos tiempos de rapidez y ausencia de compromiso, la mayoría de las relaciones son superficiales. Pero, necesitamos profundizar en ellas, tener amigos íntimos comprometidos con la calidad de las relaciones. Amigos que nos conozcan lo suficiente como para retroalimentarnos y corregirnos, que sepan nuestras virtudes y defectos y, aun así, no se vayan y permanezcan fieles a la amistad. Todos necesitamos la satisfacción que conlleva las relaciones de calidad.
Por supuesto que la satisfacción también tiene que ver con nosotros mismos y la alegría del deber cumplido. De saber que hemos procurado la fidelidad con Dios y sus propósitos en nuestras vidas. Pablo, cumplió con lo que fue llamado a hacer. Dejó mucho por hacer, pero peleó la buena batalla, terminó su carrera y mantuvo la fe. Jesús también dejó mucho por hacer, pero hizo la voluntad del Padre y pudo decir: “Consumado es”.
Queridos amigos lectores: puede ser que no estemos alcanzando completa satisfacción con nosotros mismos, con los semejantes o con el ambiente que nos rodea; es tiempo de demostrar fidelidad y amistad, especialmente con aquel quien nos dio la más grande demostración de amistad y aceptación en la cruz.
Amigos, deseemos la satisfacción que viene de la justicia y calidad de nuestras relaciones y actividades y que estas sean el fruto de cultivar una sana amistad con Dios.
Vivamos de forma obediente y fiel cada día. ¡Seamos amigos de Dios!
Un fuerte abrazo de amistad…
“… Señor, te hemos esperado; tu nombre y tu memoria son el deseo de nuestra alma”. Isaías 26,8. Isaías expresa el enamoramiento que sentía por la presencia de Dios; abre su corazón con espontaneidad y frescura para expresar su amor. La pasión por la presencia de Dios abrazaba su corazón. Lo interpreto como la seguridad […]
“… Señor, te hemos esperado; tu nombre y tu memoria son el deseo de nuestra alma”. Isaías 26,8.
Isaías expresa el enamoramiento que sentía por la presencia de Dios; abre su corazón con espontaneidad y frescura para expresar su amor. La pasión por la presencia de Dios abrazaba su corazón. Lo interpreto como la seguridad de llegar a un lugar de insatisfacción, donde nunca más estaremos satisfechos y solo estaremos satisfechos con una satisfacción que no puede ser satisfecha.
Esa satisfacción viene de llevar una vida recta y justa procurando elevar la calidad de nuestras relaciones, servicios y productos. Es un reposo interno por saber que estoy completo en Dios. Es esa paz interior que surge de la aceptación que Dios puede llenarlo todo y que seremos felices en la medida en que tengamos hambre y sed de justicia, porque seremos saciados.
¿Qué nos lleva a estar insatisfechos? ¿Será porque la calidad de las relaciones, servicios y productos han disminuido? La satisfacción es cuestión de calidad no de cantidad. La clave de la satisfacción personal radica en profundizar la participación por medio del compromiso con la mayor calidad, no en ampliar la cantidad de la participación. Lo mismo ocurre en materia de relaciones, si estamos insatisfechos es porque nos hemos ampliado tanto que casi desaparecemos del radar de nuestras amistades y seres queridos.
Salomón escribió: “El hombre que tiene amigos, ha de mostrarse amigo”. En estos tiempos de rapidez y ausencia de compromiso, la mayoría de las relaciones son superficiales. Pero, necesitamos profundizar en ellas, tener amigos íntimos comprometidos con la calidad de las relaciones. Amigos que nos conozcan lo suficiente como para retroalimentarnos y corregirnos, que sepan nuestras virtudes y defectos y, aun así, no se vayan y permanezcan fieles a la amistad. Todos necesitamos la satisfacción que conlleva las relaciones de calidad.
Por supuesto que la satisfacción también tiene que ver con nosotros mismos y la alegría del deber cumplido. De saber que hemos procurado la fidelidad con Dios y sus propósitos en nuestras vidas. Pablo, cumplió con lo que fue llamado a hacer. Dejó mucho por hacer, pero peleó la buena batalla, terminó su carrera y mantuvo la fe. Jesús también dejó mucho por hacer, pero hizo la voluntad del Padre y pudo decir: “Consumado es”.
Queridos amigos lectores: puede ser que no estemos alcanzando completa satisfacción con nosotros mismos, con los semejantes o con el ambiente que nos rodea; es tiempo de demostrar fidelidad y amistad, especialmente con aquel quien nos dio la más grande demostración de amistad y aceptación en la cruz.
Amigos, deseemos la satisfacción que viene de la justicia y calidad de nuestras relaciones y actividades y que estas sean el fruto de cultivar una sana amistad con Dios.
Vivamos de forma obediente y fiel cada día. ¡Seamos amigos de Dios!
Un fuerte abrazo de amistad…