Es interesante el proceso político y económico mexicano, uno de los países más grandes de América Latina, con una extensión de 1.964.375 kilómetros cuadrados, y la segunda economía más importante de la región, después de Brasil. Además, país vecino y cercano de Estados Unidos, con quien tienen un Tratado de Libre Comercio muy dinámico.
Hace pocos días asumió la Presidencia de México una mujer: Claudia Sheimbaun Pardo, por primera vez en la historia de esa nación, en reemplazo de Andrés Manuel López Obrador (Amlo). Ambos del movimiento político Morena. Se trata de una científica, de 62 años, licenciada en Física, con estudios de posgrados en ingeniería y temas energéticos; fue alcaldesa de ciudad de México, cargo que le sirvió para darse a conocer en la política y ganar el favoritismo de sus conciudadanos y -ahora- llegar a la primera magistratura del Estado.
Es interesante el proceso político y económico mexicano, uno de los países más grandes de América Latina, con una extensión de 1.964.375 kilómetros cuadrados, y la segunda economía más importante de la región, después de Brasil. Además, país vecino y cercano de Estados Unidos, con quien tienen un Tratado de Libre Comercio muy dinámico.
En otros años, en tiempos del Partido Revolucionario Institucional (PRI), cuando había cambio de presidente, México sufría serios problemas de inestabilidad económica y devaluación. Esta vez, se trata de una transición normal, aparentemente, entre líderes de un mismo partido: Morena (Movimiento de Regeneración Nacional), pero tiene el ingrediente que se trata de una mujer del mundo académico. Ella se declaró admiradora del M-19 de Colombia, organización con la que simpatizó, al punto que el propio Presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha dicho que el M-19 puede decir que ha puesto dos presidentes: él y -ahora- su colega mexicana. (Su apellido no es de ascendencia azteca, sino hebrea, hija de inmigrantes).
De tiempo atrás, no solo durante el gobierno de Amlo, México ha sido un país con una economía muy sólida y dinámica, impulsada por la vecindad con EE. UU., pero también por la tradición de ser un país con un estado grande, muy intervencionista en la economía y con una orgullosa cultura nacionalista, con arraigo indígena y una mirada de desconfianza ante su vecino del Norte. México es que es el único país de la región, que se caracteriza por el presidencialismo, cuyo período de gobierno dura seis años.
Sobre el gobierno de López Obrador podemos decir que no le fue muy bien en materia económica, logró bajas tasas de crecimiento del PIB, un desempleo considerable, como buena parte de América Latina, pero una política social muy activa dirigida a los sectores más pobres e indígenas, que caracterizan algunas de sus regiones. México tiene una clase media fuerte y un sector empresarial poderoso y dinámico, una industria interesante y un comercio exterior muy activo con EE. UU., principalmente. El país es un gran productor de petróleo, de industria liviana y mediana, incluyendo vehículos, y de un turismo muy atractivo y rentable, interesante para los mismos norteamericanos, y también para sus vecinos centro y suramericanos. Tiene un serio problema con el narcotráfico, como es bien conocido, y eso implica, como es el caso de Colombia, un serio problema de violencia, de una parte, y de corrupción de algunas de sus instituciones.
En toda América Latina, como también en Estados Unidos, y buena parte del resto del mundo, hay una gran expectativa por lo que pueda ser el gobierno de la señora Sheimbaun, si va a ser una administración continuista; o si, por el contrario, tomará distancia y se diferenciará del modelo de su antecesor. Por lo pronto, los mercados de divisas y monedas están tranquilos; se trata de una economía muy sólida, pero serán las agencias calificadoras de riesgo, y los inversionistas, nacionales y extranjeros, que no tienen sentimientos sino “intereses”, quienes dirán, en parte, la última palabra, sobre el futuro del país azteca, la nación de Juan Rulfo, Alfonso Reyes y Octavio Paz, y de otras grandes glorias de la cultura de América.
Atrás quedaron, también, los períodos de crisis de su deuda externa; hoy la mexicana está en grado de inversión; contrario a la deuda de Colombia, por ejemplo, que es grado especulativo. Lo que suceda en México, para bien o para mal, marca la pauta de la percepción de la región ante el mundo. Y esa perspectiva, también dependerá, igualmente, de quien resulte ganador en las elecciones de EE. UU., el próximo 6 de noviembre, entre Donald Trump, y Kamala Harris, quienes tienen posiciones divergentes frente al tema del comercio y la migración ilegal, entre otros. Recordamos la frase del expresidente Porfirio Díaz: “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”.
Por: Carlos Maestre Maya.
Docente universitario. Especial para EL PILÓN.
