El día sábado 11 de septiembre se conmemora el Día Nacional del Patrimonio Cultural. Generalmente desconocemos la responsabilidad que tenemos sobre la permanencia y conservación de nuestro patrimonio histórico. Frente a esta realidad es imperante hacer una profunda reflexión sobre el futuro de nuestro patrimonio edificado y el rol que deben jugar los institutos de […]
El día sábado 11 de septiembre se conmemora el Día Nacional del Patrimonio Cultural. Generalmente desconocemos la responsabilidad que tenemos sobre la permanencia y conservación de nuestro patrimonio histórico. Frente a esta realidad es imperante hacer una profunda reflexión sobre el futuro de nuestro patrimonio edificado y el rol que deben jugar los institutos de cultura y los entes que velan por la conservación del patrimonio.
En estos días, se va a escuchar mucho la palabra “patrimonio histórico”. Pero ¿qué es eso? Es el camino cierto de nuestras propias afirmaciones como identidad cultural. Nuestro patrimonio son los múltiples patrimonios que poseemos. Las referencias de pertenencias y de afirmación cultural, que encierra el patrimonio tangible, son testimonio de las riquezas de una historia llena de aciertos y errores, la cual incorpora y le canta procesos culturales y modos de vida riquísimos.
Larga y penosa ha sido en nuestra ciudad la lucha de unos pocos por preservar el patrimonio histórico y el obstáculo mayor todavía no superado es la violación permanente de las reglamentaciones para proteger los bienes, muebles o inmuebles. Muchas pérdidas irreparables hemos tenido al respecto aquí en Valledupar, la destrucción del convento Santo Domingo, la antigua alcaldía y la antigua cárcel El Mamón.
Podíamos decir inclusive que en la Plaza Alfonso López se ha perdido en parte su rasgo caracterizante, por una sucesión de pronto descontrolada de intervenciones de muy diversas índoles y procedencia, por ejemplo: muchas de las casas que rodean la Plaza Alfonso López y calles adyacentes entremezclando todo tipo de actividades. Y la última puñalada a nuestro patrimonio histórico fue la atroz reparación estructural a la que fue sometida la fachada sur del edificio de la alcaldía sobre la calle 16, entre carreras 5ª y 4ª por una de las antiguas administraciones.
La conservación de nuestro patrimonio ha corrido y corre por cuenta de nadie. Qué lástima, nunca hemos sido celosos de nuestro patrimonio. La única muestra reciente de la importancia que se le dio a nuestro patrimonio histórico la tuvimos en la restauración de la Iglesia La Concepción siendo Procurador General de la República, el doctor Edgardo Maya Villazón, cuyo rescate fue impulsado por quien fuera nuestra Ministra de Cultura, Consuelo Araujonoguera, y que por cierto quedó hermosa.
Desde mi punto de vista de ciudadano y de arquitecto, pienso que todo edificio intervenido constituye una nueva realidad cultural, llámese esta intervención, restauración, remodelación o como se quiera. Por lo pronto, debemos respetar nuestro patrimonio.
Y como es mi costumbre, trataré otros temitas: ninguna virtud tan importante en los ciudadanos para el progreso y la convivencia en armonía como el espíritu cívico. Sin él es imposible materializar cualquier adelanto. El espíritu cívico no es otra cosa que el cariño y devoción por el lugar en que se vive y respeto por nuestros semejantes.
Estoy esperando respuesta de las recomendaciones y hechos denunciados en mi columna pasada: Al señor alcalde Augusto Ramírez sobre el robo de cubículos en la Plaza Alfonso López; al secretario de Tránsito, señor Arizmendi, sobre los reductores en la Plaza Alfonso López; a la secretaria de Gobierno sobre la venta de fritangas en la Plaza Alfonso López; y al comandante de la Policía el coronel Rosero por el traslado de un CAI.
Les dejo mi número de celular para que se comuniquen conmigo para ampliarles la información y no dejar esto en el aire. El número es 3006606771. El Gobierno Departamental debe llamar a puyengue a los contratistas de la restauración de la cubierta del Coliseo Cubierto ya que se convirtió en un colador en estas últimas lluvias y finalmente, los vecinos del parque Novalito y en especial Don Pablo, el propietario de la tienda de la esquina, les hace un llamado a las autoridades porque en el parque hay algunos árboles con ramas secas a punto de caerse y ahí frecuentan muchos niños.
