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Columnista - 23 junio, 2018

¿Sabe usted dónde están sus hijos ahora?

Sin lugar a equívocos el repudiable e indignante asesinato de una niña de diez años de edad en Santa Marta – sector de Gaira, Departamento de Magdalena se constituyó recientemente en el episodio más conmovedor, partiendo del hecho que la dimensión del acontecimiento sobrepasó los límites de la crueldad; razón por la cual la noticia […]

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Sin lugar a equívocos el repudiable e indignante asesinato de una niña de diez años de edad en Santa Marta – sector de Gaira, Departamento de Magdalena se constituyó recientemente en el episodio más conmovedor, partiendo del hecho que la dimensión del acontecimiento sobrepasó los límites de la crueldad; razón por la cual la noticia se hizo visible a nivel universal.

Muy a pesar que transcurridos unos días el panorama enrarecido y el ambiente sigue polarizado, cargado de incertidumbre, esto a raíz de las dudas que aún prevalecen sobre el verdadero responsable de segar la vida a la infante; sumado a esta tragedia, impactó la muerte del presunto sindicado en los calabozos de la Fiscalía de la ciudad. En ésta tétrica y horripilante escena, cada día crecen las especulaciones sobre el verdadero asesino; realmente ¿Quién asesinó a la niña? Y surge otro interrogante: ¿el presunto y señalado asesino se suicidó o fue asesinado? En esta reflexión no pretendo ser juez, ni parte de este angustioso drama que hoy, enluta dos familias; pero si intento analizar y comparar datos para realizar pronósticos y fijar conceptos razonados. Entre estos cobra capital transcendencia un tercer factor que es probable no haya sido dimensionado, ni tenido en cuenta por las conjeturas y las investigaciones de las autoridades; se trata de la protección, cuidado y seguridad de los niños, en este caso la niña se encontraba con su hermano menor. Nace aquí una pregunta de gran peso ¿Por qué el padre no dejó a una persona responsable al cuidado de los niños?

Este argumento inspirador debe arrojar fuerzas positivas que propicien acabar la incertidumbre, donde salga a flote la verdad verdadera y no una verdad formal. En resumen el cruento episodio sintetiza tres connotaciones de enormes dimensiones: primero, la muerte ilógica e irracional de una niña inocente; segundo, el suicidio o asesinato del sindicado; y tercero, el hecho más conmovedor e impactante, el abandono en que se encontraban esos niños, que es lo que nos debe poner a pensar y con urgencia.

Establecemos de esta manera un análisis prospectivo sobre las implicaciones y alcances de la responsabilidad que tienen los padres con los niños en materia de seguridad, protección y manutención; esta es una apuesta prometedora y retadora a la vez, puesto que advierte y previene sobre normas y conductas que promueven valores, que en la actualidad son casi inexistentes y con poco espíritu para ponerlas en práctica.

El fatal hecho es para reflexionar, no solo en el momento, asumamos un compromiso serio, responsable y de obligatorio cumplimiento para hacer de la familia la verdadera célula de la sociedad y así generalizar conceptos que instituyan gobernanza, transparencia. En virtud a ésta contextualización es de imperiosa obligación movilizar voluntades políticas eficaces referentes al tema y trabajar con diferentes actores de interés, en aras de encontrar soluciones a tantos hogares disfuncionales que se han constituido en ejemplos de malas prácticas; percepción afirmativa que recae en un sistema fragmentado e insuficiente en que se desenvuelven miles de hogares, cuyos hijos desde muy temprana edad dan rienda suelta a genealogía sin estar preparados para tan sencillo, pero significativo y comprometedor rol.

[email protected].

Columnista
23 junio, 2018

¿Sabe usted dónde están sus hijos ahora?

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jairo Franco Salas

Sin lugar a equívocos el repudiable e indignante asesinato de una niña de diez años de edad en Santa Marta – sector de Gaira, Departamento de Magdalena se constituyó recientemente en el episodio más conmovedor, partiendo del hecho que la dimensión del acontecimiento sobrepasó los límites de la crueldad; razón por la cual la noticia […]


Sin lugar a equívocos el repudiable e indignante asesinato de una niña de diez años de edad en Santa Marta – sector de Gaira, Departamento de Magdalena se constituyó recientemente en el episodio más conmovedor, partiendo del hecho que la dimensión del acontecimiento sobrepasó los límites de la crueldad; razón por la cual la noticia se hizo visible a nivel universal.

Muy a pesar que transcurridos unos días el panorama enrarecido y el ambiente sigue polarizado, cargado de incertidumbre, esto a raíz de las dudas que aún prevalecen sobre el verdadero responsable de segar la vida a la infante; sumado a esta tragedia, impactó la muerte del presunto sindicado en los calabozos de la Fiscalía de la ciudad. En ésta tétrica y horripilante escena, cada día crecen las especulaciones sobre el verdadero asesino; realmente ¿Quién asesinó a la niña? Y surge otro interrogante: ¿el presunto y señalado asesino se suicidó o fue asesinado? En esta reflexión no pretendo ser juez, ni parte de este angustioso drama que hoy, enluta dos familias; pero si intento analizar y comparar datos para realizar pronósticos y fijar conceptos razonados. Entre estos cobra capital transcendencia un tercer factor que es probable no haya sido dimensionado, ni tenido en cuenta por las conjeturas y las investigaciones de las autoridades; se trata de la protección, cuidado y seguridad de los niños, en este caso la niña se encontraba con su hermano menor. Nace aquí una pregunta de gran peso ¿Por qué el padre no dejó a una persona responsable al cuidado de los niños?

Este argumento inspirador debe arrojar fuerzas positivas que propicien acabar la incertidumbre, donde salga a flote la verdad verdadera y no una verdad formal. En resumen el cruento episodio sintetiza tres connotaciones de enormes dimensiones: primero, la muerte ilógica e irracional de una niña inocente; segundo, el suicidio o asesinato del sindicado; y tercero, el hecho más conmovedor e impactante, el abandono en que se encontraban esos niños, que es lo que nos debe poner a pensar y con urgencia.

Establecemos de esta manera un análisis prospectivo sobre las implicaciones y alcances de la responsabilidad que tienen los padres con los niños en materia de seguridad, protección y manutención; esta es una apuesta prometedora y retadora a la vez, puesto que advierte y previene sobre normas y conductas que promueven valores, que en la actualidad son casi inexistentes y con poco espíritu para ponerlas en práctica.

El fatal hecho es para reflexionar, no solo en el momento, asumamos un compromiso serio, responsable y de obligatorio cumplimiento para hacer de la familia la verdadera célula de la sociedad y así generalizar conceptos que instituyan gobernanza, transparencia. En virtud a ésta contextualización es de imperiosa obligación movilizar voluntades políticas eficaces referentes al tema y trabajar con diferentes actores de interés, en aras de encontrar soluciones a tantos hogares disfuncionales que se han constituido en ejemplos de malas prácticas; percepción afirmativa que recae en un sistema fragmentado e insuficiente en que se desenvuelven miles de hogares, cuyos hijos desde muy temprana edad dan rienda suelta a genealogía sin estar preparados para tan sencillo, pero significativo y comprometedor rol.

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