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Columnista - 13 junio, 2014

¡Que no pase el verdadero zorro!

“Lo encuentro y lo escucho como un experto en generalidades socioeconómicas y un campeón de las verdades a medias manejando cifras para maquillar sus intenciones y diseñar estrategias, posiblemente preparadas por su tutor inseparable, el verdadero zorro”. Así describe Gustavo Cotes Medina, a Oscar Iván Zuluaga, el candidato a la presidencia por el Centro (?) […]

“Lo encuentro y lo escucho como un experto en generalidades socioeconómicas y un campeón de las verdades a medias manejando cifras para maquillar sus intenciones y diseñar estrategias, posiblemente preparadas por su tutor inseparable, el verdadero zorro”. Así describe Gustavo Cotes Medina, a Oscar Iván Zuluaga, el candidato a la presidencia por el Centro (?) Democrático (?) en las elecciones del próximo domingo.

¡Sabias palabras!Porque escuchar en estos días a Zuluaga en los debates que le ha tocado afrontar y en las cuñas de televisión que nos ha tocado soportar, ha sido el mejor ejercicio de tolerancia y paciencia realizado por miles de colombianos para resistir la tentación de no cambiar de canal y sintonizar ESPN para enterarse de las noticias de la selección Colombia.

Su falta de sinceridad la adivina hasta el neófito que no sabe siquiera cómo se escribe la palabra psicología. La impresión que transmite, la de un culebrero vendiendo recetas para la cura de todos los males del país,no la puede evitar. Recuerda al mal actor que recita el libreto elaborado por el director pero que es incapaz de imprimirle su sello personal y la necesaria dosis de identidad y espontaneidad que hace olvidar al auditorio que es la representación de otro personaje.

Hasta en los gestos y en el acento quiere imitar a Álvaro Uribe Vélez. Sin embargo tiene en aprietos a la reelección de Santos. ¿Cómo se entiende eso? Bueno, este es un país caudillista.

Además muy religioso y por tanto, mesiánico. Mucha gente, a pesar de transcurrir la postmodernidad, aún cree que la solución de los problemas de este país pasan por la aparición o perpetuación de un caudillo o mesías y no por la articulación de una voluntad colectiva que sea capaz de llevar al país por los senderos de la paz, la democracia participativa, la justicia social y el desarrollo sostenible con equidad. Y ese mesías tiene iniciales propias: AUV.

Por eso, Oscar Iván hace muy poco para diferenciarse del verdadero zorro, como lo llama Gustavo Cotes en su magnífica columna del miércoles pasado en EL PILÖN. Todo lo contrario, le encanta esa asociación porque sabe que los más de 3 millones de votos que sacó en la primera vuelta no son de él. Para fortuna del país, en estos últimos días, la opinión nacional parece reaccionar.

Los debates han tenido su buena dosis de clarificación de quién es quién y de quién está detrás de quien, y con el favor de la divina providencia, el próximo domingo, la voluntad de paz, se impondrá por encima de los afanes guerreristas.

Columnista
13 junio, 2014

¡Que no pase el verdadero zorro!

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Raúl Bermúdez Márquez

“Lo encuentro y lo escucho como un experto en generalidades socioeconómicas y un campeón de las verdades a medias manejando cifras para maquillar sus intenciones y diseñar estrategias, posiblemente preparadas por su tutor inseparable, el verdadero zorro”. Así describe Gustavo Cotes Medina, a Oscar Iván Zuluaga, el candidato a la presidencia por el Centro (?) […]


“Lo encuentro y lo escucho como un experto en generalidades socioeconómicas y un campeón de las verdades a medias manejando cifras para maquillar sus intenciones y diseñar estrategias, posiblemente preparadas por su tutor inseparable, el verdadero zorro”. Así describe Gustavo Cotes Medina, a Oscar Iván Zuluaga, el candidato a la presidencia por el Centro (?) Democrático (?) en las elecciones del próximo domingo.

¡Sabias palabras!Porque escuchar en estos días a Zuluaga en los debates que le ha tocado afrontar y en las cuñas de televisión que nos ha tocado soportar, ha sido el mejor ejercicio de tolerancia y paciencia realizado por miles de colombianos para resistir la tentación de no cambiar de canal y sintonizar ESPN para enterarse de las noticias de la selección Colombia.

Su falta de sinceridad la adivina hasta el neófito que no sabe siquiera cómo se escribe la palabra psicología. La impresión que transmite, la de un culebrero vendiendo recetas para la cura de todos los males del país,no la puede evitar. Recuerda al mal actor que recita el libreto elaborado por el director pero que es incapaz de imprimirle su sello personal y la necesaria dosis de identidad y espontaneidad que hace olvidar al auditorio que es la representación de otro personaje.

Hasta en los gestos y en el acento quiere imitar a Álvaro Uribe Vélez. Sin embargo tiene en aprietos a la reelección de Santos. ¿Cómo se entiende eso? Bueno, este es un país caudillista.

Además muy religioso y por tanto, mesiánico. Mucha gente, a pesar de transcurrir la postmodernidad, aún cree que la solución de los problemas de este país pasan por la aparición o perpetuación de un caudillo o mesías y no por la articulación de una voluntad colectiva que sea capaz de llevar al país por los senderos de la paz, la democracia participativa, la justicia social y el desarrollo sostenible con equidad. Y ese mesías tiene iniciales propias: AUV.

Por eso, Oscar Iván hace muy poco para diferenciarse del verdadero zorro, como lo llama Gustavo Cotes en su magnífica columna del miércoles pasado en EL PILÖN. Todo lo contrario, le encanta esa asociación porque sabe que los más de 3 millones de votos que sacó en la primera vuelta no son de él. Para fortuna del país, en estos últimos días, la opinión nacional parece reaccionar.

Los debates han tenido su buena dosis de clarificación de quién es quién y de quién está detrás de quien, y con el favor de la divina providencia, el próximo domingo, la voluntad de paz, se impondrá por encima de los afanes guerreristas.