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Cada hogar comparte una serie de hábitos, normas y rutinas que vienen a conformar de una forma u otra la cultura de dicha familia, y el clima, el ambiente familiar, vienen siendo las relaciones, el trato y las emociones que surgen en medio de la cultura que se vive.
Cada hogar comparte una serie de hábitos, normas y rutinas que vienen a conformar de una forma u otra la cultura de dicha familia, y el clima, el ambiente familiar, vienen siendo las relaciones, el trato y las emociones que surgen en medio de la cultura que se vive. La unión de ambas define la imagen personal, es por ello que existen personas que, aunque tienen muy buenos hábitos, por no saber manejar sus emociones y relacionarse con propiedad, proyectan una imagen que les cierra puertas y los aleja cada vez más de nuevas oportunidades.
Los adolescentes se esfuerzan por proyectar una imagen agradable “haciendo cosas” en las empresas, contratan a los mejores “haciendo cosas”, pero en sí, la imagen la definen nuestras actitudes, nuestro trato, la tolerancia, la paciencia, la diplomacia con la que nos relacionamos y, esa, es la verdadera imagen que proyectamos, aquella que nos permite alcanzar todos nuestros deseos.
He conocido personas que ingresan a una organización sin saber hacer nada, pero que, gracias a su humildad, tolerancia, amabilidad, receptividad y persistencia logran aprender a hacer todo lo necesario y crecer con la organización, consolidando una imagen y marca personal que proyecta confianza y estabilidad. Y así mismo he conocido algunos, que saben hacer muchas cosas, pero que llegan a las empresas a imponer, en lugar de conciliar, que son reactivos en lugar de proactivos, que denigran el trabajo de otros y generan un ambiente de competencia y tensión constante, que hace con el tiempo que toda su basta experiencia se vaya a descansar, ya que se vuelve un problema todo aquel que afecta el clima y el bienestar general.
Las personas somos como aparatos electrónicos, podemos tener muchas capacidades, pero necesitamos de energía eléctrica para encender, y la energía viene siendo el clima que generamos y transmitimos, el ambiente que llevamos, nuestra disposición, ánimo y capacidad para tratar al otro. Existen personas con una energía tan fuerte que le roban la energía a los demás y hacen corte eléctrico, cada vez que hablan o hacen algo, dejando a todos tan agotados y desmotivados, que terminan dudando de sus propias habilidades, que no son capaces de actuar, debido a que les robaron toda su energía.
¿Qué estrategias utilizan las instituciones educativas y las grandes empresas para formar y desarrollar? Diseñan e implementan ambientes donde se promueven valores como la confianza, el respeto, la tolerancia, la participación y el trabajo en equipo y, como consecuencia, las personas logran aprender y desarrollarse. Gracias a lo que somos, logramos hacer, pero infortunadamente aún existen personas que creen que se puede hacer, en medio de la tensión, el mal trato y el irrespeto.
Existen personas que transmiten una imagen negativa debido a la cantidad de energía que viven robando permanentemente, queriendo imponer, controlar y denigrar a los demás. De nada les sirve saber hacer muchas cosas, gozar de una cultura impresionante o ser un aparato eléctrico de última generación, si todos a su alrededor quedan quemados, anulados y exhaustos con su sola presencia. Nuestra imagen depende de la energía, y la energía se comparte, puede alimentar o generar corto circuito; es importante ser conscientes de la energía que transmitimos, para así, ser parte de una imagen personal, familiar, corporativa y social que denote confianza y estabilidad, en lugar de miedo y ansiedad.
Por: María Angélica Vega Aroca.
Psicóloga
Cada hogar comparte una serie de hábitos, normas y rutinas que vienen a conformar de una forma u otra la cultura de dicha familia, y el clima, el ambiente familiar, vienen siendo las relaciones, el trato y las emociones que surgen en medio de la cultura que se vive.
Cada hogar comparte una serie de hábitos, normas y rutinas que vienen a conformar de una forma u otra la cultura de dicha familia, y el clima, el ambiente familiar, vienen siendo las relaciones, el trato y las emociones que surgen en medio de la cultura que se vive. La unión de ambas define la imagen personal, es por ello que existen personas que, aunque tienen muy buenos hábitos, por no saber manejar sus emociones y relacionarse con propiedad, proyectan una imagen que les cierra puertas y los aleja cada vez más de nuevas oportunidades.
Los adolescentes se esfuerzan por proyectar una imagen agradable “haciendo cosas” en las empresas, contratan a los mejores “haciendo cosas”, pero en sí, la imagen la definen nuestras actitudes, nuestro trato, la tolerancia, la paciencia, la diplomacia con la que nos relacionamos y, esa, es la verdadera imagen que proyectamos, aquella que nos permite alcanzar todos nuestros deseos.
He conocido personas que ingresan a una organización sin saber hacer nada, pero que, gracias a su humildad, tolerancia, amabilidad, receptividad y persistencia logran aprender a hacer todo lo necesario y crecer con la organización, consolidando una imagen y marca personal que proyecta confianza y estabilidad. Y así mismo he conocido algunos, que saben hacer muchas cosas, pero que llegan a las empresas a imponer, en lugar de conciliar, que son reactivos en lugar de proactivos, que denigran el trabajo de otros y generan un ambiente de competencia y tensión constante, que hace con el tiempo que toda su basta experiencia se vaya a descansar, ya que se vuelve un problema todo aquel que afecta el clima y el bienestar general.
Las personas somos como aparatos electrónicos, podemos tener muchas capacidades, pero necesitamos de energía eléctrica para encender, y la energía viene siendo el clima que generamos y transmitimos, el ambiente que llevamos, nuestra disposición, ánimo y capacidad para tratar al otro. Existen personas con una energía tan fuerte que le roban la energía a los demás y hacen corte eléctrico, cada vez que hablan o hacen algo, dejando a todos tan agotados y desmotivados, que terminan dudando de sus propias habilidades, que no son capaces de actuar, debido a que les robaron toda su energía.
¿Qué estrategias utilizan las instituciones educativas y las grandes empresas para formar y desarrollar? Diseñan e implementan ambientes donde se promueven valores como la confianza, el respeto, la tolerancia, la participación y el trabajo en equipo y, como consecuencia, las personas logran aprender y desarrollarse. Gracias a lo que somos, logramos hacer, pero infortunadamente aún existen personas que creen que se puede hacer, en medio de la tensión, el mal trato y el irrespeto.
Existen personas que transmiten una imagen negativa debido a la cantidad de energía que viven robando permanentemente, queriendo imponer, controlar y denigrar a los demás. De nada les sirve saber hacer muchas cosas, gozar de una cultura impresionante o ser un aparato eléctrico de última generación, si todos a su alrededor quedan quemados, anulados y exhaustos con su sola presencia. Nuestra imagen depende de la energía, y la energía se comparte, puede alimentar o generar corto circuito; es importante ser conscientes de la energía que transmitimos, para así, ser parte de una imagen personal, familiar, corporativa y social que denote confianza y estabilidad, en lugar de miedo y ansiedad.
Por: María Angélica Vega Aroca.
Psicóloga