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Editorial - 25 febrero, 2013

Que pase el tren

Pensar en una variante en Bosconia, cuando durante años no se ha podido llevar a cabo, con estudios y todo el apoyo nacional y distrital, la variante de la ciudad de Santa Marta,

Boton Wpp

Es llamativo el conflicto por el paso del tren en la cabecera municipal de Bosconia. Y sin entrar en las peticiones de las comunidades, que este medio y las autoridades ambientales, como Corpocesar, han considerado, para que la voz de estas sea escuchada, también queremos hacer ver que las cosas no pueden quedarse en peticiones al vacío, engaños, oportunismo político, y que todo siga igual.


Urge un buen ordenamiento urbano y ese contempla la adecuación de estación, vallas y arborización, en lugares necesarios, puentes peatonales y vehiculares y generación de espacios de entretenimiento. Que personas que suelen ocupar ilegalmente la vía férrea, no pocas veces estimuladas por políticos y alcaldes de turno, sean reubicadas. Son las que más se pueden afectar por el ruido de los trenes.


Es el tren lo que pasa en el corazón céntrico de las grandes ciudades de los países más ricos del planeta, pasan trenes a doquier, durante 24 horas sin restricciones, llevando carbón y otro tipo de graneles, que son cargas por su naturaleza férreas, y también, es cierto, pasajeros. Aquí se ha concentrado el tren en el carbón y no ha habido una política gubernamental para estimular una diversificación de cargas; menos, el de pasajeros, que, aunque la demanda actual no lo ameritaría, por las alternativas de buses y aviones, hacía en el pasado que los pueblos identificaran al tren como bien propio.


En esas ciudades, las más bellas, pobladas y limpias, hay puentes, vallas, espacios, árboles. Sus habitantes se muestran orgullosos de ver pasar el tren como en las ciudades portuarias se solazan del paso de barcos por canales, ríos y mares.


Tardíamente, hace 15 años con la ley 388/97 en el gobierno Samper, se obligó al municipio a ordenar su territorio, con los POT (art 90). En Bosconia, sus corregimientos y los otros municipios del Magdalena, el tren antecedió y, como se ha estudiado, ese corredor explica,  incipiente la carretera en los años cincuenta, el nacimiento y desarrollo de ellos y la magia de Macondo.


Urge una gran concertación y que Ferrocarriles del Norte de Colombia- FENOCO asuma sus responsabilidades, deje de hablar inglés, supere los conflictos internos y sus riesgos de accidentalidad, que han propiciado la intervención y control de la Superintendencia de Puertos desde el 28 de noviembre del 2011, y, empezando subiéndole el perfil a su rostro social, haga las obras y gestión necesarias y que el remedo de tren de la Salud, que anuncia en su WEB, lo haga de valor para los pueblos. Que esta y la Agencia Nacional de Infraestructura- ANI dejen de pasarse la pelota al asumir el costo de reubicación de asentamientos a lo largo de la vía, hoy en un dilatado Tribunal de Arbitramento, que el Municipio asuma las suyas, la Gobernación ayude, la Autoridad Nacional Ambiental- ANLA y Corpocesar propicien y que el Ministerio del Transporte, junto al de Minas,  lidere la solución del chicharrón de Bosconia, y  deje de crear falsas expectativas de una variante, que no tiene estudio serio preliminar alguno – cuando al Gobierno se le censura, por mal ejecutor,  para que termine las obras en el territorio nacional, que bastante tiene con la Ruta del Sol y la circunvalación de Bosconia, y no se ha hecho realidad, por consideraciones ambientales que controla el Gobierno, la segunda línea férrea, que tiene estudios técnicos, y contempla nuevos trazados en el departamento del Magdalena.


Pensar en una variante en Bosconia, cuando durante años no se ha podido llevar a cabo, con estudios y todo el apoyo nacional y distrital, la variante de la ciudad de Santa Marta, es dilatar la solución que está esperando esta generación de habitantes de ese estratégico municipio cesarense.

