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Editorial - 6 abril, 2018

Río sin carpas, un acierto

Ha sido un acierto del alcalde y su equipo, la organización y aseo del balneario Hurtado. El levantamiento de las carpas en la ronda del río Guatapurí y las labores de limpieza y orden físico, acompañadas por brigadas de espacio público, defensa civil, de la policía y el ejército están dando un cambio notorio en […]

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Ha sido un acierto del alcalde y su equipo, la organización y aseo del balneario Hurtado. El levantamiento de las carpas en la ronda del río Guatapurí y las labores de limpieza y orden físico, acompañadas por brigadas de espacio público, defensa civil, de la policía y el ejército están dando un cambio notorio en el paisaje y la seguridad del entorno. Las carpas se van ubicando en sitios apropiados distante de la corriente.

También se han tomado fuertes medidas en el uso de bebidas alcohólicas, en los horarios y el tipo de consumo que razonablemente se han ido flexibilizando.

Unos señores se habían apoderado del espacio público, privatizándolo con abuso de tal manera que cobraban el derecho a usarlo a aquellos expendedores de licores o cualquier comestible; y hasta la regulación del ruido no la hacía la autoridad sino esos mismos señores. Pobre Código de Policía en manos de esa mafia que suele apoderarse de los bienes de goce comunal; en calles y en el preciado río de los vallenatos, que posee unas playas de agua dulce de verdadera maravilla.

Por supuesto hay personas honestas, la gran mayoría que derivaban su sustento de prestar los servicios al turista, y hay que reconocerlo así; la ocupación desproporcionada del espacio público, los absurdos altos decibeles del ruido y hasta la precaria disposición de residuos, comenzando por las botellas, solo se explicaba como una cultura habitual, como algo normal, sin consideración alguna a las exigencias de una clientela cada vez más exigente y sofisticada y unas normas más estrictas de convivencia. De hecho del orden y la mejora visual, esos mismos trabajadores habituales del río serán los grandes beneficiados y podrán atraer una clientela de mayor consumo. Sin desconocer que los mismos moradores y usuarios tradicionales del balneario, el pueblo vallenato, también podrán recibir los servicios a costos razonables y gozar un río de aguas más limpias.

Aplausos para la persistencia del alcalde Tuto Uhía. Aplausos para su secretario Gonzalo Arzuza, -y a las instituciones que les colaboran, que con coraje han enfrentado la resistencia que es natural en estos procesos de aculturación, embellecimiento, orden, limpieza  y mejora de la seguridad en el sector.

Poco a poco se irán haciendo los necesarios ajustes, procurando que al final autoridad, ciudadanía, los trabajadores del río trabajen de la mano y superen las diferencias. Los últimos, los prestadores de servicios, son claves para atender con una cara amable al visitante.

Editorial
6 abril, 2018

Río sin carpas, un acierto

Ha sido un acierto del alcalde y su equipo, la organización y aseo del balneario Hurtado. El levantamiento de las carpas en la ronda del río Guatapurí y las labores de limpieza y orden físico, acompañadas por brigadas de espacio público, defensa civil, de la policía y el ejército están dando un cambio notorio en […]


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Ha sido un acierto del alcalde y su equipo, la organización y aseo del balneario Hurtado. El levantamiento de las carpas en la ronda del río Guatapurí y las labores de limpieza y orden físico, acompañadas por brigadas de espacio público, defensa civil, de la policía y el ejército están dando un cambio notorio en el paisaje y la seguridad del entorno. Las carpas se van ubicando en sitios apropiados distante de la corriente.

También se han tomado fuertes medidas en el uso de bebidas alcohólicas, en los horarios y el tipo de consumo que razonablemente se han ido flexibilizando.

Unos señores se habían apoderado del espacio público, privatizándolo con abuso de tal manera que cobraban el derecho a usarlo a aquellos expendedores de licores o cualquier comestible; y hasta la regulación del ruido no la hacía la autoridad sino esos mismos señores. Pobre Código de Policía en manos de esa mafia que suele apoderarse de los bienes de goce comunal; en calles y en el preciado río de los vallenatos, que posee unas playas de agua dulce de verdadera maravilla.

Por supuesto hay personas honestas, la gran mayoría que derivaban su sustento de prestar los servicios al turista, y hay que reconocerlo así; la ocupación desproporcionada del espacio público, los absurdos altos decibeles del ruido y hasta la precaria disposición de residuos, comenzando por las botellas, solo se explicaba como una cultura habitual, como algo normal, sin consideración alguna a las exigencias de una clientela cada vez más exigente y sofisticada y unas normas más estrictas de convivencia. De hecho del orden y la mejora visual, esos mismos trabajadores habituales del río serán los grandes beneficiados y podrán atraer una clientela de mayor consumo. Sin desconocer que los mismos moradores y usuarios tradicionales del balneario, el pueblo vallenato, también podrán recibir los servicios a costos razonables y gozar un río de aguas más limpias.

Aplausos para la persistencia del alcalde Tuto Uhía. Aplausos para su secretario Gonzalo Arzuza, -y a las instituciones que les colaboran, que con coraje han enfrentado la resistencia que es natural en estos procesos de aculturación, embellecimiento, orden, limpieza  y mejora de la seguridad en el sector.

Poco a poco se irán haciendo los necesarios ajustes, procurando que al final autoridad, ciudadanía, los trabajadores del río trabajen de la mano y superen las diferencias. Los últimos, los prestadores de servicios, son claves para atender con una cara amable al visitante.