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Columnista - 29 septiembre, 2016

Reforestar es buena solución

Desde la buena administración del extinto presidente Misael Pastrana Borrero se promulgó en 1974 el Código de los Recursos Naturales, pero desde entonces es poco lo que se ha hecho para su aplicación. Durante el gobierno del doctor Gaviria se creó en 1990 el Ministerio de Medio Ambiente, pero al llegar el señor Uribe a […]

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Desde la buena administración del extinto presidente Misael Pastrana Borrero se promulgó en 1974 el Código de los Recursos Naturales, pero desde entonces es poco lo que se ha hecho para su aplicación.

Durante el gobierno del doctor Gaviria se creó en 1990 el Ministerio de Medio Ambiente, pero al llegar el señor Uribe a la presidencia de manera contradictoria con lo ambiental, suprimió esa cartera, es decir, le expidió partida de defunción a una sectorial de tanta relevancia. Con la Ley 99 de 1993 se le dio inicio a lo que hoy conocemos como el Sistema Nacional Ambiental, como quiera que está cumpliendo este año 23 años de existencia y es poco lo alcanzado, ya que se han politizado sus agentes ejecutores como lo son las CARS (Corporaciones Autónomas Regionales), por ejemplo.

Digamos que durante todo este lapso es casi nada lo logrado en materia de reforestación que es lo principal para sobrevivir. Reforestar es la exigencia ante las duras lecciones que nos ha dado la naturaleza a grandes costos. Las cifras de deforestación sirven para reflexionar, por ejemplo, el año pasado se nos indica que se perdieron 124.035 hectáreas de bosques en Colombia, de las cuales correspondió a la Costa Caribe 16.785 hectáreas deforestadas. Todo esto nos lleva a pensar que existe la necesidad imperiosa de prevenir o devolverle a la tierra mucho de lo que le hemos quitado, especialmente en bosques y sus especies nativas.

No queremos llover sobre mojado, pero gran parte de los desastres que se presentaron en Colombia con motivos del fenómeno de La Niña, no se debieron tanto a la cantidad de agua que llovió, sino especialmente a la gran deforestación que ha afectado severamente a las cuencas de los ríos, por tanto, son incalculables las pérdidas económicas en cultivos, en las viviendas, así como la abultada cantidad de personas muertas.

No sólo es dragar ríos, recuperar humedales, rehabilitar los páramos, hay que sembrar árboles, ya que la deforestación causa erosión y esta a su vez derrumbes y desastres.

No cabe dudas que la más exitosa forma de evitar las tragedias por causa del invierno es reforestando y este debe ser un compromiso de las alcaldías, departamentos, entre otros. Pero además, se debe hacer pedagogía y sanciones drásticas a quienes talen y quemen, es ahí donde tiene que estar el compromiso de las CAR. Esto no sólo debe ser un deber oficial, sino general.

Hay que decir aquí que es una obligación restaurar el ecosistema a toda costa, de lo contrario seguiremos padeciendo estos dramas cada vez mayores. No se justifica a que a estas alturas después de 2010- 2011 (fenómeno de La Niña), que se creó el Fondo de Adaptación para la recuperación de los desastres, todavía tengamos pendientes cantidades de obras por terminar y realizar. ¿Será que en el Cesar habrán algunas?, hay que procurar entonces evitar hoy ser víctimas de la furia de la naturaleza ofendida. Hay veces que los encargados o responsables de cuidar los bosques, se encargan de destruirlos.

En todo caso, como hemos expresado en columnas anteriores, es el momento de hacer una reingeniería de la política ambiental del país. Todos los problemas de desastres por lo que hemos pasado son necesarios tenerlos en cuenta para no tener que acudir siempre a las figuras de emergencia.

NOTA: Pueda ser que los dineros que va asignar el Ministerio de Medio Ambiente para el tratamiento de las lagunas de oxidación de Valledupar, no se conviertan en lo que dijo una vez un diputado de Antioquia, que eso era como echarle perfume a un bollo.