Editorial
25 febrero, 2013

Que pase el tren

Pensar en una variante en Bosconia, cuando durante años no se ha podido llevar a cabo, con estudios y todo el apoyo nacional y distrital, la variante de la ciudad de Santa Marta,


Boton Wpp

Es llamativo el conflicto por el paso del tren en la cabecera municipal de Bosconia. Y sin entrar en las peticiones de las comunidades, que este medio y las autoridades ambientales, como Corpocesar, han considerado, para que la voz de estas sea escuchada, también queremos hacer ver que las cosas no pueden quedarse en peticiones al vacío, engaños, oportunismo político, y que todo siga igual.


Urge un buen ordenamiento urbano y ese contempla la adecuación de estación, vallas y arborización, en lugares necesarios, puentes peatonales y vehiculares y generación de espacios de entretenimiento. Que personas que suelen ocupar ilegalmente la vía férrea, no pocas veces estimuladas por políticos y alcaldes de turno, sean reubicadas. Son las que más se pueden afectar por el ruido de los trenes.


Es el tren lo que pasa en el corazón céntrico de las grandes ciudades de los países más ricos del planeta, pasan trenes a doquier, durante 24 horas sin restricciones, llevando carbón y otro tipo de graneles, que son cargas por su naturaleza férreas, y también, es cierto, pasajeros. Aquí se ha concentrado el tren en el carbón y no ha habido una política gubernamental para estimular una diversificación de cargas; menos, el de pasajeros, que, aunque la demanda actual no lo ameritaría, por las alternativas de buses y aviones, hacía en el pasado que los pueblos identificaran al tren como bien propio.


En esas ciudades, las más bellas, pobladas y limpias, hay puentes, vallas, espacios, árboles. Sus habitantes se muestran orgullosos de ver pasar el tren como en las ciudades portuarias se solazan del paso de barcos por canales, ríos y mares.


Tardíamente, hace 15 años con la ley 388/97 en el gobierno Samper, se obligó al municipio a ordenar su territorio, con los POT (art 90). En Bosconia, sus corregimientos y los otros municipios del Magdalena, el tren antecedió y, como se ha estudiado, ese corredor explica,  incipiente la carretera en los años cincuenta, el nacimiento y desarrollo de ellos y la magia de Macondo.


Urge una gran concertación y que Ferrocarriles del Norte de Colombia- FENOCO asuma sus responsabilidades, deje de hablar inglés, supere los conflictos internos y sus riesgos de accidentalidad, que han propiciado la intervención y control de la Superintendencia de Puertos desde el 28 de noviembre del 2011, y, empezando subiéndole el perfil a su rostro social, haga las obras y gestión necesarias y que el remedo de tren de la Salud, que anuncia en su WEB, lo haga de valor para los pueblos. Que esta y la Agencia Nacional de Infraestructura- ANI dejen de pasarse la pelota al asumir el costo de reubicación de asentamientos a lo largo de la vía, hoy en un dilatado Tribunal de Arbitramento, que el Municipio asuma las suyas, la Gobernación ayude, la Autoridad Nacional Ambiental- ANLA y Corpocesar propicien y que el Ministerio del Transporte, junto al de Minas,  lidere la solución del chicharrón de Bosconia, y  deje de crear falsas expectativas de una variante, que no tiene estudio serio preliminar alguno – cuando al Gobierno se le censura, por mal ejecutor,  para que termine las obras en el territorio nacional, que bastante tiene con la Ruta del Sol y la circunvalación de Bosconia, y no se ha hecho realidad, por consideraciones ambientales que controla el Gobierno, la segunda línea férrea, que tiene estudios técnicos, y contempla nuevos trazados en el departamento del Magdalena.


Pensar en una variante en Bosconia, cuando durante años no se ha podido llevar a cabo, con estudios y todo el apoyo nacional y distrital, la variante de la ciudad de Santa Marta, es dilatar la solución que está esperando esta generación de habitantes de ese estratégico municipio cesarense.