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Columnista - 12 diciembre, 2013

Renovar y desatar

Por Valerio Mejía  “… pues como él es, así somos nosotros en este mundo” 1 Juan 4:17 La Palabra de Dios nos enseña claramente que estamos formados por tres partes: Espíritu, alma y cuerpo. Pero debido a que el reino espiritual no puede ser visto o tocado naturalmente, la única manera de percibir la realidad […]

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Por Valerio Mejía 

“… pues como él es, así somos nosotros en este mundo” 1 Juan 4:17

La Palabra de Dios nos enseña claramente que estamos formados por tres partes: Espíritu, alma y cuerpo. Pero debido a que el reino espiritual no puede ser visto o tocado naturalmente, la única manera de percibir la realidad espiritual con precisión es a través de la Biblia. Simplemente, ¡hay que tomar la Palabra de Dios y creerla!

Cuando mediante un acto de nuestra voluntad, nos abrimos y aceptamos la revelación de Dios en nuestras vidas, nuestro espíritu sufre una completa e instantánea transformación. Todo lo que necesitemos en la vida cristiana, ¡ya está presente en su totalidad en nuestro Espíritu! En este momento, nuestro Espíritu nacido de nuevo es tan perfecto y completo como lo será por toda la eternidad. 

Después de pasar por ese proceso de apertura hacia Dios que llamamos conversión y de nacer de nuevo, el resto de nuestra vida cristiana consiste en renovar y desatar lo que ya tenemos. A medida que renovamos nuestra mente y creemos en la palabra de Dios, nuestra alma se armonizará con aquello que ya ha sido revelado a nuestro Espíritu. Cuando nuestra alma se alinea con lo que ve en el espejo espiritual de Dios, lo que ya está en nuestro espíritu se libera hacia el alma y el cuerpo, haciéndonos experimentar la vida de Dios. Lo contrario, cuando nuestra alma se pone de acuerdo con el cuerpo, y somos dominados por el reino natural, confiando más en lo que podemos ver, probar, oír, oler y sentir en vez de creer lo que percibimos en la Palabra, nos alejamos de experimentar la vida de Dios.  

Amados amigos lectores. Si comprendiéramos que ya Dios nos tocó y nos ha dado todo en nuestro espíritu vuelto a nacer, tan solo necesitaríamos renovar nuestros pensamientos creyendo su palabra, y desatándolo en el mundo físico. Esto cambiaría la óptica de las cosas, así la vida cristiana no sería un proceso para obtener algo de parte de Dios, sino un proceso de renovación de mi mente y un aprendizaje para desatar lo que ya recibimos en nuestros espíritus. Es mucho más fácil desatar algo que ya tenemos que ir a obtener algo de lo que carecemos.

El tratar de obtener algo que aún no tenemos, conlleva el peligro de la duda. Podemos ver una promesa en la Palabra respecto a la sanidad, el gozo, la victoria, el poder, la provisión o lo que sea, pero como no lo percibimos todavía en el ámbito mental, emocional y físico no creemos que ya fue hecho. En el mundo natural, las promesas se convierten en realidad, cuando las poseemos físicamente. Pero en el mundo sobrenatural, ¿por qué dudar de algo que ya tenemos en su palabra? Y éste es el punto central: Dios puso dentro de nuestros espíritus nacidos de nuevo, todo lo que alguna vez fuéramos a necesitar. ¡Una vez que creamos que ya lo tenemos, la duda será eliminada!

Mi invitación, es a que nos refugiemos en la cruz y confesemos a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador personal, así nuestro espíritu cambiará. Y si nuestro espíritu es totalmente nuevo y completo, ya Dios nos dio lo que necesitábamos para ser felices y realizados. 

El resto de nuestros días, no consistirá en aprender cómo obtener más de Él, sino en descubrir cómo desatar lo que Él ya puso dentro de nosotros.

Mi oración es para que reconozcas y desates lo que ya tienes y para que puedas ver quién eres en realidad. ¡Renuévate y suéltate!

