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General - 6 enero, 2025

Hablamos del peligro de estar vivos

Mientras con alegría celebramos la llegada de un año nuevo, en una clínica de Aguachica fallecía el joven Santiago Lora Rincón, víctima de un atentado el pasado domingo 29 de diciembre, en el que murieron sus padres, el pastor Marlon Lora Becerra, Yurley Rincón Solano y su hermana Ángela Lora Rincón.  Una tragedia que azotó […]

La familia Lora Rincón fue asesinada el 29 de diciembre de 2024.
La familia Lora Rincón fue asesinada el 29 de diciembre de 2024.
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Mientras con alegría celebramos la llegada de un año nuevo, en una clínica de Aguachica fallecía el joven Santiago Lora Rincón, víctima de un atentado el pasado domingo 29 de diciembre, en el que murieron sus padres, el pastor Marlon Lora Becerra, Yurley Rincón Solano y su hermana Ángela Lora Rincón. 

Una tragedia que azotó a una familia y que pronto se convirtió en un lamento colectivo, sacudiendo a una región que aún no sale del asombro y el dolor ante tanta barbarie.

Como si fuese una noticia del fin de mundo y no de un fin de semana, imágenes y videos impactantes empezaron a circular por las redes sociales ante la consternación de todos los que buscaban una explicación por el execrable crimen de los Lora Rincón. La brutalidad de lo ocurrido no daba respuestas para comprender tanta maldad, aunque pronto se tejieron diferentes hipótesis, que ninguna justificaba cómo la infamia conseguía apoderarse de un ser humano para asesinar la ilusión de un bello hogar.

Todo se tornó sombrío, y rápidamente el corazón no solo de una región, sino del país entero, se partía en mil pedazos, brotaban las lágrimas y afloraba la impotencia ante la magnitud de los acontecimientos. Nadie podía creer lo que veía, y todos se aferraban a la certeza de que la justicia debía hacer su curso en medio del abismo que genera la violencia, provocando el llamado urgente a la reflexión por la descomposición de nuestra sociedad, marcada por la indiferencia hacia la vida.

Apagaron los sueños de Ángela Lora 

Poco a poco se desvelaban más detalles sobre las víctimas, y así conocíamos a Ángela, una joven de 22 años, recién graduada de comunicadora social, con los ojos llenos de un brillo especial, que reflejaban las ganas inmensas de conquistar el mundo, pero en un cruel suspiro, todo se esfumó. 

Arrancarle la existencia no fue solo un arrebato de aliento; balas asesinas borraron de tajo un futuro lleno de anhelos y proyectos, un castillo de promesas que con ilusión comenzaba a construir con nombre propio: Ángela, porque al mencionar su nombre, se nos apretuja el alma ante tanta ignominia, afrenta y oprobio.

Así mismo, se apagaban los sueños de Santiago, un joven estudiante de ingeniería de sistemas, apasionado por la edición de vídeos y que frecuentemente compartía mensajes en sus redes sobre el cristianismo. Irradiaba los más bellos sentimientos por su familia; su refugio y razón de ser, la raíz que lo mantenía firme en sus metas. 

Sin embargo, su vida también se vio truncada junto a la de sus padres y hermana, dejando el eco vacío de lo que pudo ser en un mundo de posibilidades infinitas.

Hoy Colombia reclama justicia ante una herida profunda en una Aguachica que llora y sufre, una tierra marcada por la violencia, donde en cada rincón retumban ecos de indignación, exigiendo que la impunidad no sea una opción, y donde se elevan voces como grito de resistencia, para que la memoria de los Lora Rincón no se apague entre las sombras del olvido.

Hoy, seguimos consternados e impotentes ante tanto dolor, porque después de unos días, el caso sigue en manos de las autoridades competentes o incompetentes, como casi siempre. Porque, al hablar de una familia entregada al servicio de la comunidad, ejemplo de unión, que predicaba con fe y devoción la palabra de Dios, ya no hablaremos de unidad y amor, sino de injusticia y tragedia. Porque al dialogar sobre paz en este país, no basta con ser buenos: hablamos del peligro de estar vivos.

