Por: Indalecio Dangond Baquero Es increíble que en medio de este desastre natural que ha destruido más de un millón de hectáreas agrícolas y ganaderas y que ha originado pérdidas enormes a los productores del campo, la Sociedad de Agricultores de Colombia no se haya pronunciado y – peor aún-ni siquiera haya presentado al Gobierno […]
Por: Indalecio Dangond Baquero
Es increíble que en medio de este desastre natural que ha destruido más de un millón de hectáreas agrícolas y ganaderas y que ha originado pérdidas enormes a los productores del campo, la Sociedad de Agricultores de Colombia no se haya pronunciado y – peor aún-ni siquiera haya presentado al Gobierno Nacional un plan de choque para mitigar los daños de esta ola invernal. No tengo nada en contra el señor Rafael Mejia, presidente de este gremio, pero creo que ya es hora de salir del Jockey club y de los restaurantes de la 93, en Bogotá, y ponerse las botas para darse cuenta del desamparo de sus agricultores, en las diferentes regiones del país.
Hace mucho tiempo vengo insistiendo que aquella SAC fundada por Eustorgio Salgar, Gregorio Obregón, Manuel y Umaña y Manuel Silvestre en 1.871, necesita urgente una nueva estructura administrativa, organizacional y moderna. Si el presidente Santos está aprovechando esta crisis para recomponer el país, los gremios de la producción deberían aprovechar también esta coyuntura para refundar una nueva organización agraria independiente de los poderes políticos y económicos que defienda de una forma profesional los intereses los intereses de sus asociados, es decir, de los agricultores y ganaderos.
Este proyecto debe ser el resultado de una fusión de los dispersos gremios de la producción agropecuaria. Aquí se necesita una nueva organización agraria que sea la referencia en el campo colombiano, la que nos represente en las negociaciones de todos los tratados de libre comercio, que se sintonice con el sentir de los agricultores y ganaderos, que tenga dirigentes comprometidos con el campo, que viven de la agricultura y la ganadería, y por tanto conocen todos los problemas y respondan a los mismos.
Parte del éxito de esta organización, (que debe ser el éxito de todo el campo colombiano), está en ser una organización unida, profesional, independiente, y que no entre en el juego político como ha venido sucediendo con algunos presidentes de gremios en las pasadas elecciones. En otras palabras, aquí necesitamos la ANDI del agro.
Si logramos refundar esta organización de profesionales agrarios, estaremos en capacidad de promover verdaderamente las asociaciones agrarias para defender con la fuerza de todos los problemas de cada uno, tener un verdadero liderazgo en la tramitación de ayudas de modernización de explotaciones, en las ayudas a la incorporación de jóvenes, en el acceso al crédito, en los servicios fiscales, en la gestión de planes de pensiones, en la tramitación de seguros agrarios y pecuarios, entre otros.
Los agricultores y ganaderos del país vienen enfrentando en los últimos años grandes amenazas en su sector por culpa de las improvisaciones en la política agraria de los recientes ministros de agricultura, el problema de la revaluación, los factores climáticos, el acceso al crédito, la falta de unas reglas de juego en la comercialización de sus productos, las trabas a la implementación de ágil de transgénicos, la informalidad de la tenencia de la tierra, el incumplimiento constitucional de la prestación del servicio de asistencia técnica por parte de los municipios y la mejora en la calidad de la educación rural.
Aquí está la oportunidad para darle un verdadero revolcón a la política agropecuaria y gremial de Colombia.
Por: Indalecio Dangond Baquero Es increíble que en medio de este desastre natural que ha destruido más de un millón de hectáreas agrícolas y ganaderas y que ha originado pérdidas enormes a los productores del campo, la Sociedad de Agricultores de Colombia no se haya pronunciado y – peor aún-ni siquiera haya presentado al Gobierno […]
Por: Indalecio Dangond Baquero
Es increíble que en medio de este desastre natural que ha destruido más de un millón de hectáreas agrícolas y ganaderas y que ha originado pérdidas enormes a los productores del campo, la Sociedad de Agricultores de Colombia no se haya pronunciado y – peor aún-ni siquiera haya presentado al Gobierno Nacional un plan de choque para mitigar los daños de esta ola invernal. No tengo nada en contra el señor Rafael Mejia, presidente de este gremio, pero creo que ya es hora de salir del Jockey club y de los restaurantes de la 93, en Bogotá, y ponerse las botas para darse cuenta del desamparo de sus agricultores, en las diferentes regiones del país.
Hace mucho tiempo vengo insistiendo que aquella SAC fundada por Eustorgio Salgar, Gregorio Obregón, Manuel y Umaña y Manuel Silvestre en 1.871, necesita urgente una nueva estructura administrativa, organizacional y moderna. Si el presidente Santos está aprovechando esta crisis para recomponer el país, los gremios de la producción deberían aprovechar también esta coyuntura para refundar una nueva organización agraria independiente de los poderes políticos y económicos que defienda de una forma profesional los intereses los intereses de sus asociados, es decir, de los agricultores y ganaderos.
Este proyecto debe ser el resultado de una fusión de los dispersos gremios de la producción agropecuaria. Aquí se necesita una nueva organización agraria que sea la referencia en el campo colombiano, la que nos represente en las negociaciones de todos los tratados de libre comercio, que se sintonice con el sentir de los agricultores y ganaderos, que tenga dirigentes comprometidos con el campo, que viven de la agricultura y la ganadería, y por tanto conocen todos los problemas y respondan a los mismos.
Parte del éxito de esta organización, (que debe ser el éxito de todo el campo colombiano), está en ser una organización unida, profesional, independiente, y que no entre en el juego político como ha venido sucediendo con algunos presidentes de gremios en las pasadas elecciones. En otras palabras, aquí necesitamos la ANDI del agro.
Si logramos refundar esta organización de profesionales agrarios, estaremos en capacidad de promover verdaderamente las asociaciones agrarias para defender con la fuerza de todos los problemas de cada uno, tener un verdadero liderazgo en la tramitación de ayudas de modernización de explotaciones, en las ayudas a la incorporación de jóvenes, en el acceso al crédito, en los servicios fiscales, en la gestión de planes de pensiones, en la tramitación de seguros agrarios y pecuarios, entre otros.
Los agricultores y ganaderos del país vienen enfrentando en los últimos años grandes amenazas en su sector por culpa de las improvisaciones en la política agraria de los recientes ministros de agricultura, el problema de la revaluación, los factores climáticos, el acceso al crédito, la falta de unas reglas de juego en la comercialización de sus productos, las trabas a la implementación de ágil de transgénicos, la informalidad de la tenencia de la tierra, el incumplimiento constitucional de la prestación del servicio de asistencia técnica por parte de los municipios y la mejora en la calidad de la educación rural.
Aquí está la oportunidad para darle un verdadero revolcón a la política agropecuaria y gremial de Colombia.