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Duro como un guayacán, florido como un cañaguate, firme como un roble, grueso como una ceiba, famoso, extraño, milenario y escaso como un boabad o pan de mono, largo como un resbala mono en nuestra región, incluso dulce como un mango, el más cantado entre los vallenatos de antier.
Duro como un guayacán, florido como un cañaguate, firme como un roble, grueso como una ceiba, famoso, extraño, milenario y escaso como un boabad o pan de mono, largo como un resbala mono en nuestra región, incluso dulce como un mango, el más cantado entre los vallenatos de antier. El gran remedio para los palos del Valle de Upar, está entre las supersticiones, los remedios, en una combinación con mitos y tabúes del cual los provincianos somo expertos por naturaleza, pero hoy es la misma naturaleza que nos llama para pedirnos cuenta, el daño que hemos cometido por nuestros árboles urbanos, o como dijera el insigne poeta Diomedes Daza, árboles paisanos.
Desde pequeño escucho conversaciones de la batalla hombre-árbol, su afán de macho alfa va ligado al ligar de las españolas, desde el infantil capullo, hasta el tronco potente de los sabios abuelos sembradores de vidas, ellos probaron con semillas de cañandonga, jamanar con leche de cabra, rabos de zorro a la brasa, infusiones de pepa de guama y, últimamente, jengibre por kilos para defender el dicho que cada gallo canta en su gallinero.
Pero en términos académicos y de cultura y vallenatía, el octavo Foro del Árbol de EL PILÓN, sigue sembrando inquietudes con llamados de urgencia para que al fin algún gobierno o entidad como Corpocesar, de manera seria y sin tanta alharaca de fotos y videos en los foros, demuestre que realmente el tema es prioritario, tanto como forma de vida en general, o incluso con forma del paisaje para una ciudad otrora verde, hoy enferma y triste porque sus árboles abuelos mueren olvidados a la vista una de todos.
En tiempos del gobernador Andrés Meza Araújo, y en foro de la misma serie del actual, recuerdo que un dendrófilo aficionado como Álvaro Castro Castro, le sugirió de manera suplicante que una cadena de arboles del centro de Valledupar, los estaban matando la ´Pajarita´, una planta parásita conocida entre lo nuestros, sin tener que ver con la ¨pícara pajarita¨ de Beto Murgas, ni menos con remedios para el pajarito que canta en solitario entre las flores de nuestra flora local. La promesa de Meza quedó como él, un simple encargo, nada hizo, pero anunció hacer.
Volviendo al foro, es para despertar conciencia, humanizar el tema, desarrollar entre jóvenes y adultos la responsabilidad y la pertinencia como ciudadanos, que los árboles no solo son patrimonio de la ciudades, sino incluso temas para matrimonio, como cantaba Leandro Díaz, debajo del palo e mango donde yo quiero abrazarte, he venido a preguntarte: ¿Negra, que está pasando? Nuestro cancionero popular es rico en detalles para nuestros hermanos inamovibles, la canción el árbol del olvidado juglar Víctor Camarillo es el más grande homenaje por todo lo que significa, ‘Mi viejo guayacán’ en la versión de los Hermanos Zuleta, ‘El palito de Malambo’ con Alfredo Gutiérrez, el ‘Arbolito sabanero’ de Calixto Ochoa, el ‘Palito de aguacate’ de Aniceto Molina, ‘Palo e Guayabo’ de Oñate con Emilianito y, en tiempos recientes, ‘Cañaguate florecido’ con Jorge Celedón es base para mostrar los caminos iluminados de Valledupar y sus pueblos.
No dejó de llamarme la atención en el foro, ver a unos párvulos sacados de algún jardín escolar que con uniformes rojos llenaron parte del local, si bien es cierto que desde la infancia se inicia el amor por la naturaleza, esos niños no entendieron absolutamente nada, pues el lenguaje no era para ellos, menos mal que Chichí Quintero al verlos de rojo, dijo que eran muchachitos liberales que estaban apoyando a su hijo Carlos Felipe que como cosa rara quiere repetir en el Congreso en las filas del viejo Gaviria que no suelta la silla del partido, así esté de ruedas.
Cerró la conferencia el experto mexicano Edgar Ojeda, quien hizo de memoria un recorrido de la importancia del cuido de los árboles en cada ciudad, su utilidad, desde los frutos, medicina, aspectos climáticos y algunas recomendaciones que ojalá no terminen como ‘Mis hojas secas’, la canción del Chiche Maestre, que tantas lágrimas nos hace brotar entre los ramales y recuerdos de nuestra provincia. Encuentros como éstos siguen siendo útiles, no dejarlos como troncos olvidados como el del parque Novalito, donde el artista de la madera resalta el rostro de Omar Geles, quien en uno de sus cantos (Blanco y negro) quiso encontrar una rosa en un árbol caído. Son las cosas nuestras, y los que insisten en palitos firmes, oren con Iván Villazón escuchando ¨Palito de Santa Cruz¨ que bastante alegrías nos trajo. Saludos, desde la raíz, hasta la concha.
Por: Edgardo Mendoza Guerra.
