Nuestro sector agrícola y pecuario es ineficiente y poco competitivo, el agua es desperdiciada a borbotones en sistemas de riego que no calculan la necesidad del agua de los cultivos.
En la última semana, en la ciudad de Bogotá se han venido haciendo racionamientos de agua debido al bajo nivel de los embalses que surten a los capitalinos. El fenómeno de El niño tiene gran responsabilidad en este asunto, pues al no haber lluvias tendremos entonces poca disponibilidad de agua. En nuestra tierra ya se ven las fuentes hídricas reducidas, poniéndonos a apretar el cinturón y rezar porque lleguen las lluvias pronto.
Afortunadamente, nuestras aguas que bajan de la Sierra son usadas para el uso de la población, del sector agrícola y el pecuario, que por cierto es poco industrializado por lo que tienen muy mala eficiencia y mayor consumo versus su productividad.
Aún no usamos en la región nuestros recursos hídricos para producir energía, lo que también sería otro renglón importante de consumo de agua.
En el histórico del uso y consumo de agua en el país, entre el sector agrícola y pecuario se va cerca del 70%; el sector doméstico (nuestro consumo directo) cerca del 20%, y la industria en general, incluyendo la minería, los hidrocarburos, la producción de energía, la construcción, manufactura, etc., no pasa del 10%.
Lo curioso del tema es que como nuestro sector agrícola y pecuario es ineficiente y poco competitivo, el agua es desperdiciada a borbotones en sistemas de riego que no calculan la necesidad del agua de los cultivos, la capacidad de retención y de filtración del agua de los suelos.
No medimos cuánta agua estamos utilizando por cada riego y, más crítico aún, ni siquiera calculamos la capacidad de recarga de los acuíferos, sino que extraemos las aguas subterráneas indiscriminadamente. Personalmente he visto que apagan el riego solo cuando el acuífero se seca y vuelven y lo prenden cuando se recarga, algo que hidrológicamente es devastador.
Por otra parte, somo un país en el que la electricidad depende entre 60 y 70 % del agua (dependiendo si es año de El Niño o La Niña) por nuestras hidroeléctricas, sin embargo, su producción actual ha estado por debajo del 60 %, dándole gran responsabilidad a las termoeléctricas de carbón y gas para suplir la necesidad eléctrica faltante.
A la fecha han respondido bien ya que todavía tienen mucha más capacidad. No obstante, hoy tenemos que el nivel de los embalses está por debajo del 30 %. Es un punto extremadamente crítico.
Resulta, entonces, una pregunta: ¿por qué se permitió que bajaran tanto los embalses, por lo tanto, la disponibilidad de agua, llevándonos a este nivel crítico, si las termoeléctricas aún tienen más capacidad para responder a la demanda?
Será que para el Gobierno nacional el odio a la industria del carbón y el gas es tan fuerte que es más importante no incentivarlas para aumentar momentáneamente las emisiones irrisorias de nuestro país y no sufrir con los niveles de los embalses y el estrés hídrico que hoy se maneja, que tener agua disponible y la tranquilidad de suplir la necesidad eléctrica tan importante para todos.
Nuestro gobierno local tiene entonces una gran responsabilidad: garantizar la disponibilidad tanto de agua como de energía en el corto, mediano y largo plazo. Lo que me causa preocupación es que realmente no veo en los planes de gobierno ni departamental ni municipal algo real y aterrizado sobre la situación. Solo palabras simbólicas y textos motivadores. Lo que pasa en Bogotá no es algo solo del clima, es algo de no preparación ni planificación de los territorios.
Si nuestros gobernantes no empiezan realmente a pensar en cosas serias para el territorio y no en cómo mantener su poder político, entonces nos va a llevar el cuco a todos.
*Amat David Zuluaga es director del Observatorio de la Transición Energética del Caribe de la Universidad del Areandina, sede Valledupar.
Nuestro sector agrícola y pecuario es ineficiente y poco competitivo, el agua es desperdiciada a borbotones en sistemas de riego que no calculan la necesidad del agua de los cultivos.
En la última semana, en la ciudad de Bogotá se han venido haciendo racionamientos de agua debido al bajo nivel de los embalses que surten a los capitalinos. El fenómeno de El niño tiene gran responsabilidad en este asunto, pues al no haber lluvias tendremos entonces poca disponibilidad de agua. En nuestra tierra ya se ven las fuentes hídricas reducidas, poniéndonos a apretar el cinturón y rezar porque lleguen las lluvias pronto.
Afortunadamente, nuestras aguas que bajan de la Sierra son usadas para el uso de la población, del sector agrícola y el pecuario, que por cierto es poco industrializado por lo que tienen muy mala eficiencia y mayor consumo versus su productividad.
Aún no usamos en la región nuestros recursos hídricos para producir energía, lo que también sería otro renglón importante de consumo de agua.
En el histórico del uso y consumo de agua en el país, entre el sector agrícola y pecuario se va cerca del 70%; el sector doméstico (nuestro consumo directo) cerca del 20%, y la industria en general, incluyendo la minería, los hidrocarburos, la producción de energía, la construcción, manufactura, etc., no pasa del 10%.
Lo curioso del tema es que como nuestro sector agrícola y pecuario es ineficiente y poco competitivo, el agua es desperdiciada a borbotones en sistemas de riego que no calculan la necesidad del agua de los cultivos, la capacidad de retención y de filtración del agua de los suelos.
No medimos cuánta agua estamos utilizando por cada riego y, más crítico aún, ni siquiera calculamos la capacidad de recarga de los acuíferos, sino que extraemos las aguas subterráneas indiscriminadamente. Personalmente he visto que apagan el riego solo cuando el acuífero se seca y vuelven y lo prenden cuando se recarga, algo que hidrológicamente es devastador.
Por otra parte, somo un país en el que la electricidad depende entre 60 y 70 % del agua (dependiendo si es año de El Niño o La Niña) por nuestras hidroeléctricas, sin embargo, su producción actual ha estado por debajo del 60 %, dándole gran responsabilidad a las termoeléctricas de carbón y gas para suplir la necesidad eléctrica faltante.
A la fecha han respondido bien ya que todavía tienen mucha más capacidad. No obstante, hoy tenemos que el nivel de los embalses está por debajo del 30 %. Es un punto extremadamente crítico.
Resulta, entonces, una pregunta: ¿por qué se permitió que bajaran tanto los embalses, por lo tanto, la disponibilidad de agua, llevándonos a este nivel crítico, si las termoeléctricas aún tienen más capacidad para responder a la demanda?
Será que para el Gobierno nacional el odio a la industria del carbón y el gas es tan fuerte que es más importante no incentivarlas para aumentar momentáneamente las emisiones irrisorias de nuestro país y no sufrir con los niveles de los embalses y el estrés hídrico que hoy se maneja, que tener agua disponible y la tranquilidad de suplir la necesidad eléctrica tan importante para todos.
Nuestro gobierno local tiene entonces una gran responsabilidad: garantizar la disponibilidad tanto de agua como de energía en el corto, mediano y largo plazo. Lo que me causa preocupación es que realmente no veo en los planes de gobierno ni departamental ni municipal algo real y aterrizado sobre la situación. Solo palabras simbólicas y textos motivadores. Lo que pasa en Bogotá no es algo solo del clima, es algo de no preparación ni planificación de los territorios.
Si nuestros gobernantes no empiezan realmente a pensar en cosas serias para el territorio y no en cómo mantener su poder político, entonces nos va a llevar el cuco a todos.
*Amat David Zuluaga es director del Observatorio de la Transición Energética del Caribe de la Universidad del Areandina, sede Valledupar.