Esa tarde el 31 de agosto de 2013, en Valledupar, una romería de familiares, amigos y amantes de la música en guitarra despidieron el cuerpo octogenario del guitarrista, Juan Francisco Mindiola Arias. Él era nativo de Atánquez, donde la guitarra se aclama en los Mindiola y los Martínez. Su tío Gonzalo Mindiola era llamado “El […]
Esa tarde el 31 de agosto de 2013, en Valledupar, una romería de familiares, amigos y amantes de la música en guitarra despidieron el cuerpo octogenario del guitarrista, Juan Francisco Mindiola Arias. Él era nativo de Atánquez, donde la guitarra se aclama en los Mindiola y los Martínez. Su tío Gonzalo Mindiola era llamado “El tenor de la montaña”; y Hugues Martínez, padre de José Martínez, “Chabuco”, joven, talento de las cuerdas y el canto.
Juan Francisco, músico y poeta, disfrutaba el placer de mirar el espacio azul del paisaje. Semejaba ser un atisbador del viento. Desde niño observa que en el viento viajan diversas aves: gavilanes, habilidosos en el oficio de cazador que devoran inocentes avecillas. El inquieto colibrí que, en su temblor de colores, melifica sus labios con el perfume de las flores. En una temporada de invierno, cuando sus paisanos elevaban estas plegarias a su patrono: “San Isidro labrador / quieta el agua y pon el sol”. Él soñó ver en el viento, aquella paloma mensajera que regresó al Arca de Noé con una rama de Olivo para avisar que había cesado El Diluvio. La imagen de paloma como símbolo de sosiego y de amor, le quedó grabada en el alma. En una noche, al recordar a la novia que vio salir del pueblo, toma su guitarra y empieza a cantar:
Una paloma que yo vi volar
me da dolor porque quizá no vuelve
Ay, mira, como llora el pobre Juan
porque el corazón le duele…
Después golpeado por la ausencia de su paloma amada, pensó volverse cazador, y compuso ‘El gavilán atanquero’. Juan Francisco fue un músico que interpretaba variedades de ritmos; en época de mocedades fundó en Atánquez con Hugues Martínez (guitarra), Ciro Pumarejo (maracas) y Luis Fernández (cantante), el Cuarteto Los Kuibaros (nombre común de un pájaro de la región).
La razón de sus amores fue Mercedes Elena Carrillo, su esposa, y nacieron nueve hijos, ocho varones y una mujer, Mercedes “La muñe”. Cuatro de sus hijos son músicos, y desde hace más de 30 años crearon el Grupo de Los Kankuis. padre de Los Kankuis, en la actualidad es el grupo de vallenato en guitarras, de mayor presencia en las grabaciones. Calixto “El Cali”, considerado el mejor puntero en la música vallenata; José, Guitarrista y bajista; Rubén, guitarrista y cantante, y Julio, cantante.
Hoy su alma se esconde en la magia secreta del viento o en un lugar sagrada de La Nevada. Del pobre Juan, como él solía llamarse en sus cantos, nos queda la inmortalidad de su música y la herencia musical en sus hijos.
Por José Atuesta Mindiola
Esa tarde el 31 de agosto de 2013, en Valledupar, una romería de familiares, amigos y amantes de la música en guitarra despidieron el cuerpo octogenario del guitarrista, Juan Francisco Mindiola Arias. Él era nativo de Atánquez, donde la guitarra se aclama en los Mindiola y los Martínez. Su tío Gonzalo Mindiola era llamado “El […]
Esa tarde el 31 de agosto de 2013, en Valledupar, una romería de familiares, amigos y amantes de la música en guitarra despidieron el cuerpo octogenario del guitarrista, Juan Francisco Mindiola Arias. Él era nativo de Atánquez, donde la guitarra se aclama en los Mindiola y los Martínez. Su tío Gonzalo Mindiola era llamado “El tenor de la montaña”; y Hugues Martínez, padre de José Martínez, “Chabuco”, joven, talento de las cuerdas y el canto.
Juan Francisco, músico y poeta, disfrutaba el placer de mirar el espacio azul del paisaje. Semejaba ser un atisbador del viento. Desde niño observa que en el viento viajan diversas aves: gavilanes, habilidosos en el oficio de cazador que devoran inocentes avecillas. El inquieto colibrí que, en su temblor de colores, melifica sus labios con el perfume de las flores. En una temporada de invierno, cuando sus paisanos elevaban estas plegarias a su patrono: “San Isidro labrador / quieta el agua y pon el sol”. Él soñó ver en el viento, aquella paloma mensajera que regresó al Arca de Noé con una rama de Olivo para avisar que había cesado El Diluvio. La imagen de paloma como símbolo de sosiego y de amor, le quedó grabada en el alma. En una noche, al recordar a la novia que vio salir del pueblo, toma su guitarra y empieza a cantar:
Una paloma que yo vi volar
me da dolor porque quizá no vuelve
Ay, mira, como llora el pobre Juan
porque el corazón le duele…
Después golpeado por la ausencia de su paloma amada, pensó volverse cazador, y compuso ‘El gavilán atanquero’. Juan Francisco fue un músico que interpretaba variedades de ritmos; en época de mocedades fundó en Atánquez con Hugues Martínez (guitarra), Ciro Pumarejo (maracas) y Luis Fernández (cantante), el Cuarteto Los Kuibaros (nombre común de un pájaro de la región).
La razón de sus amores fue Mercedes Elena Carrillo, su esposa, y nacieron nueve hijos, ocho varones y una mujer, Mercedes “La muñe”. Cuatro de sus hijos son músicos, y desde hace más de 30 años crearon el Grupo de Los Kankuis. padre de Los Kankuis, en la actualidad es el grupo de vallenato en guitarras, de mayor presencia en las grabaciones. Calixto “El Cali”, considerado el mejor puntero en la música vallenata; José, Guitarrista y bajista; Rubén, guitarrista y cantante, y Julio, cantante.
Hoy su alma se esconde en la magia secreta del viento o en un lugar sagrada de La Nevada. Del pobre Juan, como él solía llamarse en sus cantos, nos queda la inmortalidad de su música y la herencia musical en sus hijos.
Por José Atuesta Mindiola