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Columnista - 22 octubre, 2020

Remembranza de mi hermano Guillermo

Mi padre Justiniano Romero Rondón y mi madre Fernanda Churio Amaya, en unión libre tuvieron doce hijos, seis varones y seis mujeres, una de ellas murió en su infancia por enfermedad infectocontagiosa prevenible. Además, tuvimos otros hermanos hijos de mi padre con otras mujeres.  Mi padre y mi madre a pesar de ser ambos analfabetos, […]

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Mi padre Justiniano Romero Rondón y mi madre Fernanda Churio Amaya, en unión libre tuvieron doce hijos, seis varones y seis mujeres, una de ellas murió en su infancia por enfermedad infectocontagiosa prevenible. Además, tuvimos otros hermanos hijos de mi padre con otras mujeres. 

Mi padre y mi madre a pesar de ser ambos analfabetos, asumieron el sabio designio de que sus hijos no fueran iletrados como ellos, lo habitual en aquel tiempo y mucho más común si la gente vivía en área rural. Lo más loable de mis progenitores es el admirable empeño de que sus hijos obtuvieran el privilegio de la educación universitaria. Por ende, mientras yo viva les profesaré amor, gratitud y respeto inmensurable. 

Mi madre en 1943, con sus hijos de entonces, se muda de Guacoche a Valledupar con el ferviente propósito de que sus hijos estudiaran. En consecuencia, en 1951 cuando mi hermano Guillermo (QEPD) terminó el cuarto año de bachillerato en el colegio Loperena, mis padres buenamente decidieron contraer matrimonio católico, para que su hijo Guillermo ingresara al Colegio Mayor de San Bartolomé de Bogotá a culminar los 6 años de bachillerato, entonces este plantel educativo ostentaba la distinción de ser el más prestigioso del país. Y bien merecido, teniendo en cuenta que ahí se han graduado 28 bachilleres que posteriormente fueron presidentes de Colombia. Al final de 1953, Guillermo Gonzaga Romero Churio, recibió con honores el diploma de bachiller, otorgado por el otrora glorioso colegio regentado por sacerdotes de la orden de los jesuitas.

En 1954, ingresó al servicio militar como soldado bachiller en el Batallón de Infantería Miguel Antonio Caro (el memorable MAC). Al cabo de un año egresó con el grado de Subteniente. En 1955 ingresó a estudiar jurisprudencia en la Universidad Libre, de donde se retiró por pugnas ideológicas, pues, ya Guillermo era miembro activo del partido Conservador y el rector de la Universidad Libre era el abogado Gerardo Molina Ramírez, principal ideólogo del socialismo democrático en nuestro país.

Con el beneplácito de la familia Gómez Hurtado pasó a la Pontificia Universidad Javeriana, porque a Guillermo el periódico EL SIGLO (cuyo cofundador fue Laureano Gómez Castro, veterano político conservador y expresidente de Colombia) le publicaba columnas de opinión. Posteriormente, por estrechez económica terminó la abogacía en la Universidad Gran Colombia de Bogotá, ciudad donde ocupó varios cargos públicos algunos de buen nivel, fue juez y concejal del municipio de Valledupar; varias veces hizo parte del gabinete de la gobernación del departamento del Cesar, bajo las administraciones de Alfonso Araujo Cotes, Luis Rodríguez Valera (ya fallecido) y Abraham Romero Ariza. 

Guillermo convivió con su cónyuge Obdulia Bracho Castilla, también guacochera, con quien tuvo seis hijos, cinco mujeres y un hombre. Este último mi ahijado de bautismo y la madrina nuestra hermana Josefina, quien falleció el 15 de diciembre de 2018 en Valledupar, para sus exequias fue la última vez que Guillermo vino a esta ciudad.

En fin, sobre Guillermo Gonzaga Romero Churio se podría escribir extensivamente y expresar muchas cosas positivas, entre ellas que fue el paradigma para que los hermanos Romero Churio cursaran y culminaran sus estudios universitarios.

