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Columnista - 1 abril, 2015

Realmente, ¿queremos la paz?

Se afirma con razón que “la paz es cuando un hombre solo tiene miedo a las serpientes”. ¿Será que en algunos sectores de la sociedad colombiana no quieren la paz porque no se han adaptado y extrañan los 50 años de conflictos? La historia parece confirmar que la guerra es el padre de todas las […]

Boton Wpp

Se afirma con razón que “la paz es cuando un hombre solo tiene miedo a las serpientes”. ¿Será que en algunos sectores de la sociedad colombiana no quieren la paz porque no se han adaptado y extrañan los 50 años de conflictos? La historia parece confirmar que la guerra es el padre de todas las cosas. En Colombia queda la impresión que por algunas razones, más de fondo que de forma, los uribes, los londoños y los ordoñez no quieren una paz verdadera porque esta cansa y aburre y siempre están fabricando el conflicto y la camorra de los cuales no pueden apartarse con facilidad.

¿Será que tienen la impresión que la “paz es de maricones” y una cosa de niñas?
Parece antinatural e ilógico que la guerra tenga un patrimonio eficiente de propaganda de la que ha carecido la paz. La gran mayoría de los visionarios quieren una paz sin violencia, una patria con democracia y justicia social donde la gente tenga derecho al trabajo y a la educación, a un techo digno y a la tierra para trabajar donde tenga la posibilidad de una expresión política amplia y libre. Es imperativo que la paz tenga un mensaje contundente porque con tantos anuncios y con sillas vacías en el pasado reciente, queda en la retina la imagen que estos procesos no han tenido seriedad ni gran trascendencia y casi siempre los asociamos con el recurso policivo y con el miedo a la inseguridad. ¿Cómo se puede lograr e implementar la paz en una sociedad urbana donde un 30 por ciento parece no desearla y no quererla?

Tenemos que aprender a vivir en paz y armonía unos con otros a través de aprendizajes arduos y lentos. No podemos ver las masacres y el asesinato individual como un fenómeno natural. Sin embargo, ya estamos rozando con la ciencia y la tecnología donde las guerras se han vuelto arcaicas y cada vez más pasadas de moda y menos necesarias. Ya estamos viendo cómo resolver nuestros conflictos sin matarnos y sin una confrontación militar. Estamos llegando y nos estamos acercando a la búsqueda del equilibrio entre las ciencias naturales con los aspectos sociales donde la publicidad con su capacidad de construir opiniones y las comunicaciones persuasivas serán un gran instrumento para trabajar por la paz.

Desde esta columna “preferimos una paz imperfecta, a una guerra perpetua” y siempre respetaremos al pluralismo como una forma de pensar diferente.

Columnista
1 abril, 2015

Realmente, ¿queremos la paz?

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Gustavo Cotez Medina

Se afirma con razón que “la paz es cuando un hombre solo tiene miedo a las serpientes”. ¿Será que en algunos sectores de la sociedad colombiana no quieren la paz porque no se han adaptado y extrañan los 50 años de conflictos? La historia parece confirmar que la guerra es el padre de todas las […]


Se afirma con razón que “la paz es cuando un hombre solo tiene miedo a las serpientes”. ¿Será que en algunos sectores de la sociedad colombiana no quieren la paz porque no se han adaptado y extrañan los 50 años de conflictos? La historia parece confirmar que la guerra es el padre de todas las cosas. En Colombia queda la impresión que por algunas razones, más de fondo que de forma, los uribes, los londoños y los ordoñez no quieren una paz verdadera porque esta cansa y aburre y siempre están fabricando el conflicto y la camorra de los cuales no pueden apartarse con facilidad.

¿Será que tienen la impresión que la “paz es de maricones” y una cosa de niñas?
Parece antinatural e ilógico que la guerra tenga un patrimonio eficiente de propaganda de la que ha carecido la paz. La gran mayoría de los visionarios quieren una paz sin violencia, una patria con democracia y justicia social donde la gente tenga derecho al trabajo y a la educación, a un techo digno y a la tierra para trabajar donde tenga la posibilidad de una expresión política amplia y libre. Es imperativo que la paz tenga un mensaje contundente porque con tantos anuncios y con sillas vacías en el pasado reciente, queda en la retina la imagen que estos procesos no han tenido seriedad ni gran trascendencia y casi siempre los asociamos con el recurso policivo y con el miedo a la inseguridad. ¿Cómo se puede lograr e implementar la paz en una sociedad urbana donde un 30 por ciento parece no desearla y no quererla?

Tenemos que aprender a vivir en paz y armonía unos con otros a través de aprendizajes arduos y lentos. No podemos ver las masacres y el asesinato individual como un fenómeno natural. Sin embargo, ya estamos rozando con la ciencia y la tecnología donde las guerras se han vuelto arcaicas y cada vez más pasadas de moda y menos necesarias. Ya estamos viendo cómo resolver nuestros conflictos sin matarnos y sin una confrontación militar. Estamos llegando y nos estamos acercando a la búsqueda del equilibrio entre las ciencias naturales con los aspectos sociales donde la publicidad con su capacidad de construir opiniones y las comunicaciones persuasivas serán un gran instrumento para trabajar por la paz.

Desde esta columna “preferimos una paz imperfecta, a una guerra perpetua” y siempre respetaremos al pluralismo como una forma de pensar diferente.