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Columnista - 26 diciembre, 2012

¿QUIÉN ES ESTE HOMBRE?

¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?… Y ustedes, ¿Quién dicen que soy yo? San Mateo 16:13-16Si la navidad es la celebración del misterio de la Encarnación de Jesucristo, entonces es importante que en la intimidad de nuestro corazón respondamos a la pregunta: ¿Quién es este hombre? Jesucristo fue un maestro singular, […]

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¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?… Y ustedes, ¿Quién dicen que soy yo? San Mateo 16:13-16
Si la navidad es la celebración del misterio de la Encarnación de Jesucristo, entonces es importante que en la intimidad de nuestro corazón respondamos a la pregunta: ¿Quién es este hombre?

Jesucristo fue un maestro singular, los lugares donde enseñaba apenas podían contener a las multitudes que le rodeaban adonde quiera que iba. Ese día, la casa donde enseñaba estaba llena con todos los maestros y clérigos, escribas, fariseos y doctores de la Ley que había venido de toda la nación a escucharlo.

La elite política y religiosa nacional había venido para oír las enseñanzas de un carpintero sin educación especial criado en Nazaret.

Mientras enseñaba, un grupo de hombres intentaba ayudar a un amigo paralítico. Al traerlo hasta el lugar, encontraron que era imposible entrar por causa de la multitud. Creativamente, subieron al tejado, desentecharon la casa y lo bajaron justo en frente de Jesús, quien al verlo y al ver la fe de ellos, le dijo al paralítico: “¡Hombre, tus pecados te son perdonados!”. Los presentes entendieron de inmediato las implicaciones de las palabras de Jesús y mirándose unos a otros se preguntaron: “¿Quién es este, que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?”

Tiempo después, lo invitaron a cenar en casa de un fariseo llamado Simón. También la casa estaba llena de líderes religiosos, y mientras cenaban, una mujer de tres en conducta, ungió sus pies con un costoso perfume, los besaba y los regaba con sus lágrimas y los secaba con sus cabellos. Como respuesta, Jesús se volvió hacia ella, y le dijo: “¡Tus pecados te son perdonados!”. 

Pero una vez más, las autoridades religiosas reaccionaron diciendo: “¿Quién es este, que también perdona pecados?”
Cuando Herodes, el tetrarca, oyó de todas las cosas que Jesús hacía, quedó perplejo porque algunos decían que era Juan quien había resucitado de los muertos. La perplejidad consistía en que él mismo había ordenado la ejecución de Juan por confrontarlo públicamente por asuntos morales. El hombre más poderoso del lugar exclamó, repitiendo la pregunta que había estado recorriendo todo el país: “A Juan yo lo hice decapitar. ¿Quién pues es este hombre, de quien oigo tales cosas?
Hasta los mismos discípulos de Jesús, estuvieron turbados, cuando después de un largo día de ministerio, mientras regresaban en una barca, se levantó una gran tempestad. Ellos vieron cuando Jesús se levantó y reprendió al viento y dijo al mar: “¡Calla, enmudece!”. Cesó el viento y sobrevino una gran calma, entonces con gran temor, se decían el uno al otro: “¿Quién es este, que aun el viento y el mar le obedecen?”.
Una reacción parecida tuvieron los habitantes del pueblo donde se había criado. Cuando Jesús regresó a Nazaret, y se enteraron de que los rumores eran ciertos y que su poder era real, no podían creerlo, de modo que hasta las personas que más conocían a Jesús se les oía decir: “¿Quién es este hombre?” “¿Acaso no es el mismo que conocemos?”.
Queridos amigos lectores, ya sea que veamos a Jesús en la experiencia de la intimidad, o a través del lente de la historia, la cuestión sigue siendo la misma: ¿Quién es este hombre? Cuando Jesús se acercaba al final de su ministerio terrenal, las preguntas en cuanto al él llegaron a un clímax: Unos decían que era Juan el Bautista. Otros, que era Elías. Otros, Jeremías. Otros, uno de los profetas. Pero quienes lo acompañaban, tendrían que tomar una decisión. Él les preguntó: “Pero ustedes, ¿Quién dicen que yo soy?”. Creo que de la respuesta que demos a esa pregunta dependerá nuestra felicidad presente y nuestro destino eterno.

Hoy te animo a responder como Simón Pedro: “¡Tu eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente! San Pablo afirma: “Cristo es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación”. Según San Juan: “El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. Navidad es: ¡Dios con nosotros!

¿Quién es este hombre? ¡Él es Jesús de Nazaret! ¡Él es Dios encarnado! ¡Él es Navidad!  Fue así como se presentó al mundo, y es así como debemos aceptarle. ¡Recíbelo en tu corazón! ¡Feliz navidad!
[email protected]  

Columnista
26 diciembre, 2012

¿QUIÉN ES ESTE HOMBRE?