Columnista
22 octubre, 2020

Remembranza de mi hermano Guillermo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Romero Churio

Mi padre Justiniano Romero Rondón y mi madre Fernanda Churio Amaya, en unión libre tuvieron doce hijos, seis varones y seis mujeres, una de ellas murió en su infancia por enfermedad infectocontagiosa prevenible. Además, tuvimos otros hermanos hijos de mi padre con otras mujeres.  Mi padre y mi madre a pesar de ser ambos analfabetos, […]


Mi padre Justiniano Romero Rondón y mi madre Fernanda Churio Amaya, en unión libre tuvieron doce hijos, seis varones y seis mujeres, una de ellas murió en su infancia por enfermedad infectocontagiosa prevenible. Además, tuvimos otros hermanos hijos de mi padre con otras mujeres. 

Mi padre y mi madre a pesar de ser ambos analfabetos, asumieron el sabio designio de que sus hijos no fueran iletrados como ellos, lo habitual en aquel tiempo y mucho más común si la gente vivía en área rural. Lo más loable de mis progenitores es el admirable empeño de que sus hijos obtuvieran el privilegio de la educación universitaria. Por ende, mientras yo viva les profesaré amor, gratitud y respeto inmensurable. 

Mi madre en 1943, con sus hijos de entonces, se muda de Guacoche a Valledupar con el ferviente propósito de que sus hijos estudiaran. En consecuencia, en 1951 cuando mi hermano Guillermo (QEPD) terminó el cuarto año de bachillerato en el colegio Loperena, mis padres buenamente decidieron contraer matrimonio católico, para que su hijo Guillermo ingresara al Colegio Mayor de San Bartolomé de Bogotá a culminar los 6 años de bachillerato, entonces este plantel educativo ostentaba la distinción de ser el más prestigioso del país. Y bien merecido, teniendo en cuenta que ahí se han graduado 28 bachilleres que posteriormente fueron presidentes de Colombia. Al final de 1953, Guillermo Gonzaga Romero Churio, recibió con honores el diploma de bachiller, otorgado por el otrora glorioso colegio regentado por sacerdotes de la orden de los jesuitas.

En 1954, ingresó al servicio militar como soldado bachiller en el Batallón de Infantería Miguel Antonio Caro (el memorable MAC). Al cabo de un año egresó con el grado de Subteniente. En 1955 ingresó a estudiar jurisprudencia en la Universidad Libre, de donde se retiró por pugnas ideológicas, pues, ya Guillermo era miembro activo del partido Conservador y el rector de la Universidad Libre era el abogado Gerardo Molina Ramírez, principal ideólogo del socialismo democrático en nuestro país.

Con el beneplácito de la familia Gómez Hurtado pasó a la Pontificia Universidad Javeriana, porque a Guillermo el periódico EL SIGLO (cuyo cofundador fue Laureano Gómez Castro, veterano político conservador y expresidente de Colombia) le publicaba columnas de opinión. Posteriormente, por estrechez económica terminó la abogacía en la Universidad Gran Colombia de Bogotá, ciudad donde ocupó varios cargos públicos algunos de buen nivel, fue juez y concejal del municipio de Valledupar; varias veces hizo parte del gabinete de la gobernación del departamento del Cesar, bajo las administraciones de Alfonso Araujo Cotes, Luis Rodríguez Valera (ya fallecido) y Abraham Romero Ariza. 

Guillermo convivió con su cónyuge Obdulia Bracho Castilla, también guacochera, con quien tuvo seis hijos, cinco mujeres y un hombre. Este último mi ahijado de bautismo y la madrina nuestra hermana Josefina, quien falleció el 15 de diciembre de 2018 en Valledupar, para sus exequias fue la última vez que Guillermo vino a esta ciudad.

En fin, sobre Guillermo Gonzaga Romero Churio se podría escribir extensivamente y expresar muchas cosas positivas, entre ellas que fue el paradigma para que los hermanos Romero Churio cursaran y culminaran sus estudios universitarios.