Por Deivi Safadi Pupo

General
6 enero, 2025

Hablamos del peligro de estar vivos

Mientras con alegría celebramos la llegada de un año nuevo, en una clínica de Aguachica fallecía el joven Santiago Lora Rincón, víctima de un atentado el pasado domingo 29 de diciembre, en el que murieron sus padres, el pastor Marlon Lora Becerra, Yurley Rincón Solano y su hermana Ángela Lora Rincón.  Una tragedia que azotó […]


La familia Lora Rincón fue asesinada el 29 de diciembre de 2024.
La familia Lora Rincón fue asesinada el 29 de diciembre de 2024.
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Mientras con alegría celebramos la llegada de un año nuevo, en una clínica de Aguachica fallecía el joven Santiago Lora Rincón, víctima de un atentado el pasado domingo 29 de diciembre, en el que murieron sus padres, el pastor Marlon Lora Becerra, Yurley Rincón Solano y su hermana Ángela Lora Rincón. 

Una tragedia que azotó a una familia y que pronto se convirtió en un lamento colectivo, sacudiendo a una región que aún no sale del asombro y el dolor ante tanta barbarie.

Como si fuese una noticia del fin de mundo y no de un fin de semana, imágenes y videos impactantes empezaron a circular por las redes sociales ante la consternación de todos los que buscaban una explicación por el execrable crimen de los Lora Rincón. La brutalidad de lo ocurrido no daba respuestas para comprender tanta maldad, aunque pronto se tejieron diferentes hipótesis, que ninguna justificaba cómo la infamia conseguía apoderarse de un ser humano para asesinar la ilusión de un bello hogar.

Todo se tornó sombrío, y rápidamente el corazón no solo de una región, sino del país entero, se partía en mil pedazos, brotaban las lágrimas y afloraba la impotencia ante la magnitud de los acontecimientos. Nadie podía creer lo que veía, y todos se aferraban a la certeza de que la justicia debía hacer su curso en medio del abismo que genera la violencia, provocando el llamado urgente a la reflexión por la descomposición de nuestra sociedad, marcada por la indiferencia hacia la vida.

Apagaron los sueños de Ángela Lora 

Poco a poco se desvelaban más detalles sobre las víctimas, y así conocíamos a Ángela, una joven de 22 años, recién graduada de comunicadora social, con los ojos llenos de un brillo especial, que reflejaban las ganas inmensas de conquistar el mundo, pero en un cruel suspiro, todo se esfumó. 

Arrancarle la existencia no fue solo un arrebato de aliento; balas asesinas borraron de tajo un futuro lleno de anhelos y proyectos, un castillo de promesas que con ilusión comenzaba a construir con nombre propio: Ángela, porque al mencionar su nombre, se nos apretuja el alma ante tanta ignominia, afrenta y oprobio.

Así mismo, se apagaban los sueños de Santiago, un joven estudiante de ingeniería de sistemas, apasionado por la edición de vídeos y que frecuentemente compartía mensajes en sus redes sobre el cristianismo. Irradiaba los más bellos sentimientos por su familia; su refugio y razón de ser, la raíz que lo mantenía firme en sus metas. 

Sin embargo, su vida también se vio truncada junto a la de sus padres y hermana, dejando el eco vacío de lo que pudo ser en un mundo de posibilidades infinitas.

Hoy Colombia reclama justicia ante una herida profunda en una Aguachica que llora y sufre, una tierra marcada por la violencia, donde en cada rincón retumban ecos de indignación, exigiendo que la impunidad no sea una opción, y donde se elevan voces como grito de resistencia, para que la memoria de los Lora Rincón no se apague entre las sombras del olvido.

Hoy, seguimos consternados e impotentes ante tanto dolor, porque después de unos días, el caso sigue en manos de las autoridades competentes o incompetentes, como casi siempre. Porque, al hablar de una familia entregada al servicio de la comunidad, ejemplo de unión, que predicaba con fe y devoción la palabra de Dios, ya no hablaremos de unidad y amor, sino de injusticia y tragedia. Porque al dialogar sobre paz en este país, no basta con ser buenos: hablamos del peligro de estar vivos.

Por Deivi Safadi Pupo