 

Columnista
29 septiembre, 2016

Reforestar es buena solución

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Hernán Maestre Martínez

Desde la buena administración del extinto presidente Misael Pastrana Borrero se promulgó en 1974 el Código de los Recursos Naturales, pero desde entonces es poco lo que se ha hecho para su aplicación. Durante el gobierno del doctor Gaviria se creó en 1990 el Ministerio de Medio Ambiente, pero al llegar el señor Uribe a […]


Desde la buena administración del extinto presidente Misael Pastrana Borrero se promulgó en 1974 el Código de los Recursos Naturales, pero desde entonces es poco lo que se ha hecho para su aplicación.

Durante el gobierno del doctor Gaviria se creó en 1990 el Ministerio de Medio Ambiente, pero al llegar el señor Uribe a la presidencia de manera contradictoria con lo ambiental, suprimió esa cartera, es decir, le expidió partida de defunción a una sectorial de tanta relevancia. Con la Ley 99 de 1993 se le dio inicio a lo que hoy conocemos como el Sistema Nacional Ambiental, como quiera que está cumpliendo este año 23 años de existencia y es poco lo alcanzado, ya que se han politizado sus agentes ejecutores como lo son las CARS (Corporaciones Autónomas Regionales), por ejemplo.

Digamos que durante todo este lapso es casi nada lo logrado en materia de reforestación que es lo principal para sobrevivir. Reforestar es la exigencia ante las duras lecciones que nos ha dado la naturaleza a grandes costos. Las cifras de deforestación sirven para reflexionar, por ejemplo, el año pasado se nos indica que se perdieron 124.035 hectáreas de bosques en Colombia, de las cuales correspondió a la Costa Caribe 16.785 hectáreas deforestadas. Todo esto nos lleva a pensar que existe la necesidad imperiosa de prevenir o devolverle a la tierra mucho de lo que le hemos quitado, especialmente en bosques y sus especies nativas.

No queremos llover sobre mojado, pero gran parte de los desastres que se presentaron en Colombia con motivos del fenómeno de La Niña, no se debieron tanto a la cantidad de agua que llovió, sino especialmente a la gran deforestación que ha afectado severamente a las cuencas de los ríos, por tanto, son incalculables las pérdidas económicas en cultivos, en las viviendas, así como la abultada cantidad de personas muertas.

No sólo es dragar ríos, recuperar humedales, rehabilitar los páramos, hay que sembrar árboles, ya que la deforestación causa erosión y esta a su vez derrumbes y desastres.

No cabe dudas que la más exitosa forma de evitar las tragedias por causa del invierno es reforestando y este debe ser un compromiso de las alcaldías, departamentos, entre otros. Pero además, se debe hacer pedagogía y sanciones drásticas a quienes talen y quemen, es ahí donde tiene que estar el compromiso de las CAR. Esto no sólo debe ser un deber oficial, sino general.

Hay que decir aquí que es una obligación restaurar el ecosistema a toda costa, de lo contrario seguiremos padeciendo estos dramas cada vez mayores. No se justifica a que a estas alturas después de 2010- 2011 (fenómeno de La Niña), que se creó el Fondo de Adaptación para la recuperación de los desastres, todavía tengamos pendientes cantidades de obras por terminar y realizar. ¿Será que en el Cesar habrán algunas?, hay que procurar entonces evitar hoy ser víctimas de la furia de la naturaleza ofendida. Hay veces que los encargados o responsables de cuidar los bosques, se encargan de destruirlos.

En todo caso, como hemos expresado en columnas anteriores, es el momento de hacer una reingeniería de la política ambiental del país. Todos los problemas de desastres por lo que hemos pasado son necesarios tenerlos en cuenta para no tener que acudir siempre a las figuras de emergencia.

NOTA: Pueda ser que los dineros que va asignar el Ministerio de Medio Ambiente para el tratamiento de las lagunas de oxidación de Valledupar, no se conviertan en lo que dijo una vez un diputado de Antioquia, que eso era como echarle perfume a un bollo.