El día sábado 11 de septiembre se conmemora el Día Nacional del Patrimonio Cultural. Generalmente desconocemos la responsabilidad que tenemos sobre la permanencia y conservación de nuestro patrimonio histórico. Frente a esta realidad es imperante hacer una profunda reflexión sobre el futuro de nuestro patrimonio edificado y el rol que deben jugar los institutos de […]
El día sábado 11 de septiembre se conmemora el Día Nacional del Patrimonio Cultural. Generalmente desconocemos la responsabilidad que tenemos sobre la permanencia y conservación de nuestro patrimonio histórico. Frente a esta realidad es imperante hacer una profunda reflexión sobre el futuro de nuestro patrimonio edificado y el rol que deben jugar los institutos de cultura y los entes que velan por la conservación del patrimonio.
En estos días, se va a escuchar mucho la palabra “patrimonio histórico”. Pero ¿qué es eso? Es el camino cierto de nuestras propias afirmaciones como identidad cultural. Nuestro patrimonio son los múltiples patrimonios que poseemos. Las referencias de pertenencias y de afirmación cultural, que encierra el patrimonio tangible, son testimonio de las riquezas de una historia llena de aciertos y errores, la cual incorpora y le canta procesos culturales y modos de vida riquísimos.
Larga y penosa ha sido en nuestra ciudad la lucha de unos pocos por preservar el patrimonio histórico y el obstáculo mayor todavía no superado es la violación permanente de las reglamentaciones para proteger los bienes, muebles o inmuebles. Muchas pérdidas irreparables hemos tenido al respecto aquí en Valledupar, la destrucción del convento Santo Domingo, la antigua alcaldía y la antigua cárcel El Mamón.
Podíamos decir inclusive que en la Plaza Alfonso López se ha perdido en parte su rasgo caracterizante, por una sucesión de pronto descontrolada de intervenciones de muy diversas índoles y procedencia, por ejemplo: muchas de las casas que rodean la Plaza Alfonso López y calles adyacentes entremezclando todo tipo de actividades. Y la última puñalada a nuestro patrimonio histórico fue la atroz reparación estructural a la que fue sometida la fachada sur del edificio de la alcaldía sobre la calle 16, entre carreras 5ª y 4ª por una de las antiguas administraciones.
La conservación de nuestro patrimonio ha corrido y corre por cuenta de nadie. Qué lástima, nunca hemos sido celosos de nuestro patrimonio. La única muestra reciente de la importancia que se le dio a nuestro patrimonio histórico la tuvimos en la restauración de la Iglesia La Concepción siendo Procurador General de la República, el doctor Edgardo Maya Villazón, cuyo rescate fue impulsado por quien fuera nuestra Ministra de Cultura, Consuelo Araujonoguera, y que por cierto quedó hermosa.
Desde mi punto de vista de ciudadano y de arquitecto, pienso que todo edificio intervenido constituye una nueva realidad cultural, llámese esta intervención, restauración, remodelación o como se quiera. Por lo pronto, debemos respetar nuestro patrimonio.
Y como es mi costumbre, trataré otros temitas: ninguna virtud tan importante en los ciudadanos para el progreso y la convivencia en armonía como el espíritu cívico. Sin él es imposible materializar cualquier adelanto. El espíritu cívico no es otra cosa que el cariño y devoción por el lugar en que se vive y respeto por nuestros semejantes.
Estoy esperando respuesta de las recomendaciones y hechos denunciados en mi columna pasada: Al señor alcalde Augusto Ramírez sobre el robo de cubículos en la Plaza Alfonso López; al secretario de Tránsito, señor Arizmendi, sobre los reductores en la Plaza Alfonso López; a la secretaria de Gobierno sobre la venta de fritangas en la Plaza Alfonso López; y al comandante de la Policía el coronel Rosero por el traslado de un CAI.
Les dejo mi número de celular para que se comuniquen conmigo para ampliarles la información y no dejar esto en el aire. El número es 3006606771. El Gobierno Departamental debe llamar a puyengue a los contratistas de la restauración de la cubierta del Coliseo Cubierto ya que se convirtió en un colador en estas últimas lluvias y finalmente, los vecinos del parque Novalito y en especial Don Pablo, el propietario de la tienda de la esquina, les hace un llamado a las autoridades porque en el parque hay algunos árboles con ramas secas a punto de caerse y ahí frecuentan muchos niños.