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Columnista - 30 octubre, 2018

Rebautizando, gracias a nuestro deparpajo caribe

Para ponerlos en contexto y haciendo uso de mi condición de cinéfilo (amante del séptimo arte) traigo a colación dos escenas de películas clásicas, en donde se da algo similar al tema que hoy trato en esta columna. La primera es en la película El Padrino, en donde el pequeño Vito Corleone llega al puerto […]

Para ponerlos en contexto y haciendo uso de mi condición de cinéfilo (amante del séptimo arte) traigo a colación dos escenas de películas clásicas, en donde se da algo similar al tema que hoy trato en esta columna. La primera es en la película El Padrino, en donde el pequeño Vito Corleone llega al puerto de Nueva York y a su paso por inmigración el apellido Andolini fue sustituido erróneamente por el supervisor, quien entendió que Corleone era el apellido y no su lugar de origen. La segunda escena que mencionaré es el rencauche del clásico japonés Godzilla, cuando muestran el video en donde están interrogando al marinero japonés sobreviviente del primer ataque del monstruo con un sistema de psicoanálisis usando para tales efectos la luz de la llama de un encendedor y este solo exclama la palabra: ¡Goyira! ¡Goyira! Que es un vocablo compuesto entre gorira (gorila) y kujira (ballena) basándose en la leyenda que asegura que el monstruo es fruto del cruce entre un gorila y una ballena, el periodista al escuchar dicha exclamación la cambió por Godzilla. En nuestro entorno macondiano sucede a diario, pues aquí somos especialistas en tergiversar nombres y pronunciaciones, quizas por la sencillez y desparpajo de nuestra alma caribe. Observemos el ejemplo de la canción “La Gota Fría” en donde a Moralito le llaman “negro yumeca” la palabra yumeca todo indica que viene del término “jamaican” que se pronuncia “yamaican”, es decir los provincianos tenemos la mala costumbre de repetir tal cual como escuchamos y creemos que se pronuncia, lo mismo ocurre con la población de “Los Pondores” en La Guajira, cuyo nombre viene al parecer de una variación de la palabra cóndores, las cuales son unas aves carroñeras de un impresionante tamaño hoy dia casi extintas y que dada cercanía de la Serranía del Perijá con esa población, era un corredor de cóndores y muy comúnmente antaño se les veía volar sobre sus cielos en busca de ganado muerto de los hatos de la región. Hay un ejemplo muy particular, con una canción africana del género soukus, de donde deriva la llamada champeta criolla, me refiero a Mobali Na Ngai Wana más conocido en todo el caribe colombiano como “La Bollona” interpretado por Mbilia Bel, la canción cuyo nombre traducido al español se llama: “Mi Esposo” o “Mi Marido” es un poema o una oda que la intérprete le hace a su compañero sentimental, colmándolo de halagos. La canción no menciona la palabra bollona por ningún lado, es más la intérprete no es para nada “bollona” que en caribe es sinónimo de creída, por el contrario durante oda la letra del bello canto, ella lo único que se muestra es más bien sumisa y complaciente, lo que ocurre es que un varios de los apartes del tema se menciona en la conjunción de dos vocablos una pronunciación que suena o parece decir la palabra bollona y nuestra gentes populares al solicitarlas en los picós lo hacian así, Hablando de picós este es otro caso interesante, pues dicha palabra viene del ingles Pick Up, nombre con el cual se conocen las camionetas o camioncitos en los Estados Unidos, lo que sucede es que en las fiestas o “verbenas” de los años 70, en ciudades como Barranquilla, Cartagena y Santa Marta, cuando llevaban las maquinas de sonido para dichas fiestas, las transportaban en esos carros y la teoría dice que la gente emocionada exclamaban: ¡Llegó el pick-up, llegó el pick-up! Refiriéndose a la camioneta con el sonido, y muchos bautizaron los equipos así, por eso hoy día se les llama de esa manera.

