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Hay personajes de la vida pública que cuando se sienten con poder se vuelven frívolos, se llenan de un egocentrismo que los convierte en seres fastidiosos; miran a los demás con desdén y tratan a sus subalternos con displicencia. Quienes están a su alrededor, colaboradores y más, les miran con escepticismo y algo de […]
Hay personajes de la vida pública que cuando se sienten con poder se vuelven frívolos, se llenan de un egocentrismo que los convierte en seres fastidiosos; miran a los demás con desdén y tratan a sus subalternos con displicencia. Quienes están a su alrededor, colaboradores y más, les miran con escepticismo y algo de temor; viven muy pendientes de lo que hacen para saludarlos con solemnidad, mostrarse lo más sumisos posible y de esta manera ganarse su simpatía.
Que tristeza que esto se dé en pleno siglo XXI, y no estoy hablando por hablar, ni inventando vainas para echarle agua sucia a uno u otro personaje. Revise su entorno, mire actitudes y me dirá si tengo o no la razón. No hay derecho.
Dice Eclesiastés 7: “Mejor es la buena fama que el buen ungüento y mejor el día de la muerte que el día del nacimiento”.
Los principios y valores son elementos que nos deben servir para ser mejores seres humano, tratar con dignidad a los que están en situaciones de subalternidad; con respeto pero con gallardía a los que están por encima, en un nivel de jerarquía laboral.
En el mejor de los casos la situación debe ser de respeto mutuo, trato humanizado, actitudes de inclusión, donde prevalezca la confianza y desde luego un proceso que garantice que esos elementos son dignos de ser llevados y reconocidos en un líder que se gane la buena vibra de esos servidores públicos que están allí al servicio de la comunidad, no de ellos como seres omnipotentes.
Se olvidan que en época de campañas eran amigables, repartiendo abrazos y compartiendo en los sitios más humildes de la ciudad.
Luego de elegidos todo esto se olvida y hasta groseros se vuelven. No contestan teléfonos mucho menos mensajes de WhatsApp; aquellos que fueron importantes en su elección se convierten en sus primeros olvidados y a veces hasta en sus primeros enemigos.
Ahora bien, está de boga el tema de revocatoria de mandato, pero también hace poco salieron resultados de encuestas que dan popularidad de mandatarios en porcentajes altos. La pregunta es: ¿A quién le creemos? ¿Se está buscando el origen de la fiebre entre las sábanas? ¡No sé, Ernesto, no sé!
Quizás los responsables de todos estos episodios seamos nosotros mismos, no estamos actuando de acuerdo con nuestro verdadero nivel; endiosando de manera equivocada a quienes deben representar nuestra dignidad administrativa. Ellos se deben a nosotros, hay que entenderlo.
Al final del ejercicio terminamos convencidos, siempre, que nos equivocamos y que escogimos al que no era, se convierte esto en una pelea de nunca acabar y siendo honestos nos merecemos los administradores que tenemos y hemos tenido por sinvergüenzas y masoquistas.
¿Seguimos dormidos o despertamos? Humm… amanecerá y veremos dijo el ciego. Sólo Eso.
Hay personajes de la vida pública que cuando se sienten con poder se vuelven frívolos, se llenan de un egocentrismo que los convierte en seres fastidiosos; miran a los demás con desdén y tratan a sus subalternos con displicencia. Quienes están a su alrededor, colaboradores y más, les miran con escepticismo y algo de […]
Hay personajes de la vida pública que cuando se sienten con poder se vuelven frívolos, se llenan de un egocentrismo que los convierte en seres fastidiosos; miran a los demás con desdén y tratan a sus subalternos con displicencia. Quienes están a su alrededor, colaboradores y más, les miran con escepticismo y algo de temor; viven muy pendientes de lo que hacen para saludarlos con solemnidad, mostrarse lo más sumisos posible y de esta manera ganarse su simpatía.
Que tristeza que esto se dé en pleno siglo XXI, y no estoy hablando por hablar, ni inventando vainas para echarle agua sucia a uno u otro personaje. Revise su entorno, mire actitudes y me dirá si tengo o no la razón. No hay derecho.
Dice Eclesiastés 7: “Mejor es la buena fama que el buen ungüento y mejor el día de la muerte que el día del nacimiento”.
Los principios y valores son elementos que nos deben servir para ser mejores seres humano, tratar con dignidad a los que están en situaciones de subalternidad; con respeto pero con gallardía a los que están por encima, en un nivel de jerarquía laboral.
En el mejor de los casos la situación debe ser de respeto mutuo, trato humanizado, actitudes de inclusión, donde prevalezca la confianza y desde luego un proceso que garantice que esos elementos son dignos de ser llevados y reconocidos en un líder que se gane la buena vibra de esos servidores públicos que están allí al servicio de la comunidad, no de ellos como seres omnipotentes.
Se olvidan que en época de campañas eran amigables, repartiendo abrazos y compartiendo en los sitios más humildes de la ciudad.
Luego de elegidos todo esto se olvida y hasta groseros se vuelven. No contestan teléfonos mucho menos mensajes de WhatsApp; aquellos que fueron importantes en su elección se convierten en sus primeros olvidados y a veces hasta en sus primeros enemigos.
Ahora bien, está de boga el tema de revocatoria de mandato, pero también hace poco salieron resultados de encuestas que dan popularidad de mandatarios en porcentajes altos. La pregunta es: ¿A quién le creemos? ¿Se está buscando el origen de la fiebre entre las sábanas? ¡No sé, Ernesto, no sé!
Quizás los responsables de todos estos episodios seamos nosotros mismos, no estamos actuando de acuerdo con nuestro verdadero nivel; endiosando de manera equivocada a quienes deben representar nuestra dignidad administrativa. Ellos se deben a nosotros, hay que entenderlo.
Al final del ejercicio terminamos convencidos, siempre, que nos equivocamos y que escogimos al que no era, se convierte esto en una pelea de nunca acabar y siendo honestos nos merecemos los administradores que tenemos y hemos tenido por sinvergüenzas y masoquistas.
¿Seguimos dormidos o despertamos? Humm… amanecerá y veremos dijo el ciego. Sólo Eso.