Abrazos y muchas bendiciones…

Columnista
12 diciembre, 2013

Renovar y desatar

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

Por Valerio Mejía  “… pues como él es, así somos nosotros en este mundo” 1 Juan 4:17 La Palabra de Dios nos enseña claramente que estamos formados por tres partes: Espíritu, alma y cuerpo. Pero debido a que el reino espiritual no puede ser visto o tocado naturalmente, la única manera de percibir la realidad […]


Por Valerio Mejía 

“… pues como él es, así somos nosotros en este mundo” 1 Juan 4:17

La Palabra de Dios nos enseña claramente que estamos formados por tres partes: Espíritu, alma y cuerpo. Pero debido a que el reino espiritual no puede ser visto o tocado naturalmente, la única manera de percibir la realidad espiritual con precisión es a través de la Biblia. Simplemente, ¡hay que tomar la Palabra de Dios y creerla!

Cuando mediante un acto de nuestra voluntad, nos abrimos y aceptamos la revelación de Dios en nuestras vidas, nuestro espíritu sufre una completa e instantánea transformación. Todo lo que necesitemos en la vida cristiana, ¡ya está presente en su totalidad en nuestro Espíritu! En este momento, nuestro Espíritu nacido de nuevo es tan perfecto y completo como lo será por toda la eternidad. 

Después de pasar por ese proceso de apertura hacia Dios que llamamos conversión y de nacer de nuevo, el resto de nuestra vida cristiana consiste en renovar y desatar lo que ya tenemos. A medida que renovamos nuestra mente y creemos en la palabra de Dios, nuestra alma se armonizará con aquello que ya ha sido revelado a nuestro Espíritu. Cuando nuestra alma se alinea con lo que ve en el espejo espiritual de Dios, lo que ya está en nuestro espíritu se libera hacia el alma y el cuerpo, haciéndonos experimentar la vida de Dios. Lo contrario, cuando nuestra alma se pone de acuerdo con el cuerpo, y somos dominados por el reino natural, confiando más en lo que podemos ver, probar, oír, oler y sentir en vez de creer lo que percibimos en la Palabra, nos alejamos de experimentar la vida de Dios.  

Amados amigos lectores. Si comprendiéramos que ya Dios nos tocó y nos ha dado todo en nuestro espíritu vuelto a nacer, tan solo necesitaríamos renovar nuestros pensamientos creyendo su palabra, y desatándolo en el mundo físico. Esto cambiaría la óptica de las cosas, así la vida cristiana no sería un proceso para obtener algo de parte de Dios, sino un proceso de renovación de mi mente y un aprendizaje para desatar lo que ya recibimos en nuestros espíritus. Es mucho más fácil desatar algo que ya tenemos que ir a obtener algo de lo que carecemos.

El tratar de obtener algo que aún no tenemos, conlleva el peligro de la duda. Podemos ver una promesa en la Palabra respecto a la sanidad, el gozo, la victoria, el poder, la provisión o lo que sea, pero como no lo percibimos todavía en el ámbito mental, emocional y físico no creemos que ya fue hecho. En el mundo natural, las promesas se convierten en realidad, cuando las poseemos físicamente. Pero en el mundo sobrenatural, ¿por qué dudar de algo que ya tenemos en su palabra? Y éste es el punto central: Dios puso dentro de nuestros espíritus nacidos de nuevo, todo lo que alguna vez fuéramos a necesitar. ¡Una vez que creamos que ya lo tenemos, la duda será eliminada!

Mi invitación, es a que nos refugiemos en la cruz y confesemos a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador personal, así nuestro espíritu cambiará. Y si nuestro espíritu es totalmente nuevo y completo, ya Dios nos dio lo que necesitábamos para ser felices y realizados. 

El resto de nuestros días, no consistirá en aprender cómo obtener más de Él, sino en descubrir cómo desatar lo que Él ya puso dentro de nosotros.

Mi oración es para que reconozcas y desates lo que ya tienes y para que puedas ver quién eres en realidad. ¡Renuévate y suéltate!

Abrazos y muchas bendiciones…