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Columnista - 3 junio, 2024

Santo Ecce Homo bendito, protégenos

Nubarrones de tristeza se ciernen sobre el cielo de Valledupar, días aciagos que enlutan nuestra sociedad y que van marcando con signos de dolor, el corazón de familias muy queridas para todos.  La familia del folclor está de luto, la muerte de ‘mama Vila’, esa matrona octogenaria que nos regaló al más grande, puso un […]

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Nubarrones de tristeza se ciernen sobre el cielo de Valledupar, días aciagos que enlutan nuestra sociedad y que van marcando con signos de dolor, el corazón de familias muy queridas para todos. 

La familia del folclor está de luto, la muerte de ‘mama Vila’, esa matrona octogenaria que nos regaló al más grande, puso un nivel alto de dolor para todo el país vallenato; y justo en estos días la intempestiva y dolorosa partida del ‘juglar moderno’ el gran Omar Geles; fue doloroso perder a ese negro bello, de sonrisa angelical y pura.

La muerte del patriarca José Antonio Murgas, el padre del Cesar, cumplió su ciclo de vida, pero suma al dolor que se cierne en esta tierra.

Ese manto de tristeza nos cubre y duele tener que ver partir a jóvenes que, en el pináculo de su mocedad, pierden la vida de manera inesperada. Duele profundamente ver a un padre llorar a su hijo muerto, cuando la ley de la vida es que los hijos entierren a sus padres. 

El joven Carlos Ruiz Molina muere de manera inexplicable en Bogotá, y deja a sus padres destrozados con la pregunta que ante el dolor de partida no tiene respuesta ¿por qué Dios, por qué te lo llevaste tan pronto? 

Un dramático hecho más enluta a Valledupar, otro joven, Juan Diego Daza de Armas, muere en un accidente de tránsito y se repite la historia de dolor en otra familia vallenata. 

Lo que tenía que acabar como una velada de alegría al celebrar un matrimonio, la unión de dos seres de amor, se convirtió en una tragedia al desplomarse una estructura encima de un centenar de personas que en ese momento solo esperaban divertirse; ahí nuevamente la muerte acecha, el dolor se impone y la angustia de no saber qué está pasando nos embarga nuevamente. 

Accidentes trágicos y luctuosos que registran los medios y que nos hacen mirar al cielo y pedirle a Dios por el mundo. 

Padre Santo y misericordioso mete tu mano sagrada y acaba las guerras, el fanatismo siniestro, permite Dios, por favor, que el ciclo de la vida se cumpla de manera natural y normal, que la gente muera en sus tiempos completos, que los hijos entierren a sus padres y que los padres mueran, en la lógica, orgullosos de haber levantado a sus hijos y hacerlos útiles para una sociedad tan sedienta de paz y amor sublime. 

Santo Eccehomo bendito, protégenos, cuida a tus hijos, aparta esos nubarrones oscuros y pinta de azul espiritual esas nubes de dolor que hoy se ensañan contra nosotros.

Entiendo que la vida y sus insucesos, algunos que no entendemos ni aceptamos, se pueden sosegar a través de la oración genuina, pedirle a Dios a través de nuestros buenos actos, de nuestras buenas acciones, de ese buen actuar en el que prevalezca el respeto, la consideración hacia tu hermano, valorar lo que tenemos y aceptar las diferencia… solo así Dios actuará enviando paz, prosperidad y la oportunidad de vivir en armonía.

Una cruzada de oración te pido por Valledupar, justo al momento de abrir tus ojos y darle gracias al Señor por ese nuevo día, también pidamos por cada uno de los habitantes del mundo: salud, trabajo, amor y vida. Esto no es de un día, es de siempre y para siempre. El poder de la oración es grande y solo así habrá sosiego. Sólo Eso

Por Eduardo Santos Ortega Vergara

Columnista
3 junio, 2024

Santo Ecce Homo bendito, protégenos

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Eduardo S. Ortega Vergara

Nubarrones de tristeza se ciernen sobre el cielo de Valledupar, días aciagos que enlutan nuestra sociedad y que van marcando con signos de dolor, el corazón de familias muy queridas para todos.  La familia del folclor está de luto, la muerte de ‘mama Vila’, esa matrona octogenaria que nos regaló al más grande, puso un […]


Nubarrones de tristeza se ciernen sobre el cielo de Valledupar, días aciagos que enlutan nuestra sociedad y que van marcando con signos de dolor, el corazón de familias muy queridas para todos. 

La familia del folclor está de luto, la muerte de ‘mama Vila’, esa matrona octogenaria que nos regaló al más grande, puso un nivel alto de dolor para todo el país vallenato; y justo en estos días la intempestiva y dolorosa partida del ‘juglar moderno’ el gran Omar Geles; fue doloroso perder a ese negro bello, de sonrisa angelical y pura.

La muerte del patriarca José Antonio Murgas, el padre del Cesar, cumplió su ciclo de vida, pero suma al dolor que se cierne en esta tierra.

Ese manto de tristeza nos cubre y duele tener que ver partir a jóvenes que, en el pináculo de su mocedad, pierden la vida de manera inesperada. Duele profundamente ver a un padre llorar a su hijo muerto, cuando la ley de la vida es que los hijos entierren a sus padres. 

El joven Carlos Ruiz Molina muere de manera inexplicable en Bogotá, y deja a sus padres destrozados con la pregunta que ante el dolor de partida no tiene respuesta ¿por qué Dios, por qué te lo llevaste tan pronto? 

Un dramático hecho más enluta a Valledupar, otro joven, Juan Diego Daza de Armas, muere en un accidente de tránsito y se repite la historia de dolor en otra familia vallenata. 

Lo que tenía que acabar como una velada de alegría al celebrar un matrimonio, la unión de dos seres de amor, se convirtió en una tragedia al desplomarse una estructura encima de un centenar de personas que en ese momento solo esperaban divertirse; ahí nuevamente la muerte acecha, el dolor se impone y la angustia de no saber qué está pasando nos embarga nuevamente. 

Accidentes trágicos y luctuosos que registran los medios y que nos hacen mirar al cielo y pedirle a Dios por el mundo. 

Padre Santo y misericordioso mete tu mano sagrada y acaba las guerras, el fanatismo siniestro, permite Dios, por favor, que el ciclo de la vida se cumpla de manera natural y normal, que la gente muera en sus tiempos completos, que los hijos entierren a sus padres y que los padres mueran, en la lógica, orgullosos de haber levantado a sus hijos y hacerlos útiles para una sociedad tan sedienta de paz y amor sublime. 

Santo Eccehomo bendito, protégenos, cuida a tus hijos, aparta esos nubarrones oscuros y pinta de azul espiritual esas nubes de dolor que hoy se ensañan contra nosotros.

Entiendo que la vida y sus insucesos, algunos que no entendemos ni aceptamos, se pueden sosegar a través de la oración genuina, pedirle a Dios a través de nuestros buenos actos, de nuestras buenas acciones, de ese buen actuar en el que prevalezca el respeto, la consideración hacia tu hermano, valorar lo que tenemos y aceptar las diferencia… solo así Dios actuará enviando paz, prosperidad y la oportunidad de vivir en armonía.

Una cruzada de oración te pido por Valledupar, justo al momento de abrir tus ojos y darle gracias al Señor por ese nuevo día, también pidamos por cada uno de los habitantes del mundo: salud, trabajo, amor y vida. Esto no es de un día, es de siempre y para siempre. El poder de la oración es grande y solo así habrá sosiego. Sólo Eso

Por Eduardo Santos Ortega Vergara