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Columnista - 6 marzo, 2019

Respaldar la JEP

Un bello relato que tengo por costumbre releer es el séptimo libro de La República de Platón. El diálogo entre Sócrates y Glaucón me atrapó por la manera como el autor apela a la alegoría, figura retórica que esconde el tesoro de la sabiduría de la humanidad, enseña cómo salir de la caverna de la […]

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Un bello relato que tengo por costumbre releer es el séptimo libro de La República de Platón. El diálogo entre Sócrates y Glaucón me atrapó por la manera como el autor apela a la alegoría, figura retórica que esconde el tesoro de la sabiduría de la humanidad, enseña cómo salir de la caverna de la ignorancia que nos mantiene atados a la oscuridad. Es el camino de la luz.

En esta alegoría pienso cada vez que reflexiono sobre cómo salir de la guerra y evitar su continuidad porque no olvidemos que hemos padecido un conflicto armado no internacional que nos ha desgarrado la paz y la convivencia, un conflicto armado que nos ha sumido en la oscuridad y nos ha atrapado en una contracultura de violencia que ha destruido las bases del tejido social.

El espiral de la violencia no cesa y, pese a que se ha debilitado, sin dudas, en el antro de la oscuridad existen fuerzas que aspiran a que se fortalezca. En particular, el ELN y los no desmovilizados de las FARC que insisten en que la política se realiza con el arma del terror y no con la palabra. Esta es una situación nacional delicada.

Delicada porque estos violentos tienen en el modelo del totalitarismo socialista una fuente de inspiración y respaldo, y en la dramática situación política y humanitaria de Venezuela y la dictadura madurista encuentran una quinta columna en contra de nuestra paz. Existe el peligro de una guerra en el hermano país –¿Qué hacer?– No tenemos más camino que trabajar en el fortalecimiento de las instituciones a favor de la paz en Colombia.

Una de las instituciones que contribuye a la reconciliación y a la reconstrucción de la convivencia para abrir espacios de paz es la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). Este modelo de justicia transicional, recalco, modelo de justicia transicional, está creado con la finalidad de conocer delitos cometidos en el marco del conflicto armado antes del 1 de diciembre de 2016. Su función: reconstruir el tejido social y brindar las condiciones para que la paz sea posible. No es un modelo de justicia retribucionista ni restauradora como se afirma con frecuencia. ¡No podemos regresar a la guerra, señores!

No podemos hacer justicia castigando en forma proporcional a los responsables por la gravedad de los delitos cometidos en la guerra. No estamos preparados para hacer esto posible. Seamos sinceros: no estamos preparados.

El modelo de justicia existente para castigar a responsables de delitos comunes ha mostrado ser un fracaso. Los hechos prueban que la cárcel es otro antro de oscuridad. Lo que sí podemos es perdonarnos.

La filósofa Hannah Arendt nos enseña que es el perdón nos libera de las consecuencias de nuestros yerros, dice: “Sin ser perdonados, liberados de las consecuencias de lo que hemos hecho, nuestra capacidad para actuar quedaría, por decirlo así, confinada a un solo acto del que nunca podríamos recobrarnos, seríamos para siempre las víctimas de sus consecuencias, semejantes al aprendiz de brujo que carecía de la fórmula mágica para romper el hechizo”.

No tenemos otra alternativa para salir del antro de la oscuridad de la violencia y el terror, de una insaciable voracidad de la muerte del conflicto armado que fortalecer instituciones que promuevan el perdón y la reconciliación.

La JEP no puede ser vista como un templo de impunidad, sino como una luz para salir de la oscuridad mediante el uso de la razón guiada por el perdón y la promesa de reconciliación para todos. Respaldemos la JEP.

Columnista
6 marzo, 2019

Respaldar la JEP

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Eduardo Verano De La Rosa

Un bello relato que tengo por costumbre releer es el séptimo libro de La República de Platón. El diálogo entre Sócrates y Glaucón me atrapó por la manera como el autor apela a la alegoría, figura retórica que esconde el tesoro de la sabiduría de la humanidad, enseña cómo salir de la caverna de la […]


Un bello relato que tengo por costumbre releer es el séptimo libro de La República de Platón. El diálogo entre Sócrates y Glaucón me atrapó por la manera como el autor apela a la alegoría, figura retórica que esconde el tesoro de la sabiduría de la humanidad, enseña cómo salir de la caverna de la ignorancia que nos mantiene atados a la oscuridad. Es el camino de la luz.

En esta alegoría pienso cada vez que reflexiono sobre cómo salir de la guerra y evitar su continuidad porque no olvidemos que hemos padecido un conflicto armado no internacional que nos ha desgarrado la paz y la convivencia, un conflicto armado que nos ha sumido en la oscuridad y nos ha atrapado en una contracultura de violencia que ha destruido las bases del tejido social.

El espiral de la violencia no cesa y, pese a que se ha debilitado, sin dudas, en el antro de la oscuridad existen fuerzas que aspiran a que se fortalezca. En particular, el ELN y los no desmovilizados de las FARC que insisten en que la política se realiza con el arma del terror y no con la palabra. Esta es una situación nacional delicada.

Delicada porque estos violentos tienen en el modelo del totalitarismo socialista una fuente de inspiración y respaldo, y en la dramática situación política y humanitaria de Venezuela y la dictadura madurista encuentran una quinta columna en contra de nuestra paz. Existe el peligro de una guerra en el hermano país –¿Qué hacer?– No tenemos más camino que trabajar en el fortalecimiento de las instituciones a favor de la paz en Colombia.

Una de las instituciones que contribuye a la reconciliación y a la reconstrucción de la convivencia para abrir espacios de paz es la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). Este modelo de justicia transicional, recalco, modelo de justicia transicional, está creado con la finalidad de conocer delitos cometidos en el marco del conflicto armado antes del 1 de diciembre de 2016. Su función: reconstruir el tejido social y brindar las condiciones para que la paz sea posible. No es un modelo de justicia retribucionista ni restauradora como se afirma con frecuencia. ¡No podemos regresar a la guerra, señores!

No podemos hacer justicia castigando en forma proporcional a los responsables por la gravedad de los delitos cometidos en la guerra. No estamos preparados para hacer esto posible. Seamos sinceros: no estamos preparados.

El modelo de justicia existente para castigar a responsables de delitos comunes ha mostrado ser un fracaso. Los hechos prueban que la cárcel es otro antro de oscuridad. Lo que sí podemos es perdonarnos.

La filósofa Hannah Arendt nos enseña que es el perdón nos libera de las consecuencias de nuestros yerros, dice: “Sin ser perdonados, liberados de las consecuencias de lo que hemos hecho, nuestra capacidad para actuar quedaría, por decirlo así, confinada a un solo acto del que nunca podríamos recobrarnos, seríamos para siempre las víctimas de sus consecuencias, semejantes al aprendiz de brujo que carecía de la fórmula mágica para romper el hechizo”.

No tenemos otra alternativa para salir del antro de la oscuridad de la violencia y el terror, de una insaciable voracidad de la muerte del conflicto armado que fortalecer instituciones que promuevan el perdón y la reconciliación.

La JEP no puede ser vista como un templo de impunidad, sino como una luz para salir de la oscuridad mediante el uso de la razón guiada por el perdón y la promesa de reconciliación para todos. Respaldemos la JEP.