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Columnista - 22 noviembre, 2021

Recordando a la periodista Lolita Acosta

En su misión de periodista era como la garza, que vuela sin teñir sus alas y entrega su plumaje blanco a la sonata mestiza del viento: su único pacto es la fidelidad a su vuelo.

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El pasado 20 de noviembre fue el séptimo aniversario del fallecimiento de la periodista Lolita Acosta Maestre.  El 21 de noviembre de 2014, EL PILÓN en unas de sus páginas publicó: “Anoche, luego de sufrir de una delicada enfermedad, murió la periodista Lolita Acosta.  La convicción por el trabajo cultural de Lolita Acosta es digna de admirar. Trabajó gran parte de su vida para cambiarle la cara a la cultura vallenata y ese es un esfuerzo que debemos reconocer y resaltar. Era una periodista ejemplar, no se dejó amedrentar por la persecución, amaba su profesión y es un ejemplo a seguir para todos los que nos dedicamos a esta labor”.

En su homenaje escribí estas palabras. El tiempo va perdiendo en sus espejos el perfume juvenil de las sonrisas y la plasticidad festiva de los rostros; pero en el alma, el gozo de las bondades no envejece, cuando la vida es la celebración de las cosas conseguidas con lealtad y se disfruta de los venerables afectos de la familia y los amigos. Lolita Acosta Maestre era una mujer de espíritu radiante y juvenil, siempre anduvo con el farol de la esperanza, surcando caminos para edificar la transparencia de su proyecto de vida.

En su misión de periodista era como la garza, que vuela sin teñir sus alas y entrega su plumaje blanco a la sonata mestiza del viento: su único pacto es la fidelidad a su vuelo. Lolita fue fiel a sus principios de periodista independiente y demócrata. Las páginas del Diario Vallenato eran una tribuna abierta al civismo, al fortalecimiento de la identidad vallenata, a la defensa de vida y los derechos ciudadanos, a la manifestación de los artistas, a las gestas de los deportistas y a los reclamos de las comunidades. Fue una maestra de apoyo y formación para noveles periodistas y aficionados a la escritura.

A Lolita, no hay que escribirle elegías; hay que escribirle odas, para exaltar su vida y sus virtudes. Sus aportes al periodismo y a la cultura de la región le dan un merecido pedestal en la historia. Sus ojos no fueron albergues de las sombras del cansancio; fueron racimos de luz en las íntimas soledades de las lecturas y el extenso ejercicio de la escritura.  La responsabilidad del trabajo, muchas veces le exigía romper la formalidad de un horario, el día para ella tenía más de 24 horas. 

Otras de sus facetas, su apoyo incondicional a las obras sociales y culturales, entre ellas: Miembro del consejo directivo de la Fundación Social Cristo llama a tu puerta, regentada por Fray Mauro; gestora de la Fundación Reyes y Juglares, Madrina acompañante de Los Niños del Vallenato del Turco Gil, y jefa de prensa por muchos años de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata. Decía Consuelo Araújo, el Festival es un matriarcado: “Lolita, la Polla Monsalvo y yo, trabajamos todo el año en la organización, y en los días próximos a los concursos es que aparecen los hombres”.

Si a Consuelo Araújo la identificamos con la trinitaria, por su perseverancia y fortaleza para vencer los embates del tiempo y vivir su propia primavera, a Lolita Acosta hay que identificarla con la cayena, esa flor emblemática de Valledupar que adorna los jardines y lucen las mujeres piloneras.

Admirada periodista Lolita Acosta Maestre: la senda nunca es angosta cuando el mar está a la vista. La confianza es optimista en la fe del navegante, con pasión de principiante se fortalece el trabajo; nada de sesgos ni atajos, tus pies tocan el diamante.

Columnista
22 noviembre, 2021

Recordando a la periodista Lolita Acosta

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Atuesta Mindiola

En su misión de periodista era como la garza, que vuela sin teñir sus alas y entrega su plumaje blanco a la sonata mestiza del viento: su único pacto es la fidelidad a su vuelo.


El pasado 20 de noviembre fue el séptimo aniversario del fallecimiento de la periodista Lolita Acosta Maestre.  El 21 de noviembre de 2014, EL PILÓN en unas de sus páginas publicó: “Anoche, luego de sufrir de una delicada enfermedad, murió la periodista Lolita Acosta.  La convicción por el trabajo cultural de Lolita Acosta es digna de admirar. Trabajó gran parte de su vida para cambiarle la cara a la cultura vallenata y ese es un esfuerzo que debemos reconocer y resaltar. Era una periodista ejemplar, no se dejó amedrentar por la persecución, amaba su profesión y es un ejemplo a seguir para todos los que nos dedicamos a esta labor”.

En su homenaje escribí estas palabras. El tiempo va perdiendo en sus espejos el perfume juvenil de las sonrisas y la plasticidad festiva de los rostros; pero en el alma, el gozo de las bondades no envejece, cuando la vida es la celebración de las cosas conseguidas con lealtad y se disfruta de los venerables afectos de la familia y los amigos. Lolita Acosta Maestre era una mujer de espíritu radiante y juvenil, siempre anduvo con el farol de la esperanza, surcando caminos para edificar la transparencia de su proyecto de vida.

En su misión de periodista era como la garza, que vuela sin teñir sus alas y entrega su plumaje blanco a la sonata mestiza del viento: su único pacto es la fidelidad a su vuelo. Lolita fue fiel a sus principios de periodista independiente y demócrata. Las páginas del Diario Vallenato eran una tribuna abierta al civismo, al fortalecimiento de la identidad vallenata, a la defensa de vida y los derechos ciudadanos, a la manifestación de los artistas, a las gestas de los deportistas y a los reclamos de las comunidades. Fue una maestra de apoyo y formación para noveles periodistas y aficionados a la escritura.

A Lolita, no hay que escribirle elegías; hay que escribirle odas, para exaltar su vida y sus virtudes. Sus aportes al periodismo y a la cultura de la región le dan un merecido pedestal en la historia. Sus ojos no fueron albergues de las sombras del cansancio; fueron racimos de luz en las íntimas soledades de las lecturas y el extenso ejercicio de la escritura.  La responsabilidad del trabajo, muchas veces le exigía romper la formalidad de un horario, el día para ella tenía más de 24 horas. 

Otras de sus facetas, su apoyo incondicional a las obras sociales y culturales, entre ellas: Miembro del consejo directivo de la Fundación Social Cristo llama a tu puerta, regentada por Fray Mauro; gestora de la Fundación Reyes y Juglares, Madrina acompañante de Los Niños del Vallenato del Turco Gil, y jefa de prensa por muchos años de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata. Decía Consuelo Araújo, el Festival es un matriarcado: “Lolita, la Polla Monsalvo y yo, trabajamos todo el año en la organización, y en los días próximos a los concursos es que aparecen los hombres”.

Si a Consuelo Araújo la identificamos con la trinitaria, por su perseverancia y fortaleza para vencer los embates del tiempo y vivir su propia primavera, a Lolita Acosta hay que identificarla con la cayena, esa flor emblemática de Valledupar que adorna los jardines y lucen las mujeres piloneras.

Admirada periodista Lolita Acosta Maestre: la senda nunca es angosta cuando el mar está a la vista. La confianza es optimista en la fe del navegante, con pasión de principiante se fortalece el trabajo; nada de sesgos ni atajos, tus pies tocan el diamante.