Por: Hernán Araujo Cuando a cualquier persona, de manera desprevenida, se le pregunta ¿qué es un ganadero?, inmediatamente responde que es una persona económicamente pudiente, que disponen de todas las facilidades para adquirir un crédito en cualquier banco, que la mayoría de los ganaderos son terratenientes. Para algunos analistas, con tendencias ideológicas indefinidas públicamente, pero […]
Por: Hernán Araujo
Cuando a cualquier persona, de manera desprevenida, se le pregunta ¿qué es un ganadero?, inmediatamente responde que es una persona económicamente pudiente, que disponen de todas las facilidades para adquirir un crédito en cualquier banco, que la mayoría de los ganaderos son terratenientes. Para algunos analistas, con tendencias ideológicas indefinidas públicamente, pero que normalmente tienen conexión con instancias definitorias de políticas públicas, la visión sobre los ganaderos es más perversa, lo definen como: un productor ineficiente, evasor de impuestos, maltratador de sus trabajadores, hizo su riqueza uniéndose o aliándose a la ilegalidad.
Ante esta definición errada, que durante mucho tiempo se ha difundido para beneficio de intereses oscuros en su propósito, es necesario hacer, ante todas las instancias y frecuencias posibles, una gran claridad, los ganaderos no son personas pudientes en su gran mayoría, la ganadería es un proyecto de vida de pequeños y medianos productores, realidad que constatamos en las cifras oficiales que se conocen sobre el sector, cifras que indican que el inventario ganadero nacional, pastorea en 494.593 predios, de los cuales el 81,2%, que representa 401.733, albergan de 1 hasta 50 reses y dentro de estos, el 44,34%, que representa 219.282 predios, en los cuales se manejan de 1 a 10 animales; en 87.211 fincas, es decir, el 17,63%, se manejan entre 51 y 500 reses, rango este que podemos clasificar como medianos y apenas el 1,14%, 5.649 del total de los predios ganaderos albergan más de 501 bovinos.
Esta es una realidad que es necesario e importante tenerla presente, en cualquier escenario, oficial o privado, al momento de analizar la realidad del sector ganadero. Cuando se mira a los ganaderos bajo la óptica de las dos consideraciones iniciales descritas, lógicamente el diseño de la política hacia el sector y los instrumentos diseñados para su desarrollo, fracasarán, porque arrancan soportados en una base errada, gracias a la perversidad de los enemigos gratuitos de esta actividad económica, que reiteramos, es ejercitada mayoritariamente por pequeños y medianos productores, que aun desarrollando su actividad laboral en medio de un mundo de dificultades, generan más 950.000 empleos directos, cifra que supera el 7% del total nacional y representa más del 25% de los generados por el sector agropecuario.
Considero que esa base errada y perversa fue el soporte primordial al suscribir los tratados de libre comercio y su consecuencia es la amenaza de desaparición ante la carencia de alternativas lícitas de trabajo, que hoy se cierne sobre el grupo mayoritario de los pequeños y medianos ganaderos, al enfrentarlos a la competencia con productores foráneos que cuentan con todos los apoyos estatales, como créditos baratos y de fácil acceso, buenas vías, adecuado suministro de servicios con costos ajustados a su actividad económica, mientras los nuestros aún no han adquirido ante cualquier gerente bancario, el status de humano con posibilidad de acceder, de manera fácil y ágil a un crédito y que tiene como aliado primordial el lomo de un burro para llegar a los mercados de consumo.
Por: Hernán Araujo Cuando a cualquier persona, de manera desprevenida, se le pregunta ¿qué es un ganadero?, inmediatamente responde que es una persona económicamente pudiente, que disponen de todas las facilidades para adquirir un crédito en cualquier banco, que la mayoría de los ganaderos son terratenientes. Para algunos analistas, con tendencias ideológicas indefinidas públicamente, pero […]
Por: Hernán Araujo
Cuando a cualquier persona, de manera desprevenida, se le pregunta ¿qué es un ganadero?, inmediatamente responde que es una persona económicamente pudiente, que disponen de todas las facilidades para adquirir un crédito en cualquier banco, que la mayoría de los ganaderos son terratenientes. Para algunos analistas, con tendencias ideológicas indefinidas públicamente, pero que normalmente tienen conexión con instancias definitorias de políticas públicas, la visión sobre los ganaderos es más perversa, lo definen como: un productor ineficiente, evasor de impuestos, maltratador de sus trabajadores, hizo su riqueza uniéndose o aliándose a la ilegalidad.
Ante esta definición errada, que durante mucho tiempo se ha difundido para beneficio de intereses oscuros en su propósito, es necesario hacer, ante todas las instancias y frecuencias posibles, una gran claridad, los ganaderos no son personas pudientes en su gran mayoría, la ganadería es un proyecto de vida de pequeños y medianos productores, realidad que constatamos en las cifras oficiales que se conocen sobre el sector, cifras que indican que el inventario ganadero nacional, pastorea en 494.593 predios, de los cuales el 81,2%, que representa 401.733, albergan de 1 hasta 50 reses y dentro de estos, el 44,34%, que representa 219.282 predios, en los cuales se manejan de 1 a 10 animales; en 87.211 fincas, es decir, el 17,63%, se manejan entre 51 y 500 reses, rango este que podemos clasificar como medianos y apenas el 1,14%, 5.649 del total de los predios ganaderos albergan más de 501 bovinos.
Esta es una realidad que es necesario e importante tenerla presente, en cualquier escenario, oficial o privado, al momento de analizar la realidad del sector ganadero. Cuando se mira a los ganaderos bajo la óptica de las dos consideraciones iniciales descritas, lógicamente el diseño de la política hacia el sector y los instrumentos diseñados para su desarrollo, fracasarán, porque arrancan soportados en una base errada, gracias a la perversidad de los enemigos gratuitos de esta actividad económica, que reiteramos, es ejercitada mayoritariamente por pequeños y medianos productores, que aun desarrollando su actividad laboral en medio de un mundo de dificultades, generan más 950.000 empleos directos, cifra que supera el 7% del total nacional y representa más del 25% de los generados por el sector agropecuario.
Considero que esa base errada y perversa fue el soporte primordial al suscribir los tratados de libre comercio y su consecuencia es la amenaza de desaparición ante la carencia de alternativas lícitas de trabajo, que hoy se cierne sobre el grupo mayoritario de los pequeños y medianos ganaderos, al enfrentarlos a la competencia con productores foráneos que cuentan con todos los apoyos estatales, como créditos baratos y de fácil acceso, buenas vías, adecuado suministro de servicios con costos ajustados a su actividad económica, mientras los nuestros aún no han adquirido ante cualquier gerente bancario, el status de humano con posibilidad de acceder, de manera fácil y ágil a un crédito y que tiene como aliado primordial el lomo de un burro para llegar a los mercados de consumo.