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Columnista - 3 marzo, 2025

¿Qué nos pasó?

¿Cómo fue que pasamos de ser considerados “la sorpresa caribe” y destacados en 1988 por el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) como “una experiencia exitosa en gestión de desarrollo urbano de Colombia y Latinoamérica” y en el año 2000 el Banco Mundial destacó a Valledupar como la ciudad mejor planificada de Colombia, a esto que nos ha tocado vivir en las últimas dos décadas en una ciudad descuadernada y caótica?

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¿Cómo fue que pasamos de ser considerados “la sorpresa caribe” y destacados en 1988 por el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) como “una experiencia exitosa en gestión de desarrollo urbano de Colombia y Latinoamérica” y en el año 2000 el Banco Mundial destacó a Valledupar como la ciudad mejor planificada de Colombia, a esto que nos ha tocado vivir en las últimas dos décadas en una ciudad descuadernada y caótica?

El haber abandonado la senda de crecimiento y desarrollo sostenido a nivel urbanístico, de servicios básicos, de visión,  fortalecimiento y transformación de instituciones, basados en un principio rector como lo es la planificación, y de acuerdo a fuentes como el documento publicado por el repositorio del Banco de la República titulado “Planificación urbana en América Latina: el caso de Valledupar (Colombia)” de la autoría de Jaime Bonett Morón y Diana Ricciulli Marín; según los autores, la influencia del expresidente Alfonso López Pumarejo a partir de la década de los 30 y 40 con la creación del Fondo de Fomento Municipal trasformado luego al Instituto Nacional de Fomento Municipal (Insfopal) sería la piedra angular para el desarrollo de la ciudad, nos trajo a la improvisación que nos está llenando de elefantes blancos y deterioro ininterrumpido.

Pero sería a partir de la década de los 60 con la llegada de la compañía colombiana de alimentos lácteos (Cicolac) que Valledupar inicia una era de organización político-administrativa, creación y modernización de las instituciones existentes para adaptarla a la nueva dinámica de ciudad que emergía en este nuevo escenario puesto que, como se evidencia en el documento, “coincide con el aumento de los ingresos por tributos municipales y la creciente migración de personas, la mayoría comerciantes, se asentaron en Valledupar”, es importante destacar en este punto que la ciudad crecía ordenadamente pues desarrollaba su infraestructura y la oferta de servicios públicos básicos. ¿Qué pasaría si llegan más empresas como Cicolac al día de hoy?

El documento destaca nombres que, así como el expresidente López Pumarejo, el arquitecto Silvestre Dangond Daza, el cubano, y también arquitectos Miguel Carrerá y Aurora Pachón, así como Delio Cuello, Alfonso Araujo Cotes, Alfonso Monsalvo Riveira, Calixto Mejía Castro y claves en todo este proceso: María Clara Quintero, Rodolfo Campo Soto y Aníbal Martínez Zuleta, como los alcaldes que siendo fieles al principio de planificación y desarrollo de las instituciones locales en consonancia con las normas nacionales, se comprometieron a que todo aquello que ya estuviese planificado y viabilizado debía ser terminado, a pesar, y como dato importante, de estar algunos en orillas políticas distintas; como segundo aspecto, Valledupar empezó a desarrollarse aún sin ser capital y sin contar con recursos provenientes de lo que hoy se conoce como transferencias del Presupuesto General de la Nación, es decir, todo lo que se planificó se hizo sobre la base del recaudo de impuestos locales; y como tercer  dato no menos importante, los alcaldes solo tenían dos años de periodo en su mandato, entonces, ¿cómo hicieron estos mandatarios sin presupuesto y con periodos muy cortos para llevar la ciudad a ser reconocida por dos instituciones de prestigio mundial como el BID y el BM como modelos para Colombia y Latinoamérica?  

Todo empieza con aquel PPDU (Plan Piloto de Desarrollo Urbano) con sus componentes claves como el PV (Plan Vial) PMAA (Plan Maestro de Acueducto y Alcantarillado) y luego el PEIDUV (Plan Integral de Desarrollo Urbano de Valledupar) que nos lleva al exitoso  PDVS (Plan de Desarrollo Valledupar Siglo XXI) y el PES (Planeación Estratégica Situacional) de 1993-1994 de Rodolfo Campo Soto, alcalde de ese entonces, quien no solo entendió y honró lo que sus antecesores habían visionado para la ciudad sino que lo llevó más allá de lo que en ese momento nos vislumbraba el siglo XXI; en este contexto se debe resaltar que no solo eran las obras las que se mostraban, que eran por supuesto visibles y perennes, pero eran, o el resultado de un plan específico que antecedía a megaobras de alto impacto, sino también el eslabón de un plan ambicioso y por supuesto el POT (Plan de ordenamiento territorial) de 1999.  

Desde entonces y hasta hoy no hay una sola obra de impacto en la ciudad ni que obedezca a ningún plan de futuro, de hecho, el POT (Plan de ordenamiento territorial) sigue a la espera de su reformulación y con la expectativa que el empréstito aprobado al alcalde Orozco Durán rompa esta racha de atraso.

Por: Eloy Gutiérrez Anaya

Columnista
3 marzo, 2025

¿Qué nos pasó?