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?… Y ustedes, ¿Quién dicen que soy yo? San Mateo 16:13-16Si la navidad es la celebración del misterio de la Encarnación de Jesucristo, entonces es importante que en la intimidad de nuestro corazón respondamos a la pregunta: ¿Quién es este hombre? Jesucristo fue un maestro singular, […]


¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?… Y ustedes, ¿Quién dicen que soy yo? San Mateo 16:13-16
Si la navidad es la celebración del misterio de la Encarnación de Jesucristo, entonces es importante que en la intimidad de nuestro corazón respondamos a la pregunta: ¿Quién es este hombre?

Jesucristo fue un maestro singular, los lugares donde enseñaba apenas podían contener a las multitudes que le rodeaban adonde quiera que iba. Ese día, la casa donde enseñaba estaba llena con todos los maestros y clérigos, escribas, fariseos y doctores de la Ley que había venido de toda la nación a escucharlo.

La elite política y religiosa nacional había venido para oír las enseñanzas de un carpintero sin educación especial criado en Nazaret.

Mientras enseñaba, un grupo de hombres intentaba ayudar a un amigo paralítico. Al traerlo hasta el lugar, encontraron que era imposible entrar por causa de la multitud. Creativamente, subieron al tejado, desentecharon la casa y lo bajaron justo en frente de Jesús, quien al verlo y al ver la fe de ellos, le dijo al paralítico: “¡Hombre, tus pecados te son perdonados!”. Los presentes entendieron de inmediato las implicaciones de las palabras de Jesús y mirándose unos a otros se preguntaron: “¿Quién es este, que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?”

Tiempo después, lo invitaron a cenar en casa de un fariseo llamado Simón. También la casa estaba llena de líderes religiosos, y mientras cenaban, una mujer de tres en conducta, ungió sus pies con un costoso perfume, los besaba y los regaba con sus lágrimas y los secaba con sus cabellos. Como respuesta, Jesús se volvió hacia ella, y le dijo: “¡Tus pecados te son perdonados!”. 

Pero una vez más, las autoridades religiosas reaccionaron diciendo: “¿Quién es este, que también perdona pecados?”
Cuando Herodes, el tetrarca, oyó de todas las cosas que Jesús hacía, quedó perplejo porque algunos decían que era Juan quien había resucitado de los muertos. La perplejidad consistía en que él mismo había ordenado la ejecución de Juan por confrontarlo públicamente por asuntos morales. El hombre más poderoso del lugar exclamó, repitiendo la pregunta que había estado recorriendo todo el país: “A Juan yo lo hice decapitar. ¿Quién pues es este hombre, de quien oigo tales cosas?
Hasta los mismos discípulos de Jesús, estuvieron turbados, cuando después de un largo día de ministerio, mientras regresaban en una barca, se levantó una gran tempestad. Ellos vieron cuando Jesús se levantó y reprendió al viento y dijo al mar: “¡Calla, enmudece!”. Cesó el viento y sobrevino una gran calma, entonces con gran temor, se decían el uno al otro: “¿Quién es este, que aun el viento y el mar le obedecen?”.
Una reacción parecida tuvieron los habitantes del pueblo donde se había criado. Cuando Jesús regresó a Nazaret, y se enteraron de que los rumores eran ciertos y que su poder era real, no podían creerlo, de modo que hasta las personas que más conocían a Jesús se les oía decir: “¿Quién es este hombre?” “¿Acaso no es el mismo que conocemos?”.
Queridos amigos lectores, ya sea que veamos a Jesús en la experiencia de la intimidad, o a través del lente de la historia, la cuestión sigue siendo la misma: ¿Quién es este hombre? Cuando Jesús se acercaba al final de su ministerio terrenal, las preguntas en cuanto al él llegaron a un clímax: Unos decían que era Juan el Bautista. Otros, que era Elías. Otros, Jeremías. Otros, uno de los profetas. Pero quienes lo acompañaban, tendrían que tomar una decisión. Él les preguntó: “Pero ustedes, ¿Quién dicen que yo soy?”. Creo que de la respuesta que demos a esa pregunta dependerá nuestra felicidad presente y nuestro destino eterno.

Hoy te animo a responder como Simón Pedro: “¡Tu eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente! San Pablo afirma: “Cristo es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación”. Según San Juan: “El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. Navidad es: ¡Dios con nosotros!

¿Quién es este hombre? ¡Él es Jesús de Nazaret! ¡Él es Dios encarnado! ¡Él es Navidad!  Fue así como se presentó al mundo, y es así como debemos aceptarle. ¡Recíbelo en tu corazón! ¡Feliz navidad!
[email protected]