Por Julio Mario Celedón

Columnista
30 octubre, 2018

Rebautizando, gracias a nuestro deparpajo caribe

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Julio Mario Celedon

Para ponerlos en contexto y haciendo uso de mi condición de cinéfilo (amante del séptimo arte) traigo a colación dos escenas de películas clásicas, en donde se da algo similar al tema que hoy trato en esta columna. La primera es en la película El Padrino, en donde el pequeño Vito Corleone llega al puerto […]


Para ponerlos en contexto y haciendo uso de mi condición de cinéfilo (amante del séptimo arte) traigo a colación dos escenas de películas clásicas, en donde se da algo similar al tema que hoy trato en esta columna. La primera es en la película El Padrino, en donde el pequeño Vito Corleone llega al puerto de Nueva York y a su paso por inmigración el apellido Andolini fue sustituido erróneamente por el supervisor, quien entendió que Corleone era el apellido y no su lugar de origen. La segunda escena que mencionaré es el rencauche del clásico japonés Godzilla, cuando muestran el video en donde están interrogando al marinero japonés sobreviviente del primer ataque del monstruo con un sistema de psicoanálisis usando para tales efectos la luz de la llama de un encendedor y este solo exclama la palabra: ¡Goyira! ¡Goyira! Que es un vocablo compuesto entre gorira (gorila) y kujira (ballena) basándose en la leyenda que asegura que el monstruo es fruto del cruce entre un gorila y una ballena, el periodista al escuchar dicha exclamación la cambió por Godzilla. En nuestro entorno macondiano sucede a diario, pues aquí somos especialistas en tergiversar nombres y pronunciaciones, quizas por la sencillez y desparpajo de nuestra alma caribe. Observemos el ejemplo de la canción “La Gota Fría” en donde a Moralito le llaman “negro yumeca” la palabra yumeca todo indica que viene del término “jamaican” que se pronuncia “yamaican”, es decir los provincianos tenemos la mala costumbre de repetir tal cual como escuchamos y creemos que se pronuncia, lo mismo ocurre con la población de “Los Pondores” en La Guajira, cuyo nombre viene al parecer de una variación de la palabra cóndores, las cuales son unas aves carroñeras de un impresionante tamaño hoy dia casi extintas y que dada cercanía de la Serranía del Perijá con esa población, era un corredor de cóndores y muy comúnmente antaño se les veía volar sobre sus cielos en busca de ganado muerto de los hatos de la región. Hay un ejemplo muy particular, con una canción africana del género soukus, de donde deriva la llamada champeta criolla, me refiero a Mobali Na Ngai Wana más conocido en todo el caribe colombiano como “La Bollona” interpretado por Mbilia Bel, la canción cuyo nombre traducido al español se llama: “Mi Esposo” o “Mi Marido” es un poema o una oda que la intérprete le hace a su compañero sentimental, colmándolo de halagos. La canción no menciona la palabra bollona por ningún lado, es más la intérprete no es para nada “bollona” que en caribe es sinónimo de creída, por el contrario durante oda la letra del bello canto, ella lo único que se muestra es más bien sumisa y complaciente, lo que ocurre es que un varios de los apartes del tema se menciona en la conjunción de dos vocablos una pronunciación que suena o parece decir la palabra bollona y nuestra gentes populares al solicitarlas en los picós lo hacian así, Hablando de picós este es otro caso interesante, pues dicha palabra viene del ingles Pick Up, nombre con el cual se conocen las camionetas o camioncitos en los Estados Unidos, lo que sucede es que en las fiestas o “verbenas” de los años 70, en ciudades como Barranquilla, Cartagena y Santa Marta, cuando llevaban las maquinas de sonido para dichas fiestas, las transportaban en esos carros y la teoría dice que la gente emocionada exclamaban: ¡Llegó el pick-up, llegó el pick-up! Refiriéndose a la camioneta con el sonido, y muchos bautizaron los equipos así, por eso hoy día se les llama de esa manera.

Por Julio Mario Celedón