Es interesante el proceso político y económico mexicano, uno de los países más grandes de América Latina, con una extensión de 1.964.375 kilómetros cuadrados, y la segunda economía más importante de la región, después de Brasil. Además, país vecino y cercano de Estados Unidos, con quien tienen un Tratado de Libre Comercio muy dinámico.
Hace pocos días asumió la Presidencia de México una mujer: Claudia Sheimbaun Pardo, por primera vez en la historia de esa nación, en reemplazo de Andrés Manuel López Obrador (Amlo). Ambos del movimiento político Morena. Se trata de una científica, de 62 años, licenciada en Física, con estudios de posgrados en ingeniería y temas energéticos; fue alcaldesa de ciudad de México, cargo que le sirvió para darse a conocer en la política y ganar el favoritismo de sus conciudadanos y -ahora- llegar a la primera magistratura del Estado.
Es interesante el proceso político y económico mexicano, uno de los países más grandes de América Latina, con una extensión de 1.964.375 kilómetros cuadrados, y la segunda economía más importante de la región, después de Brasil. Además, país vecino y cercano de Estados Unidos, con quien tienen un Tratado de Libre Comercio muy dinámico.
En otros años, en tiempos del Partido Revolucionario Institucional (PRI), cuando había cambio de presidente, México sufría serios problemas de inestabilidad económica y devaluación. Esta vez, se trata de una transición normal, aparentemente, entre líderes de un mismo partido: Morena (Movimiento de Regeneración Nacional), pero tiene el ingrediente que se trata de una mujer del mundo académico. Ella se declaró admiradora del M-19 de Colombia, organización con la que simpatizó, al punto que el propio Presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha dicho que el M-19 puede decir que ha puesto dos presidentes: él y -ahora- su colega mexicana. (Su apellido no es de ascendencia azteca, sino hebrea, hija de inmigrantes).
De tiempo atrás, no solo durante el gobierno de Amlo, México ha sido un país con una economía muy sólida y dinámica, impulsada por la vecindad con EE. UU., pero también por la tradición de ser un país con un estado grande, muy intervencionista en la economía y con una orgullosa cultura nacionalista, con arraigo indígena y una mirada de desconfianza ante su vecino del Norte. México es que es el único país de la región, que se caracteriza por el presidencialismo, cuyo período de gobierno dura seis años.
Sobre el gobierno de López Obrador podemos decir que no le fue muy bien en materia económica, logró bajas tasas de crecimiento del PIB, un desempleo considerable, como buena parte de América Latina, pero una política social muy activa dirigida a los sectores más pobres e indígenas, que caracterizan algunas de sus regiones. México tiene una clase media fuerte y un sector empresarial poderoso y dinámico, una industria interesante y un comercio exterior muy activo con EE. UU., principalmente. El país es un gran productor de petróleo, de industria liviana y mediana, incluyendo vehículos, y de un turismo muy atractivo y rentable, interesante para los mismos norteamericanos, y también para sus vecinos centro y suramericanos. Tiene un serio problema con el narcotráfico, como es bien conocido, y eso implica, como es el caso de Colombia, un serio problema de violencia, de una parte, y de corrupción de algunas de sus instituciones.
En toda América Latina, como también en Estados Unidos, y buena parte del resto del mundo, hay una gran expectativa por lo que pueda ser el gobierno de la señora Sheimbaun, si va a ser una administración continuista; o si, por el contrario, tomará distancia y se diferenciará del modelo de su antecesor. Por lo pronto, los mercados de divisas y monedas están tranquilos; se trata de una economía muy sólida, pero serán las agencias calificadoras de riesgo, y los inversionistas, nacionales y extranjeros, que no tienen sentimientos sino “intereses”, quienes dirán, en parte, la última palabra, sobre el futuro del país azteca, la nación de Juan Rulfo, Alfonso Reyes y Octavio Paz, y de otras grandes glorias de la cultura de América.
Atrás quedaron, también, los períodos de crisis de su deuda externa; hoy la mexicana está en grado de inversión; contrario a la deuda de Colombia, por ejemplo, que es grado especulativo. Lo que suceda en México, para bien o para mal, marca la pauta de la percepción de la región ante el mundo. Y esa perspectiva, también dependerá, igualmente, de quien resulte ganador en las elecciones de EE. UU., el próximo 6 de noviembre, entre Donald Trump, y Kamala Harris, quienes tienen posiciones divergentes frente al tema del comercio y la migración ilegal, entre otros. Recordamos la frase del expresidente Porfirio Díaz: “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”.
Por: Carlos Maestre Maya.
Docente universitario. Especial para EL PILÓN.