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Editorial - 4 octubre, 2012

Salud, vida privada y política

La decisión del Presidente de la República, Juan Manuel Santos Calderón, de revelar rápida, oportuna y ampliamente su situación de salud, el lunes pasado, luego de que se le diagnosticara un cáncer de próstata, ha puesto nuevamente el tema de la salud de los funcionarios públicos en la agenda informativa. Contrasta la posición de Santos […]

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La decisión del Presidente de la República, Juan Manuel Santos Calderón, de revelar rápida, oportuna y ampliamente su situación de salud, el lunes pasado, luego de que se le diagnosticara un cáncer de próstata, ha puesto nuevamente el tema de la salud de los funcionarios públicos en la agenda informativa.
Contrasta la posición de Santos Calderón, con la asumida por el Vicepresidente, Angelino Garzón, y sus familiares y amigos más cercanos, quienes han manejado con excesivo sigilo la evolución de su salud, dejando un amplio margen de especulación a la ciudadanía. No basta con ver al Vicepresidente un poco mejor, asistiendo a misa, dando declaraciones un poco tímidas y escribiendo algunos artículos sobre los principales problemas del país. El asunto es más de fondo.
Lo que hizo el Presidente Santos de publicar su situación y someterse, en menos de cuarenta y ocho horas, a una operación para extirpar el tumor mencionado, le dio claridad, transparencia y confianza al país. Al cierre de esta edición el Presidente había salido bien de la cirugía y se encontraba en una habitación de la Clínica de la Fundación Santa Fe de Bogotá, consciente y con avances satisfactorios. A pesar de su incapacidad médica sigue al frente del cargo…
Otra cosa bien distinta es lo que se sabe del Vicepresidente; y a pesar de estar acudiendo a su oficina el país no tiene certeza sobre su real estado de salud y si está en capacidad física y mental de remplazar al Presidente Santos.
No se debió esperar a que se conociera la situación del cáncer del Presidente Santos, para solicitar el examen médico del Vicepresidente Angelino, esa diligencia debió hacerse hace mucho rato, de manera reglamentaria y clara, sin que eso implique ninguna violación a la intimidad del alto funcionario.
Pero más vale tarde que nunca, y es conveniente la decisión del Presidente del Congreso de la República, Roy Barreras de acudir a una serie de organizaciones de médicos para que un grupo de especialistas evalúen y certifiquen, con objetividad científica, si el Vicepresidente Garzón, está o no en capacidad de asumir, en caso de cualquier eventualidad, la Presidencia de la República en propiedad.
Sólo a partir de ese examen se podría determinar el camino a seguir, pero es un escenario político nuevo en Colombia y podría darse el caso que el Congreso de la República se viera en la necesidad de elegir un nuevo vicepresidente, que tendría que ser del mismo Partido del Presidente Santos y una persona de su entero crédito y confianza.
Situaciones como las de Chávez, en Venezuela; el ex presidente Lula en Brasil, la misma situación de la Presidenta de Brasil y de la Argentina, que han tenido problemas públicos de salud, entre otros casos, confirman que la salud de estas personas no es un asunto de su intimidad y de su vida privada, como el resto de los mortales sino que, por el contrario, es un asunto público y que tiene hondas repercusiones en la vida política de un país en este caso, o en la de un departamento en el caso de un Gobernador o en el Municipio, en el caso del Alcalde.
Colombia está en mora de reglamentar este tema y dejar claro que los altos funcionarios públicos deben estar en plena capacidad física y mental de asumir la responsabilidad que les corresponde. Es penoso e incómodo con el Señor Vicepresidente lo que está sucediendo, pero por encima de cualquier consideración personal está un tema de hondo calada político e institucional.

Editorial
4 octubre, 2012

Salud, vida privada y política

La decisión del Presidente de la República, Juan Manuel Santos Calderón, de revelar rápida, oportuna y ampliamente su situación de salud, el lunes pasado, luego de que se le diagnosticara un cáncer de próstata, ha puesto nuevamente el tema de la salud de los funcionarios públicos en la agenda informativa. Contrasta la posición de Santos […]


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La decisión del Presidente de la República, Juan Manuel Santos Calderón, de revelar rápida, oportuna y ampliamente su situación de salud, el lunes pasado, luego de que se le diagnosticara un cáncer de próstata, ha puesto nuevamente el tema de la salud de los funcionarios públicos en la agenda informativa.
Contrasta la posición de Santos Calderón, con la asumida por el Vicepresidente, Angelino Garzón, y sus familiares y amigos más cercanos, quienes han manejado con excesivo sigilo la evolución de su salud, dejando un amplio margen de especulación a la ciudadanía. No basta con ver al Vicepresidente un poco mejor, asistiendo a misa, dando declaraciones un poco tímidas y escribiendo algunos artículos sobre los principales problemas del país. El asunto es más de fondo.
Lo que hizo el Presidente Santos de publicar su situación y someterse, en menos de cuarenta y ocho horas, a una operación para extirpar el tumor mencionado, le dio claridad, transparencia y confianza al país. Al cierre de esta edición el Presidente había salido bien de la cirugía y se encontraba en una habitación de la Clínica de la Fundación Santa Fe de Bogotá, consciente y con avances satisfactorios. A pesar de su incapacidad médica sigue al frente del cargo…
Otra cosa bien distinta es lo que se sabe del Vicepresidente; y a pesar de estar acudiendo a su oficina el país no tiene certeza sobre su real estado de salud y si está en capacidad física y mental de remplazar al Presidente Santos.
No se debió esperar a que se conociera la situación del cáncer del Presidente Santos, para solicitar el examen médico del Vicepresidente Angelino, esa diligencia debió hacerse hace mucho rato, de manera reglamentaria y clara, sin que eso implique ninguna violación a la intimidad del alto funcionario.
Pero más vale tarde que nunca, y es conveniente la decisión del Presidente del Congreso de la República, Roy Barreras de acudir a una serie de organizaciones de médicos para que un grupo de especialistas evalúen y certifiquen, con objetividad científica, si el Vicepresidente Garzón, está o no en capacidad de asumir, en caso de cualquier eventualidad, la Presidencia de la República en propiedad.
Sólo a partir de ese examen se podría determinar el camino a seguir, pero es un escenario político nuevo en Colombia y podría darse el caso que el Congreso de la República se viera en la necesidad de elegir un nuevo vicepresidente, que tendría que ser del mismo Partido del Presidente Santos y una persona de su entero crédito y confianza.
Situaciones como las de Chávez, en Venezuela; el ex presidente Lula en Brasil, la misma situación de la Presidenta de Brasil y de la Argentina, que han tenido problemas públicos de salud, entre otros casos, confirman que la salud de estas personas no es un asunto de su intimidad y de su vida privada, como el resto de los mortales sino que, por el contrario, es un asunto público y que tiene hondas repercusiones en la vida política de un país en este caso, o en la de un departamento en el caso de un Gobernador o en el Municipio, en el caso del Alcalde.
Colombia está en mora de reglamentar este tema y dejar claro que los altos funcionarios públicos deben estar en plena capacidad física y mental de asumir la responsabilidad que les corresponde. Es penoso e incómodo con el Señor Vicepresidente lo que está sucediendo, pero por encima de cualquier consideración personal está un tema de hondo calada político e institucional.