Duro como un guayacán, florido como un cañaguate, firme como un roble, grueso como una ceiba, famoso, extraño, milenario y escaso como un boabad o pan de mono, largo como un resbala mono en nuestra región, incluso dulce como un mango, el más cantado entre los vallenatos de antier.
Duro como un guayacán, florido como un cañaguate, firme como un roble, grueso como una ceiba, famoso, extraño, milenario y escaso como un boabad o pan de mono, largo como un resbala mono en nuestra región, incluso dulce como un mango, el más cantado entre los vallenatos de antier. El gran remedio para los palos del Valle de Upar, está entre las supersticiones, los remedios, en una combinación con mitos y tabúes del cual los provincianos somo expertos por naturaleza, pero hoy es la misma naturaleza que nos llama para pedirnos cuenta, el daño que hemos cometido por nuestros árboles urbanos, o como dijera el insigne poeta Diomedes Daza, árboles paisanos.
Desde pequeño escucho conversaciones de la batalla hombre-árbol, su afán de macho alfa va ligado al ligar de las españolas, desde el infantil capullo, hasta el tronco potente de los sabios abuelos sembradores de vidas, ellos probaron con semillas de cañandonga, jamanar con leche de cabra, rabos de zorro a la brasa, infusiones de pepa de guama y, últimamente, jengibre por kilos para defender el dicho que cada gallo canta en su gallinero.
Pero en términos académicos y de cultura y vallenatía, el octavo Foro del Árbol de EL PILÓN, sigue sembrando inquietudes con llamados de urgencia para que al fin algún gobierno o entidad como Corpocesar, de manera seria y sin tanta alharaca de fotos y videos en los foros, demuestre que realmente el tema es prioritario, tanto como forma de vida en general, o incluso con forma del paisaje para una ciudad otrora verde, hoy enferma y triste porque sus árboles abuelos mueren olvidados a la vista una de todos.
En tiempos del gobernador Andrés Meza Araújo, y en foro de la misma serie del actual, recuerdo que un dendrófilo aficionado como Álvaro Castro Castro, le sugirió de manera suplicante que una cadena de arboles del centro de Valledupar, los estaban matando la ´Pajarita´, una planta parásita conocida entre lo nuestros, sin tener que ver con la ¨pícara pajarita¨ de Beto Murgas, ni menos con remedios para el pajarito que canta en solitario entre las flores de nuestra flora local. La promesa de Meza quedó como él, un simple encargo, nada hizo, pero anunció hacer.
Volviendo al foro, es para despertar conciencia, humanizar el tema, desarrollar entre jóvenes y adultos la responsabilidad y la pertinencia como ciudadanos, que los árboles no solo son patrimonio de la ciudades, sino incluso temas para matrimonio, como cantaba Leandro Díaz, debajo del palo e mango donde yo quiero abrazarte, he venido a preguntarte: ¿Negra, que está pasando? Nuestro cancionero popular es rico en detalles para nuestros hermanos inamovibles, la canción el árbol del olvidado juglar Víctor Camarillo es el más grande homenaje por todo lo que significa, ‘Mi viejo guayacán’ en la versión de los Hermanos Zuleta, ‘El palito de Malambo’ con Alfredo Gutiérrez, el ‘Arbolito sabanero’ de Calixto Ochoa, el ‘Palito de aguacate’ de Aniceto Molina, ‘Palo e Guayabo’ de Oñate con Emilianito y, en tiempos recientes, ‘Cañaguate florecido’ con Jorge Celedón es base para mostrar los caminos iluminados de Valledupar y sus pueblos.
No dejó de llamarme la atención en el foro, ver a unos párvulos sacados de algún jardín escolar que con uniformes rojos llenaron parte del local, si bien es cierto que desde la infancia se inicia el amor por la naturaleza, esos niños no entendieron absolutamente nada, pues el lenguaje no era para ellos, menos mal que Chichí Quintero al verlos de rojo, dijo que eran muchachitos liberales que estaban apoyando a su hijo Carlos Felipe que como cosa rara quiere repetir en el Congreso en las filas del viejo Gaviria que no suelta la silla del partido, así esté de ruedas.
Cerró la conferencia el experto mexicano Edgar Ojeda, quien hizo de memoria un recorrido de la importancia del cuido de los árboles en cada ciudad, su utilidad, desde los frutos, medicina, aspectos climáticos y algunas recomendaciones que ojalá no terminen como ‘Mis hojas secas’, la canción del Chiche Maestre, que tantas lágrimas nos hace brotar entre los ramales y recuerdos de nuestra provincia. Encuentros como éstos siguen siendo útiles, no dejarlos como troncos olvidados como el del parque Novalito, donde el artista de la madera resalta el rostro de Omar Geles, quien en uno de sus cantos (Blanco y negro) quiso encontrar una rosa en un árbol caído. Son las cosas nuestras, y los que insisten en palitos firmes, oren con Iván Villazón escuchando ¨Palito de Santa Cruz¨ que bastante alegrías nos trajo. Saludos, desde la raíz, hasta la concha.
Por: Edgardo Mendoza Guerra.