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Eloy Gutiérrez Anaya

¿Cómo fue que pasamos de ser considerados “la sorpresa caribe” y destacados en 1988 por el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) como “una experiencia exitosa en gestión de desarrollo urbano de Colombia y Latinoamérica” y en el año 2000 el Banco Mundial destacó a Valledupar como la ciudad mejor planificada de Colombia, a esto que nos ha tocado vivir en las últimas dos décadas en una ciudad descuadernada y caótica?


¿Cómo fue que pasamos de ser considerados “la sorpresa caribe” y destacados en 1988 por el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) como “una experiencia exitosa en gestión de desarrollo urbano de Colombia y Latinoamérica” y en el año 2000 el Banco Mundial destacó a Valledupar como la ciudad mejor planificada de Colombia, a esto que nos ha tocado vivir en las últimas dos décadas en una ciudad descuadernada y caótica?

El haber abandonado la senda de crecimiento y desarrollo sostenido a nivel urbanístico, de servicios básicos, de visión,  fortalecimiento y transformación de instituciones, basados en un principio rector como lo es la planificación, y de acuerdo a fuentes como el documento publicado por el repositorio del Banco de la República titulado “Planificación urbana en América Latina: el caso de Valledupar (Colombia)” de la autoría de Jaime Bonett Morón y Diana Ricciulli Marín; según los autores, la influencia del expresidente Alfonso López Pumarejo a partir de la década de los 30 y 40 con la creación del Fondo de Fomento Municipal trasformado luego al Instituto Nacional de Fomento Municipal (Insfopal) sería la piedra angular para el desarrollo de la ciudad, nos trajo a la improvisación que nos está llenando de elefantes blancos y deterioro ininterrumpido.

Pero sería a partir de la década de los 60 con la llegada de la compañía colombiana de alimentos lácteos (Cicolac) que Valledupar inicia una era de organización político-administrativa, creación y modernización de las instituciones existentes para adaptarla a la nueva dinámica de ciudad que emergía en este nuevo escenario puesto que, como se evidencia en el documento, “coincide con el aumento de los ingresos por tributos municipales y la creciente migración de personas, la mayoría comerciantes, se asentaron en Valledupar”, es importante destacar en este punto que la ciudad crecía ordenadamente pues desarrollaba su infraestructura y la oferta de servicios públicos básicos. ¿Qué pasaría si llegan más empresas como Cicolac al día de hoy?

El documento destaca nombres que, así como el expresidente López Pumarejo, el arquitecto Silvestre Dangond Daza, el cubano, y también arquitectos Miguel Carrerá y Aurora Pachón, así como Delio Cuello, Alfonso Araujo Cotes, Alfonso Monsalvo Riveira, Calixto Mejía Castro y claves en todo este proceso: María Clara Quintero, Rodolfo Campo Soto y Aníbal Martínez Zuleta, como los alcaldes que siendo fieles al principio de planificación y desarrollo de las instituciones locales en consonancia con las normas nacionales, se comprometieron a que todo aquello que ya estuviese planificado y viabilizado debía ser terminado, a pesar, y como dato importante, de estar algunos en orillas políticas distintas; como segundo aspecto, Valledupar empezó a desarrollarse aún sin ser capital y sin contar con recursos provenientes de lo que hoy se conoce como transferencias del Presupuesto General de la Nación, es decir, todo lo que se planificó se hizo sobre la base del recaudo de impuestos locales; y como tercer  dato no menos importante, los alcaldes solo tenían dos años de periodo en su mandato, entonces, ¿cómo hicieron estos mandatarios sin presupuesto y con periodos muy cortos para llevar la ciudad a ser reconocida por dos instituciones de prestigio mundial como el BID y el BM como modelos para Colombia y Latinoamérica?  

Todo empieza con aquel PPDU (Plan Piloto de Desarrollo Urbano) con sus componentes claves como el PV (Plan Vial) PMAA (Plan Maestro de Acueducto y Alcantarillado) y luego el PEIDUV (Plan Integral de Desarrollo Urbano de Valledupar) que nos lleva al exitoso  PDVS (Plan de Desarrollo Valledupar Siglo XXI) y el PES (Planeación Estratégica Situacional) de 1993-1994 de Rodolfo Campo Soto, alcalde de ese entonces, quien no solo entendió y honró lo que sus antecesores habían visionado para la ciudad sino que lo llevó más allá de lo que en ese momento nos vislumbraba el siglo XXI; en este contexto se debe resaltar que no solo eran las obras las que se mostraban, que eran por supuesto visibles y perennes, pero eran, o el resultado de un plan específico que antecedía a megaobras de alto impacto, sino también el eslabón de un plan ambicioso y por supuesto el POT (Plan de ordenamiento territorial) de 1999.  

Desde entonces y hasta hoy no hay una sola obra de impacto en la ciudad ni que obedezca a ningún plan de futuro, de hecho, el POT (Plan de ordenamiento territorial) sigue a la espera de su reformulación y con la expectativa que el empréstito aprobado al alcalde Orozco Durán rompa esta racha de atraso.

Por: Eloy Gutiérrez Anaya